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Clay Jensen tenía toda la cara llena de crema, agotado de tanto correr persiguiendo a Hannah esta vez intentando hacerle lo mismo pero no pudo, al parecer ella tenía ventaja respecto a eso porque solía hacerlo con otras personas y siempre ganaba, dejándolos embarrotados.

—Está bien... volviste a ganar. —admitió Clay—. Por tercera vez el día de hoy.

—Lo sé, soy la mejor. —respondió con fingido egocentrismo.

—En eso tienes razón, lo eres.

—¿Lo soy? —preguntó vacilante.

Clay caminó hacia la chica que estaba de pie al lado de la mesa, cuando llegó al frente le respondió:

—Lo eres.

—No, tú lo eres.

—Si contamos todas las cualidades que posees y lo muy bien que me dominas, logrando que yo... —comenzó inspirado el chico con un discurso para extenderse pero se detuvo cuando la voz de la castaña lo interrumpió.

—Cállate y bésame, Clay. —le dijo jalándolo con brusquedad por el cuello hasta finalmente besarlo.

Sus labios estaban unidos, sin hacer movimientos. Clay sorprendido por el acto sonrió durante el beso y cerró sus ojos, llevando sus manos a la cintura de Hannah. Ella introdujo sus dedos entre el cabello liso del muchacho, y luego de unos segundos se siguieron el beso, enviando rayos de electricidad por todo su cuerpo, descubriendo que se querían y olvidando todo alrededor, solo eran ellos dos sin importarles nada ni nadie porque a fin de cuentas estaban solos.

Con el paso de los segundos la velocidad de sus labios aumentaba, al igual que la brusquedad. Ya no era un beso dulce, ahora era un poco mas salvaje y a ambos les gustaba, se estaban descontrolando. Hannah apretaba con un poco de fiereza el cuello del chico pero a él le gustaba, de hecho sus manos las movía por la espalda de ella, exigiendo traspasar la tela para tocar su suave espalda.

—Clay... —susurró entre la boca del chico, sin detener el beso. 

—¿Mmjh? —preguntó como pudo.

—Muérdeme. —bromeó. Ambos rieron en medio del beso que tanta pasión llevaba.

Clay se separó de ella, a golpe, dejándola sorprendida y confundida.

—¿Qué pasó? —la voz de Hannah salió agitada, agarrando aire.

—¿No vamos muy rápido? —dudó por un momento.

—Sí... Tienes razón. —admitió ella.

—Bueno...

—Pero contigo vale la pena ir rápido, Jensen. —le envió una sonrisa burlona y él se la devolvió, acercándose nuevamente hacia ella, con velocidad, retomando aquel beso feróz.

Esta vez sin dudarlo más, Hannah ayudó a Clay a quitarse rápidamente el suéter, dejándolo tirado en el suelo. Tras aquello, él siguió quitándose la franela gris que traía, quedando así con el pecho descubierto, un delgado y pálido pecho pero tan delicado como el de un niño. Hannah deslizó su mano desde el cuello del chico hasta el ombligo, arrastrándola, disfrutando la suavidad de su piel. Él le quitó la chaqueta blue jean que traía encima de su camiseta roja y depositó suaves besos en su hombro izquierdo, trazando una línea de besos que llegaban al cuello y finalmente a la mandíbula. Ella lo disfrutaba al igual que él, con los ojos cerrados hasta que... El sonido de la puerta los obligó a detenerse.

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