El granizo golpea las ventanas con la furia de la tormenta
La noche es casi tan fría como nuestros sentimientos
Las sonrisas casi tan baratas como el whisky que tomamos en el bar.
Pero no me detengo cuando el taxi frena en tu puerta,
No me arrepiento cuando tus manos me recorren entera,
No me avergüenza que, cuando mi camisa descansa en alguna parte de la habitación,
me veas usando encaje negro.
No me importa entregarlo todo por esta noche. Solo esta noche.
Me cansé de intentar descubrirte de día y que te pierdas de noche
Todo lo que quería era sentirte una vez más, sin que la culpa me atraviese el pecho
Me retiré hace mucho tiempo, no resisto tus trampas ni juegos.
Aunque avergonzadamente admito
Siempre supimos aprovechar la oscuridad.
La noche era nuestra y yo era tuya y vos, a veces, eras mío
La noche nos convertía en besos y caricias, máscaras y mentiras
La noche, donde te volvías el hombre que quería
Donde yo me transformaba en la mujer desinhibida que pretendías.
Sabíamos aprovechar la noche, pero no sabíamos como escapar de ella.
Sabíamos entrar en personaje, nunca aprendimos a seguir adelante.
Sabíamos que era un juego, no pudimos separarlo de la realidad.
Nunca supimos. Nunca aprendimos. Nunca pudimos.
Ahora llevas, bajo esa actitud de rompecorazones, un poco de mi amoroso caballero.
Totalmente mío.
Y yo siento, entre mi timidez y cordura, aquella mujer lujuriosa que por siempre será tuya.
Tuya y de nadie más.