𝐼𝒱 ∙♔∙ 𝒟𝑜𝓁𝑜𝓇 𝓎 𝑅𝑒𝓋𝑒𝓁𝒶𝒸𝒾𝑜𝓃𝑒𝓈

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Por suerte y gracias a la decisión de último momento por parte de Coro llegaron a la frontera del bosque.
Miraron hacia atrás unos segundos para asegurarse de que no estaban siendo seguidos y al comprobar que habían pasado desapercibidos se adentraron rápidamente en el bosque.

El frágil omega tropezó, estaba agotado.
Por suerte Erik lo sostuvo antes de que Coro llegara siquiera a tocar la tierra.

Sin embargo el albino no lograba ponerse de pie, sus finos dedos se sostenían con fuerza de la capa de su acompañante mientras que sus rodillas no dejaban de temblar como si se tratase de un cervatillo.

Erik vió cómo las preciosas perlas grices que Coro tenía por ojos, comenzaron a lagrimear de manera apenas notable, pero el alfa le estaba poniendo atención y por eso lo había notado así que decidió cargar a la Reina al estilo nuncipal y forzarlo a mirarle a los ojos.

—¿Qué sucede? —Preguntó en voz baja. —¿Por qué lagrimeas?

Coro, que ya estaba bastante tenso de por sí, se tensó aún más y trató de apartar la mirada pero al final no pudo hacerlo por completo y regresó a encontrarse con aquel par de destellos violetas que emanaba ese alfa tan atractivo que ahora lo tenía en sus brazos.

No quería decepcionarlo, no quería que fuera tan evidente el hecho de que era débil y delicado, insuficiente y dependiente; realmente era lo que menos deseaba en esos momentos.
No quería ser una carga. No para Erik.

—Corona, dime. —El decir su nombre le produjo una sensación cálida en los labios, algo como el fantasma de un sabor casi dulzón.

Ser llamado por su nombre lo dejó en blanco por unos momentos, como si estuviera bajo un hechizo.

...Y es bien sabido que estar bajo un hechizo no es más que ser desarmado y dominado por la voluntad de algún otro ser; así que se dejó de resistir.

Y sollozó.

—Duele, Erik... duele mucho.

Las palabras del menor tomaron por sorpresa al pelinegro.

—¿Que te duele? —Preguntó preocupado.
Pero en el instante la respuesta llegó a su sentido del olfato. Sangre. Con temor miró hacia donde era más intenso el olor.

El omega tenía los pies destrozados y sangrantes.

En ese instante recordó que la Reina había estado descalzo desde el secuestro, y aún así corrió para buscar su libertad en diversas ocsiones; por el bosque con sus ramas, hierbas y arbustos densos, por el pueblo y sus rastros de arena caliente sobre las piedras, y ahora hacía el mismo recorrido de regreso, sin cuidado y sin descanso.

¿Cómo no se había dado cuenta antes?
Recordó el momento en el que le puso la capa, no vio nada al vestirlo, pero claro, el albino estaba de pie y sus plantas malheridas ocultas bajo el poco peso de su delgado cuerpo.
Pero... ¿Y el olor a sangre? ¿No es algo que debió de haber notado antes? ¿Y más con los sentidos tan desarrollados que como alfa poseía?

Ante la mirada acomplejada y confusa de quien lo tenía en brazos, el omega decidió dar explicaciones.

—No te quería causar más problemas... lo siento. Estuve disfrazando el olor de la sangre con mis feromonas, para que de esa manera no lo pudieses distinguir. En la medida correcta, las feromonas de un omega pueden pasar, entre otras cosas y funciones... por perfumes.

♕𝒞𝑜𝓇𝑜𝓃𝒶♕ ✧˚‧[𝒪𝓂𝑒𝑔𝒶𝓋𝑒𝓇𝓈𝑒]‧˚✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora