𝒱𝐼 ∙♔∙ Á𝓂𝒷𝒶𝓇 𝓎 𝑀𝑒𝓃𝓉𝒶; 𝒹𝑒 𝒯𝒽𝑒𝒾𝒶

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El silencio sepulcral.

Unas pisadas rítmicas e incesantes cuyo eco resonaba en los pasillos imposiblemente blancos e infinitos se acercaban más y más, a paso lento y tortuoso.

El tarareo contento sin letra de una macabra canción.

Aquella sonrisa sádica que a pesar de estar compuesta por perfectos dientes blancos, parecía portar colmillos afilados y puntiagudos como navajas.

—... Ahora, lindo omega... —dijo aquella voz. Con una lengua demasiado empalagosa y cantarina como para que nadie pudiera ser capaz de advertir en primera instancia sus enfermas intenciones. Pero una vez sabías lo que implicaba aquella voz melosa, te ponía los pelos de punta. —...Despierta.

Abrió los ojos con terror. Lo primero y único que pudo divisar fue aquella mirada desquiciada de intenso color ámbar sobre sí.

El ámbar se había vuelto el color de sus pesadillas. Significaba que el tiempo no pasaba, que el dolor no cesaría, que estaba encerrado, y que se encontraba a merced de lo que sea que él quería.

El color de esos ojos lo perseguía y atormentaba incluso en sus pesadillas. Asociaba ese color con su dolor, y con la maldad que guarda el mundo, la locura de su dueño. Que su cuerpo no era suyo, y que había perdido sus alas.

Pero el ámbar también significaba que se había sacrificado, y que había salvado al ser que más amaba en el mundo.

No se podía mover, estaba sujeto firmemente de muñecas, tobillos y cintura por bandas de acero incorporadas a una mesa de laboratorio en posición vertical.

No intentó escapar, había estado demasiadas veces ahí. Era su deber como rata de laboratorio quedarse quieto para que experimentasen con su cuerpo.

Sabía lo que le haría. Sería doloroso y por más que gritara y llorara o se retorciera nadie lo sacaría de aquella blanca e inmaculada habitación.

Su infierno personal.

Tauro lo había hecho todo bien en el bazar de Astron aquel día. Los alfas se habían peleado entre ellos por él, y ahora todo marchaba según el plan. Acató cada orden que le habían dado y siguió cada paso que tenía que seguir.

Sin embargo no era perfecto, y cometió errores.

Ahora sería castigado de nuevo por eso.

Emil le inyectaría aquel líquido que le quemaba por dentro y él tendría que asimilarlo correctamente y utilizarlo en sus feromonas si no quería que la dosis fuera cada vez más alta, dolorosa y hasta letal.

La labor de su cuerpo, que ya no era suyo, fungía en sintetizar la droga que alteraba sus feromonas y por consecuencia, su control e influencia sobre los alfas.

Todo su cuerpo empezó a temblar de terror a medida que su atormentador sonreía, se relamía los labios y acercaba la aguja con la dosis de aquel contenido espeluznante. Deleitado por el miedo y la angustia que reflejaban los ojos color menta del omega.

Con expresión de absoluto dolor y espanto, Tauro lloró en silencio viendo fijamente los ojos ámbar absolutamente divertidos de aquel lunático que, mientras le sostenía la mirada, comenzó a tararear aquella tétrica melodía sin letra.

♕𝒞𝑜𝓇𝑜𝓃𝒶♕ ✧˚‧[𝒪𝓂𝑒𝑔𝒶𝓋𝑒𝓇𝓈𝑒]‧˚✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora