𝒳𝐼𝐼 ∙♔∙ 𝒟𝓊𝓁𝒸𝑒𝓈 𝐹𝓇𝑜𝓃𝓉𝑒𝓇𝒶𝓈

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Jinete y yegua habían recorrido las calles del bazar hacia la salida del mismo. Detrás quedaron los puestos, plazas, casas y demás. El camino que estaban siguiendo ahora era una carretera de piedra, una que Coro no conocía, pero era su único sendero y no había vuelta atrás.

Las personas que cruzaban a su lado en dirección contraria no les prestaron la menor atención. Y los que lo hicieron no tuvieron oportunidad siquiera de mirar dos veces ya que la yegua galopaba a gran velocidad.

Coro se aferraba fuertemente a las riendas de Dhara. Trataba desesperadamente de no cerrar los ojos pero sentía que se estaba muriendo. De todas formas no habría gran diferencia entre si tenía los ojos cerrados o abiertos debido a que sus lágrimas le volvían borrosa la vista.

Su mente estaba completamente nublada, impidiéndole pensar nada correctamente, cegado por un absoluto dolor que le desgarraba desde el interior.
Respirar se convirtió en una tarea que se le dificultaba más y más, y cada vez que lo hacía, el dolor se agudizaba y sentía que sus propios pulmones le quebrarían las costillas con la trabajosa presión que estaban ejerciendo. La sangre hirviendo peligrosamente en sus venas recorría furiosa a toda velocidad su torrente sanguíneo, quemándolo por dentro. Estaba tan mal que sentía que en cualquier momento podría vomitar y sangrar por culpa del suplicio que estaba atravesando.

Luces brillantes que solo él podía ver lo cegaban y sentía que podían derretir sus retinas. Coro cerró fuertemente los ojos al no poder más y sacudió la cabeza en un intento por alejarlas. Pero ni siquiera detrás de la cortina que eran sus párpados esas luces dejaron de iluminarlo ferozmente. Ahora, por haberse sacudido así, un agudo pitido en sus oídos se hizo presente, y el omega sintió que su cabeza estaba por explotar del dolor, además de afectar su equilibrio y hacer que casi cayera de la yegua en un ligero descuido.

Pero el lugar que más lo estaba castigando era el vientre bajo, en esa parte de su cuerpo su dolor era más que dolor.
Era algo que lo estaba torturando por sí solo. Terrible e indescriptible. Superando por mucho el resto de sus dolencias juntas. Imposible de pensar siquiera en tratar de poner en palabras lo mucho que estaba sufriendo y todo lo que le dolía.
Quejándose como nunca antes lo había hecho, colocó una de sus manos en su vientre para tratar de calmar un poco aquella área que tanto lo estaba haciendo sufrir. Pero no sirvió de nada.
El dolor seguía creciendo en su vientre y en todas partes.

El pobre y frágil omega no sabía por qué le estaba sucediendo eso, era como si ese no fuera su cuerpo.

Sus propias feromonas lo estaban destruyendo desde dentro.

Temblando de miedo y dolor puro, el albino supo que su cuerpo no sería capaz de soportar más. Así que con las pocas fuerzas que le quedaban en sus temblorosas manos, se amarró a sí mismo con las cuerdas de la silla y las riendas todo lo que pudo para poder mantener el equilibrio. Algo que resultó bastante difícil de hacer. Sus manos se habían vuelto increíblemente torpes, ni uno solo de sus dolores se detuvieron en ningún momento, y sumado a eso, tuvo que realizar la tarea casi a ciegas ya que cada vez que trataba de enfocar la vista sentía como si le estuvieran clavando largas agujas en los ojos que le atravesaban puntiagudas hasta la parte central de su cabeza.

Cuando la cantidad de trenzas y nudos de cuerda fueron apenas suficientes, Coro se dispuso a hacer una segunda vuelta para asegurarse de que no caería.

♕𝒞𝑜𝓇𝑜𝓃𝒶♕ ✧˚‧[𝒪𝓂𝑒𝑔𝒶𝓋𝑒𝓇𝓈𝑒]‧˚✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora