23.- La Carta

3.1K 408 42
                                    

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

A mi amado Harry

Seguramente cuando esta carta llegue a tus manos, tendrás un hijo o dos, quizás incluso nietos. Espero sean tan bellos como tú, aunque Tom también es guapo (no le digas que dije eso).

Si estas leyendo esto, es que mi tiempo en esta tierra terminó.

No te sientas triste por mi fallecimiento, eso quiere decir que al menos tú, tuviste una vida maravillosa. Estoy seguro de que Tom ha sido un buen esposo y que te ama tanto como lo hago yo.

He querido dejarte esta carta, como testimonio de todo aquello que callé en su momento, y decirte que te amo. Nunca deje de hacerlo. Bueno, quizás después de la poción que tomaré para poder olvidarme del amor que siento por ti. Aunque sé que, en el fondo, me será imposible olvidarme de ti. Estoy haciendo esto por mi familia.

Mi abuelo, se llama (o llamaba, posiblemente haya muerto ya) Maximus Prince, poco después de que tus padres se fueran a ese viaje por el mundo, llevándote con ellos, mi abuelo me mandó llamar y conocí al resto de mi familia. Mi abuelo tenía que escoger a uno de sus descendientes como su sucesor. Uso un ritual extraño y resultó que yo era el elegido por la magia de la familia.

No tenía idea de que, al elegirme, tendría ciertas responsabilidades a costa de que, si no las cumplía, la magia desaparecería en mi familia.

Pasaron años hasta que mi abuelo empezó a entrenarme en mis deberes como un Lord, desde modales hasta política, pasando por defensa personal y esgrima, todas cosas que un mago de sangrepura, debía saber desde niño. Había otra condición que yo desconocía, debía cumplir.

Como sabrás, estaba abocado a ayudarte a ti y Neville a que estuvieran preparados para enfrentar el cortejo, así que enviaba a tus padres los nombres de familias que podían aliarse a ustedes. Como ya te había dicho, todo era con la intención de que ustedes tuvieran una oportunidad.

Cuando llegaste a mi casa antes de tu cumpleaños 17, yo no sabía todo lo que me ibas a provocar en un futuro. Acepte ese trato, porque deseaba compensarte por lo que ibas a enfrentar porque los adultos les fallamos y una absurda profecía marcó el fin de tu seguridad.

Quería que sintieras que tú eras especial, porque de verdad lo eras. Nunca había conocido a alguien que me entendiera tan bien como tú lo hacías, desde niño me sorprendía tu curiosidad insaciable por el mundo, tu forma de ver las cosas, esos matices que tu podías observar con facilidad... simplemente me agradabas.

Pero luego de ese primer beso que tuvimos, sentí que caía en un pozo profundo de placer y belleza. En cuanto mis labios tocaron los tuyos, sentí como si algo dentro de mí se conectara al universo. Me sentí más feliz que nunca en mi vida.

Cada roce de nuestros cuerpos me llevaba más y más lejos de mi cordura, y no hice ni un solo intento de resistirme, me tenías subyugado. Verte perder la cabeza cada que te llevaba al orgasmo era más de lo que podía soportar, simplemente mi mente ya no era mía.

Cuando por fin estuvimos juntos, sentirme dentro de ti, fue demasiado. Algo dentro de mi cambio, lo supe en cuanto llegue al clímax dentro de ti, supe que jamás podría volver a estar con nadie que no fueras tú. Me había enamorado de ti desde ese primer beso, quizás desde mucho antes.

Cada vez que hicimos el amor (porque eso fue para mí cada uno de nuestros encuentros), estaba más y más convencido de que te amaba, pero no lo sabía definir. Mi mente se resistió a creerlo.

CorteggioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora