Capítulo 03

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MALENA

Crucé los pasillos del Estudio silenciosamente, mientras acariciaba la piel de mis brazos. Nuevamente, era casi hora de irnos, aunque todavía faltaban unos minutos más. Mi última escena ya estaba grabada y los demás se quedaron haciendo una más, decidí volver a mi camarín para cambiarme e irme antes de cruzarme con Julián.

¿Qué carajos ocurría con ese chico? Le dije bien claro que no quería saber nada, para no arruinar relaciones laborales o de amistad. ¡Pero no! ¡Se le ocurre seducirme, a mí, a Malena, a la persona que más le puede! Ok, tal vez no sea exactamente así pero él es tan caliente que me cuesta resistirme.

Esos últimos días después de que le hice sexo oral, no podía dejar de imaginarlo desnudo todo el tiempo. Dormía con su imagen en mi mente de sus abdominales, sus piernas, la manera en la que me miraba mientras lo tenía adentro de mi boca. Era tan difícil sacarlo de mi mente, más después de haber hecho lo que hice.

Me cambié la ropa de inmediato y colgué mi mochila en mi hombro, miré que no me olvidara nada y salí de ese cuarto. Volví al pasillo, respirando profundo, no podía dejar de pensar en él. Pasé por su puerta y quedé parada al ver su nombre en ella, tan llamativo como él mismo. Mordí mis labios con deseo, recordando cómo me miraba ese mismo día mientras trabajábamos. Me analizaba completamente, me miraba y cada vez que conectaba con él me guiñaba un ojo acompañando con una sonrisa conquistadora. Traté de evitarlo todo el tiempo porque no quería que nuestros compañeros de trabajo sospecharan algo.

Puse una mano sobre la puerta e hice un gran esfuerzo en vano por no abrirla, entré sin hacer ruidos y suspiré su perfume a mi alrededor. Dios, su perfume me hacía pensar en lo que quería hacer con él.

Tiré mi mochila a un costado. Iba a esperarlo. Para hablar, claro. No estaba segura si decirle que pare con todo o que me prometa no decir nada ni levantar sospechas con lo que estábamos haciendo. No sabía si estaba bien o no tener relaciones con él, no me parecía mal ese acto, sino estar involucrada a su vida.

Me senté en la cama que tenía, no era algo cómodo pero encontré la posición de que mi espalda no doliera. Inspeccioné todo el lugar, de arriba a abajo. Agarré un cuadro de su mesita, era una foto suya con solamente un short. Mi mirada cayó en sus músculos que se notaban como si estuvieran perfectamente dibujados, su piel bronceada lo hacía lucir aún más excitante. Bajé la mirada un poco más, a su entrepierna. No, no se veía nada pero podía imaginarlo. O mejor dicho, recordarlo.

Podía sentirlo como si estuviera ocurriendo en este momento, como si pudiera tocarlo ahora. Sacándole sus bóxer, dejándolo totalmente desnudo para mí. Podía sentir su gran miembro ponerse duro a medida que yo lo acariciaba, cómo Julián se desesperaba cada vez que lo lamía. ¿Cómo podía ser tan estúpida de pensar en esas cosas justo en ese momento? Mis cachetes se habían puesto colorados y sentía un cosquilleo en mis partes íntimas.

Dejé la foto donde estaba, me acosté en la cama y cerré los ojos. Por más que intentaba pensar en otra cosa era inevitable no pensar en él, en cómo me sostenía de la cabeza aquella vez para que pudiera meter su pene mejor dentro de mi boca.

Inconscientemente, llevé una de mis manos dentro de mi ropa interior. Metí mis dedos entre los labios de mi vagina y comencé a acariciarme dándome placer a mi misma, trazando algunos círculos en mi clítoris, donde deseaba ya que Julián me tocara. Sí, imaginaba que esa mano no era mía, sino de él. Y como si escuchara mis pensamientos, llegó a su camarín.

— Apa —no abrí los ojos, pero de igual manera veía su sonrisa. Escuché que cerró la puerta con llave y se acercaba lentamente a mí —. ¿No nos aguantamos? —rió.

—No te rías y ayudame —quise sonar exigente, pero los suspiros que me atravesaron no ayudaron para nada.

Seguí tocándome hasta que Julián se posicionó encima mío y sacó el mismo mis manos de adentro de mi ropa. Se la llevó a su boca y lamió mis dedos suspirando intranquilo.

— ¿Qué querés que te haga? —su voz ronca llenó mis oídos — Decime qué te hago, preciosa, y hago lo que me pidas.

Soltó mi mano de su boca y aproveché a bajarla hasta el cuello de su remera, de donde lo agarré firmemente y lo atraje a mi rostro. Besé sus labios profundamente, él acariciaba mi lengua con la suya hasta que lo empujé un poco.

— Quiero que me toques toda, y te tomes todo de mí como yo lo hice la otra vez con vos.

Él asintió, obedeciendo. Su respiración costaba mucho y su corazón latía a mil, igual que el mío. Estaba segura de que se estaba poniendo duro pero no quería mirar sus pantalones porque sabía que si era así terminaría yo arrodillada frente a él y me olvidaría de que era su turno de darme placer a mí.

Hizo, de un segundo a otro, que mi ropa desapareciera, dejándome expuesta a su mirada lujuriosa. Acarició mis piernas y volvió a mirarme a mí.

— Abrí tus piernas para mí —lo hice mientras volvía a cerrar los ojos, esperando que él actuara. Gimió cuando dejé que viera todo—. Sí, perrita, que hermosa  —sus dedos tocaron mi vagina, que a decir verdad, ya estaba completamente húmeda, y para empeorar, con cada palabra que él decía lograba mojarme más—. Me ponés tan caliente, ya la tengo dura de solo pensar metértela por acá —y a mí me ponía tan nerviosa que solo me tocara por encima y no lo hiciera como yo quería. Disfrutaba verme así, quería que le rogara.

— Julián, tócame por favor, comeme, lo que sea, pero hacé algo.

No esperé ni un segundo porque sentí su lengua pasar por mi intimidad, mientas con sus manos se ayudaba a separar mis pliegues. Lamia lento, pero no podía quejarme de eso, era fantástico.

— Ahhh... Sí, Juli, así... —apretaba su cabeza contra mí.

— Mmm... Que rica estás.

Su boca atrapó mi clítoris y mordí mis labios fuertemente para que mi gemido no fuera escuchado. Lo sentí sonreír contra mí pero no dejó de chuparme. Sus dedos ahora se resbalaban por mi humedad, pero como yo no aguantaba más, los agarré y los metí dentro mío. Sin que yo le pidiera comenzó a moverlos dentro, los sacaba y los metía lento mientras seguía chupando más arriba. Gemía y jadeaba intentando callarme, no quería que nadie nos escuchara. Pasaron unos minutos más, mientras lo único que él hacía era acelerar todos sus movimientos. De repente, todo se detuvo. El calor había llegado a mí y se apoderó de todo mi cuerpo, había llegado a mi orgasmo gracias a Julián y él estaba contento. ¡contento! Sus sonrisa lo demostraba. Lamió sus labios y me pasó mi ropa que estaba tirada en el suelo. Apenas podía pensar pero sin dudas había sido lo mejor.

Conquista Pendiente - HOT {+17}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora