Capítulo 10

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— No voy a quedarme —pronunció con dificultad.

— ¿Por qué? Si te morís por una noche más conmigo —junté nuestras frentes y narices, estaba a muy pocos centímetros de su boca—, te encantaría volver a tocarme, que yo te toque a vos, que te coma esa boca a besos —rocé sus labios con los míos y ella cerró los ojos. Sentí como sus piernas se tambaleaban y no dudé en abrazar su cintura aún más fuerte—. Querés una vez más, no lo niegues.

Ella movió su cabeza de un lado a otro, despacio. Largó un corto suspiro y no se resistió cuando junté nuestros labios. La besé lentamente, saboreándola, disfrutando cada centímetro. De a poco íbamos volviendo el beso más fogoso, el deseo nos iba llenando a ambos y llevándonos a besos más apasionados. Acariciaba su lengua con la mía y la mordía al igual que con sus labios. Me encantaba hacer eso, lo disfrutaba tanto que podía pasar la eternidad haciéndolo y no me cansaría.

La aparté un poco para sacarme la remera. El calor que tenía en el cuerpo hacía que mi ropa solo estorbara.

Malena se pegó a mí apenas tiré mi prenda al suelo y llevó sus manos a mi espalda para comenzar con deliciosas caricias. Sin abandonar su boca, aproveché para sacarle primero su pantalón que en poco tiempo salió volando por la patada que le di para alejarlo. Llevé mis manos al culo de Malena y lo apreté despacio, era tan hermoso que no pude evitar soltar un suspiro y sonreí ante el gemido de Malena. Metí una mano dentro de su ropa interior y la toqué como ella quería. Llevé mi mano hacia adelante para acariciar su clítoris, y cuando apenas lo toqué subió una pierna a mi cadera para darme mejor acceso. Empecé a trazar círculos robando suspiros de su parte, acariciaba toda su vulva para darle aún más placer.

Malena me apretó entre sus brazos mientras se colgaba de mis hombros y ahí recién me di cuenta que sería mejor sentados, por lo que la llevé en el sillón y quité el resto de su ropa.

Me agaché a la altura de su ombligo y dejé un beso allí, bajando despacio humedecia con mi lengua su panza y todo el camino hasta llegar de nuevo a su concha que ya estaba mojada. Apretó mi cabeza hacia ella y respiraba rápido echándose hacia atrás. Lamí su abertura y subí un poco más para encontarme con su clítoris nuevamente. Llevé mis dedos a su altura y los metí entre sus mabios vaginales, estaba tan caliente y resbalosa que pasaron en solo segundo. Los movía lentamente sin dejar de chupersela.

— Mm Julian... Julian...

— ¿Qué pasa, hermosa? —pregunté sin separarme demasiado.

Suspiró — Me encanta...

Metí dos dedos más dentro de ella, haciendo que gimiera más fuerte. Ya eran cuatro dedos que salían  y entraban con desesperación. Mi entrepierna estaba que explotaba, seguro ya estaba bien gorda y parada.

Cuando Malena se vino saqué rápido mis dedos empapados y los restregué por su panza. Subí la mano hasta su boca y apoyé mis dedos en sus labios.

— A ver cómo me chuparías la pija.

Malena agarró mi mano y metió mis dedos en su boca, cerró los ojos disfrutando mientras los sacaba y los volvía a meter, pasando su lengua por todos lados.

Me despegué de ella y me senté en el sillón mientras me sacaba mi pantalón y mi bóxer. Mi pene salió a la vista y la risita traviesa de Male se hizo presente. Mi amiguito regordete y alto estaba a punto de explotr pero necesitaba un poco de estimulación. Malena se agachó en el piso y agarró mi miembro, desesperada. Lo masajeaba despacio, yo disfrutaba cada segundo así, me iba poniendo cada vez más caliente y ni hablar cuando se lo metió en la boca. Lo chupaba, lo lamía y lo succionaba, estirando y masajeando toda la longitud. Se lo sacaba, lo metía, lo volvía  a sacar,  a veces solo hasta la mitad, y aunque mi pene era muy grande ella intenta meterselo todo en la boca y era lo que más me excitaba.

— Sí, nena... Oh oh, dios... Que linda te queda mi cosa entre los labios.

— ¿Te gusta que te haga así? —sacó su lengua y me lamió— ¿O así? —cerró la boca atrapando mi pene y se lo metió profundo.

— ¿Y a vos te gusta chuparmela, no? Mm... ¿Querés tomar la leche otra vez?

— Quiero que me la pongas.

Malena dejó de chuparme y agarró mi chota con las dos manos y la puso entre sus tetas para empezar a moverla dentro. No aguantaba más, quería estar adentro de su vagina. La levanté y la puse arrodillada en el sillón, me coloqué detrás de ella y de una sola embestida entre dentro de ella. Gritó de sorpresa pero su voz ronca dejaba ver lo excitada que estaba. Me movía desesperado dentro suyo, sus jadeos y gemidos de satisfacción me hacían saber lo cómoda que estaba. A ella le gustaba tanto como a mí.

Después de unos largos minutos y algunos cambios de posición, me vine adentro suyo. No me preocupaba un posible embarazo, ella tomaba píldoras anticonceptivas.

Me tiré  a su lado intentando controlar mi respiración, Malena estaba tan agitada como yo, tratando de encontrar una posición cómoda en el sofá sin que yo la estorbara. Al final terminó recostándose a lo largo, y yo acostndome pegado a su cuerpo. Teníamos poco espacio pero si los dos nos juntábamos bien entrábamos perfectamente.

Pasé un brazo por abajo de su nuca y con mi otro brazo la arrimé de la cintura. Me miró desde su lugar, por primera vez teníamos un momento así. Las veces que estuvimos tan cerca estuvimos cegados por el placer del sexo pero esta vez veía en su mirada algo distinto. No parecía la misma Malena de hace unos minutos atrás. Ahora sus ojos brillaban, sus cachetes colorados no eran los mismos. Sus pestañas se convirtieron en otras también, ¿o siempre fueron así de largas y voluminosas?

Sus ojos se fueron cerrando de a poco, sin dejar de mirarme. Sabía que se estaba quedando dormida porque su respiración se estaba haciendo más pesada. Por un lado quise sacudirla para que no se durmiera, deseaba tenerla una vez más, quería seguir disfrutando la noche. Pero por otro lado estaba tranquilo. No sabía bien si era por salirme con mi capricho, por haber tenido relaciones nuevamente o solamente por el simple hecho de tenerla abrazada y verla pacífica.
Aún no entendía bien qué era lo que sentía pero esperaba ir por el camino correcto.

Finalmente quedó completamente dormida y aproveché que no me estaría sintiendo para poder acariciarla como de verdad se lo merecía. No estaba seguro si era con cariño, porque yo jamás había sentido eso con otra chica, pero sí con suavidad, porque realmente en ese momento sentí que no debía ser tratada como yo lo hacía.

Besé suavemente su mejilla y me acurruqué acomodando su cuerpo entre mis brazos. Apoyé mi cabeza en el hueco de su cuello y ahí me quedé dormido yo también.

Conquista Pendiente - HOT {+17}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora