2; 1.3

1.8K 202 87
                                    

No quería abrir sus ojos y encontrarse con Peter. Sabía bien lo patético que aquello había sido, pero era aún más patético el hecho de haber sido engañada por él y que aún así la sola idea de acabar su relación la aterrara.

Sabía que era completamente incapaz de dejarle. Sabía el dolor que el perderle suponía para ella; y a pesar de que en realidad ya lo había hecho, quería seguir aferrándose a él. Sabía que aquello era algo impensable, pero ella era así de patética. No podía  dejarle. Prefería seguir amándole en un castillo irreal.

Se preguntaba una y otra vez qué tendría aquella chica rubia que fuera mejor que ella. Apretó los puños bajo las sábanas. Era obvio.

Ella era más delgada, más guapa. Sus ojos eran más bonitos y sus labios perfectos, su cabello fino y su piel suave y sin imperfecciones. Tenía las curvas de mujer de las que ella carecía, unas piernas esbeltas y separadas y una cintura minúscula.

Ella era mejor. Tan simple como eso.

Sintió las lágrimas inundando sus ojos cansados, y ni siquiera importaba. Sabía que aquel dolor era inevitable y ni siquiera iba a intentar pararlo, no iba a hacerse la fuerte, ¿para qué? ¿Acaso serviría de algo? Era  débil, estaba bajo los juegos del arácnido.

Había abofeteado su cara para después comérselo a besos. Había llorado por él, le había gritado sin importar que todo el palacio de mármol escuchara sus gritos, y luego había caído bajo sus encantos. Había dejado que Peter la tuviera de nuevo, sólo suya, como era en realidad. 

Se  preguntó hasta qué punto dependía de sus besos y de su protección , si había caído tan bajo sin a penas percatarse, sin darte cuenta.

Su mayor temor era cierto, y la hacía sentirse increíblemente pequeña e insignificante, la hacía sentirse invisible e inútil. La misma masa que en los días del orfanato la rodeaba diariamente volvía poco a poco, y parecía peor que antes. 

Él había encontrado ese alguien mejor. 

Pero sin embargo, había seguido a su lado,haciéndola la chica más feliz del mundo, haciendo que se sintiera única, guapa, excepcional.

Abrió los ojos. Ya no estaba en la cama de seda, ni junto a Peter, ni desnuda bajo las sábanas.

Las paredes eran grises, de un color claro que daba luminosidad. Pudo ver un escritorio precioso, con numerosos materiales de arte. En la pared, había fotografías.

Emily y ella en la visita a Central Park antes de todo aquello, otra en la que abrazaba a Ned con cariño cuando meses atrás había cenado con Peter y May en la pizzería de la calle 15. El recorte de aquella revista con una playa del caribe, su sueño con Emily, algunas notas de las chicas del orfanato, la flor seca que en su día Peter había dejado entre las páginas de su libro de historia.

Se levantó de la cama.  Llevaba puesto uno de sus pijamas, y su pelo estaba trenzado. Reconocería aquel peinado en cualquier sitio. Emily la había cuidado. Avanzó sobre el suelo de parqué hasta llegar a aquella pared llena de cuadros, encontrándose también con la carta que Tony había mandado al orfanato. "Te queremos en la Torre."

La habitación era enorme, un pequeño tocador estaba en la pared contraria, junto con una gran estantería llena de sus libros y algunos de sus libros y cuadernos del instituto. Abrió su armario, encontrándose su propia ropa y más, nueva. No le hacían falta poderes mentales para saber que había sido Wanda quien había comprado todo aquello, el negro y el escarlata parecían querer salirse de la tela. 

Se colocó unos vaqueros y una camiseta básica gris con desgana. Se colocó las deportivas antes de salir de aquella habitación, saliendo a una enorme estancia sumamente amplia. En el centro de la acogedora sala había varios sillones llenos de cojines. Pudo ver a Loki sentado en uno de ellos.

(1) Barton;  Peter Parker, The Avengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora