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Emma corrió, cruzando toda la clase en cuanto el timbre sonó. Sonrió con entusiasmo cuando vió que Dann había seguido sus indicaciones, y estaba esperándola al fondo del pasillo.

Cogió la mano de su hermano antes de correr de nuevo hasta la puerta de salida. No se decepcionaron al ver a Bethany esperándoles fuera.

Allí estaba ella, con su liso y descuidado cabello moviéndose con la ligera brisa. Con sus brazos cruzados, haciendo aún más visible su buen tamaño de pecho, con los ojos fijos en un solo punto y con sus imperfectas y regordetas piernas separadas ligeramente.

Ambos niños corrieron hacia su hermana. Ella sonrió, envolviendo a ambos en un abrazo. Siempre había tenido un inmenso miedo de saber qué pensarían los hijos de Clint del repentino nuevo niembro de la familia. Sin embargo, después de aquello, no le quedaba ninguna duda de que ellos no tendrían ningún problema.

- Vamos a casa.—dijo ella, cogiendo las ligeras mochilas de ambos y avanzando hasta el caballo.

Tal y como solía hacer antes de tener que volver a Nueva York, colgó las pequeñas bolsas de ambos lados de la montura, para después montar a sus hermanos.

Agitó las riendas con delicadeza, dejando al animal avanzar sin prisas por el rocoso camino.

- ¿Tú sabías que eras nuestra hermana?—preguntó Dann poco después.

Bethany suspiró. Cuidó sus palabras.

- Sí. Lo supe antes de venir a vivir aquí.

- ¿Y por qué no dijiste nada?—exclamó Emma, sorprendida.

- Porque era Clint quien debía decirlo, Emma.—contestó con dulzura.

La ojiverde niña rió.

- ¿Clint?—sonrió.—Llámale papá.

La castaña asintió. Aquel iba a ser un reto difícil. Jamás se había imaginado a sí misma llamando a ese hombre; profesional, calculador y en ocaciones, frío;  por el nombre de "papá".

Giró cuando llegaron al bosque, adentrándose en aquel aroma a naturaleza que Bethany tanto adoraba. Tardaron poco en llegar a la granja, donde, a lo burro, los infantes se bajaron del caballo y corrieron a saludar a una sonriente Emily.

La rubia intercambió una rápida mirada con Bethany. Se alegró infinitamnete al comprobar ese atisbo de alegría en los ojos de la castaña.

Aquella castaña joven la había apoyado durante años, y no había cosa que la hiciera más feliz que saber que ahora podría estar bien, con una familia.

Cuando con sólo doce años había llegado al orfanato, jamás se habría imaginado a su mejor amiga y a su único apoyo confiando en sí misma gracias a un chico, o salvando la vida de cientos de personas. Eso era algo que nunca se imaginaba, supuso la rubia.

Bethany se acercó a ella, dejando su mano sobre su espalda y caminando juntas hasta la entrada de la casa.
Ambas se miraron confundidas al ver la mesa alargada en el comedor, cubierta con un blanco mantel.

- ¿Y esto?—preguntó la rubia con una sonrisa ladeada.

- Es vuestro último día aquí.—dijo Pepper, acabando de colocar las copas.—Laura y yo pensamos en hacer algo especial.

Bethany entendió perfectamente el mensaje que ella intentaba dar. Aquella sería probablemente la última comida en la que todos estarían.

...


Dejó su mirada fría sobre la superficie del espejo. Sentía el tacto de el acero de los anillos de Wanda sobre la piel de su espalda. La sokoviana apretó los botones del corsé y la ayudó a ponerse la gruesa chaqueta de cuero.

(1) Barton;  Peter Parker, The Avengers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora