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•••Capítulo Cuatro•••

Iba a empezar a correr cuando Shawn me agarró y me pego a su cuerpo

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Iba a empezar a correr cuando Shawn me agarró y me pego a su cuerpo. Sus manos se apretaron a mi alrededor. Podía sentir su agitada respiración.

-Déjame...por favor.-Le susurró sin mirarlo.

Siento el vibrar de su pecho cuando suelta una carcajada. Sus manos hacen más presión en mis caderas. Y por alguna razón, siento como se pega más a mi, eliminando cualquier señal de espacio personal.

-Nunca lo haré.-Sentí como bajó su rostro. El caliente de su aliente chocó contra mi cuello, olía a menta y cigarrillo, lo cual hizo que cada pelo de mi cuerpo se erizase. Me intente alejar cuando sentí sus labios en el.

Sus labios tocaron la piel de mi cuello. Se quedaron ahí. Descansando en mi piel. Mientras, nuestros corazones chocaban pecho contra pecho.

-Shawn.

Escucho como un gruñido sale de sus labios, chocando con mi piel.

-Quiero que susurres mi nombre, Lina.-Me susurró al oído. -Quiero poseerte, solo para mi.

-¿Por qué?-Me atreví a preguntar.

Incline mi rostro un poco para verlo, sus ojos avellanas, ardientes como el infierno me miraban. Detenidamente, no se si huir o quedarme a admirar tal hijo de puta.

-Sabes la respuesta, eres mía, mía desde esa madrugada, no lo niegues, Lina.-Respondió.

Acercó su rostro al mío. -Me avisas cuando quieras follar.-Entonces, se alejó de mi y se fue caminando. Dejándome sola. Otra vez.

Lleve mi mano a mi cuello. Estaba un poco mojado por el beso. Lo limpie y me dispuse a recoger mi mochila.

(...)

-Por fin en casa.-Susurro.

No se si debería sentirme feliz porque ya estoy en casa, o triste porque aquí también es el mismo infierno. Aquí, en esta casa, me pasan las peores cosas.

Negué mientras subía las viejas escaleras hacia mi habitación. Realmente necesito descansar. Dormir mi vida entera, así podré escapar de mi triste y miserable realidad.

Cerré la puerta y le puse seguro. No quiero que mi papá entre. No quiero que pase otra vez. Me quite el suéter y los pantalones, quedando solo con mis feas bragas de gatos y mi sostén de abuela.

Puse música lenta en mi chatarra, lo cual algunos llaman teléfono y empecé a buscar mi pijama, lo cual consiste en un suéter con vente hoyos, literalmente me tiraron tiros en un sueño.

Me tumbo en mi cama y escucho el chirrear de el colchón al acostarme. Pero no le doy mente, ya estoy acostumbrada. Además, tengo que aprovechar que mi padre no esté aquí para poder dormir un poco. Me acurruqué entre mis sábanas para matar el frío que sintieron mis huesos. 

Mercy | (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora