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•••Capítulo Cinco•••

•••Capítulo Cinco•••

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Mierda.

Eso es lo que es la vida, una maldita mierda.

Hoy se cumple cuatro años desde que mi madre murió. Cuatro años desde que los abusos de mi papá empezaron. Hoy es un día de mierda, hoy es mi maldito cumpleaños.

-Feliz dieciocho, Lina.- Me levantó con un gran dolor de mi cama.

Mi parte mi duele mucho. Ya hace algunos meses que siento como si me tallaran la vagina. Es horrible. Aveces no puedo orinar cómodamente porque duele como el demonio.

Camino lentamente a mi armario, cojo unos pantalones, un suéter gris y mis tenis viejos. No me puedo dar la dicha de estrenar una nueva vestimenta. Mucho menos comprarme unos nuevos zapatos, ya que mi padre nunca me da dinero, bueno, no más de lo necesario.

Me cepillo los dientes después de haberme cambiado. Me hago una coleta y tomo mi mochila saliendo de la casa.

Cuando voy a dos bloques de mi casa veo cómo un carro rojo se acerca a mi lentamente, apresuro el paso pero este se me adelanta. Baja el cristal de la ventana y me mira con sus ojos verdes pálidos.

- Entra.- su voz se escucha tan ronca en la mañana.

Abro la puerta y entró al carro. Realmente me duele mucho la entrepierna para seguir caminado hasta la escuela.

-Hola, Bryce.- Este me mira y sonríe.

Murmura un hola y empieza a manejar al instituto. - ¿Desayunaste?

Niego en respuesta, el me mira por un segundo y vuelve su vista a la carretera, doblando en dirección contraria al instituto.

-La escuela no queda por ahí.- murmuro mientras juego con el dobladillo de mi suerte.

-Vamos a desayunar.- Mis mejillas se sonrojan, miró a la ventana para que no lo note.

-Es tierno de ti, gracias.-Una sonrisa se forma en sus labios.

-¿Quieres escuchar música?-Asiento y este enciende la radio.

Una canción de Oasis empieza a sonar por todo el carro.

Se siente raro estar así con Bryce. El es un ogro y yo, bueno yo soy yo. Pero, de alguna manera estar aquí, ahora con el me está ayudando a olvidarme del dolor en mi entrepierna, del dolor del recuerdo de mi padre tocándome.

El aparca en la cafetería de los Rustend. Solía venir aquí, cada mes con mi madre. Pero todo termino, tan pronto que me aterra.

Salimos del carro y empezamos a caminar a la entrada. Cuando entramos nos sentamos en unas de las mesas que están por las ventanas, hubo un incómodo silencio antes de que él hablara.

Mercy | (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora