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•••Capítulo Uno•••

Desperté al sentir el agua fría tocar mi rostro

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Desperté al sentir el agua fría tocar mi rostro.

-¡Despierta maldita zorra!-Grito mi padre.

Pegue un grito al sentir lo helada que estaba el agua. Mi piel se puso de gallina y quise irme al infierno para calentarme otra vez. Pero no puedo, así que aquí les presento mi fastidiosa alarma. Todos los días me despiertan con la misma oración.

-Ya voy. Murmuré mientras me secaba el rostro con mis sabanas.

Este me miró con sus ojos un poco amarillentos y su barba sin afeitar. Desagradable.

-Tienes quince minutos, si no estás lista ya sabes lo que te va a pasar.-Dijo con su ronca voz.

Mi cuerpo se tensó al escuchar esas palabras. No quería que volviera a pasar. No otra vez.
Negué con la cabeza asustada mientras el me veía.

-Quince minutos.- Murmuró, antes de desaparecer de mi habitación.

Escuche como la puerta se cerró de un portazo y no perdí más tiempo así que me pare a arreglarme. Si es que ponerte un pantalón, una blusa y hacerte una cola de caballo cuenta como eso. Entonces si me arreglo. Pero se que no me veo lo mas linda, no tengo dinero para comprarme las ropas de temporada.

Ya lista fui y a mi baño. Orine y me lave las manos. Cuando agarre mi pasta dental vi que estaba plana. Busque una tijera en una de mis gavetas y corte el final del tubo. Sobe mi cepillo intentando coger lo más que podía de la para dental.

Cuando termine de lavarme los dientes, me quedé mirándome a mi misma, al espejo. Me aterrorizaba no poder mirarme por mucho tiempo. Debo admitir que mi autoestima no es el más alto. Y no puede ser alto, yo estoy demasiada rota.

-¿Me vería mal con labial?-Le pregunté a mi reflejo.

Lo pensé un poco pero después tome el labial rojo, el único que tengo. Lo compre a escondidas de mi padre, aunque ya el lo sabe, y no me fue muy bien cuando se enteró, este labial rojo es la única cosa que tengo que puedo llamar maquillaje.

Me pinte los labios. Mis labios eran rellenos así que se veían...se veían normales. Tome mi mochila y baje las escaleras escuchando el crujir de estas.

-Ya me voy papá.-Le informe en un débil susurro.

Este me ignoro y murmuró un me importa una mierda. Asentí pero cuando me iba a voltear para irme este me llamo.

-¿Que te pusiste en los labios?-Me pregunto, muy enojado. Su cuerpo chocó con el mío y me dio miedo.

-Labial. Me puse labial.-Murmuré en voz baja.

El tomo mi barbilla y la apretó de tal modo que se estaba volviendo insoportable. Mi labio inferior esposo a temblar, quiero irme de aquí.

-¡Eres una maldita zorra! ¿Que te he dicho de ponerte labial? ¡Responde!-Escupió.

-Solo me lo pongo para ti.

-Solo para mi.-Afirmó. Su mano fue a mis labios y los limpio con brusquedad. Eliminando cualquier rastro del labio rojo.
Mi cuerpo temblaba pero no podía decir ni una sola palabra. Después de que me quito lo único que me hizo sentir bonita hoy. Se alejó.

-Ahora si no pareces una maldita puta. Ahora largo.-Ordenó.

Lo mire y me fui sin reproche. Salí corriendo hacia el instituto. Quieres tener mis dieciocho ya, quería graduarme e irme lejos. Lejos de todo el mundo.

Entonces, tal vez ahí ya no me sienta tan mierda. Pero, la vida no es tan fácil, ¿cierto?

(...)

•••

La vi cuando iba llegando al colegio, observé como se miraba en el espejo del carro de Natanael y vi como se limpiaba los labios, parecía que quería arrancárselos

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La vi cuando iba llegando al colegio, observé como se miraba en el espejo del carro de Natanael y vi como se limpiaba los labios, parecía que quería arrancárselos.

La pequeña zorrita venía con unos pantalones que no le favorecían a su figura, pero debo admitir que por una maldita razón se les veían bien, en una manera tan extraña.

Vi como doblo por el pasillo. La seguí. Era demasiado temprano para que muchas personas vieran lo que quería hacer.

Me acerqué a ella cuando se detuvo a buscar algo en su mochila. La tome de las muñecas y la pegue a mi cuerpo.

-Buenos días, mi pequeña zorrita.-Le susurre a su oído.

Se que ella me odia, yo también lo haría. Siento como su pequeño cuerpo tiembla contra el mío. Pareciera como si tuviera miedo de los hombres.

-Quiero que me des una mamadas de esas que le das a Bryce.-Murmuro, mientras mi manos acarician su cuerpo.

-Suéltame.-Dijo con un hilo de voz.

-Oh...la nena va a llorar. Creo que lo que necesitas en una buena follada en ese coño. Sería un placer hacerte gritar mi nombre. -Gruñí y la pegue más a mi.

Restregándole mi erección en su trasero.

-Siento como me tienes. Se una zorra conmigo.-Gruñó y lamo el lóbulo de su oído.

-¡Por favor!-Rogó.

La solté cuando escuche la voz de algunos estudiantes. La volteé y me acerqué a ella. Tan cerca de ese rostro.

-Eres tan poca cosa Lina. Métetelo muy bien en la cabeza. No quiero que te metas en mi camino porque si te veo en el, te follare hasta que me ruegues.-Susurre. Lamí su labio inferior.

-Eres tan hermosa, tan perra. Todas las mujeres son unas puta como tú. -Dije y agarre su labio interior con mis dientes. Los clave fuertemente hasta que ella se quejo y saboree su sangre.

-Ve a clases. Susurre y vi como salió corriendo.

Era tan gracioso intimidarla, solo me gusta molestarla, eso es lo qué pasa. Solo eso.



•••

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Mercy | (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora