Soy Lina Martínez, mi madre murió cuando yo empezaba a descubrir quien era. Mi padre, el hijo de puta sigue vivo pero me mata cada día, como lo hizo con ella.
El es un bebedor extremo, cada vez que se emborracha me hace daño en formas inhumanas.
Pe...
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Otra cosa, gracias por leer 🥀
*les regala un pañuelo con un pote de helado*
•••Capitulo nueve•••
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Creo que nunca me había parado a pensar en cuan asquerosa y llena de mierda esta mi vida. Desde pequeña siempre he visto golpes, los he sentido en máximas escalas de dolor, y se que para cualquier humano que tenga un corazón que sirva eso sería una atrocidad, una pena que ni mi madre y yo debimos tener el cargo de pagar, al igual que todas las personas que sufren esta mierda todos los días, pero ella ya no está, solo quedo yo, y duele, creo que aveces llega hasta sofocarme, pero también me noquea al punto de que los golpes no duelen, pienso que me ayuda y me lastima de alguna forma, la memoria de mamá.
No obstante, en este instante quisiera haber nacido de otro vientre, en otra familia, si es que ha tal grupo de personas se le pudiera dar el honor de ser categorizados como una.
-¡Para, papá!
Mi grito salió desgarrando mi garganta, porque así sentía, como si una flecha llena de vidrios subiera por mi garganta, haciéndome sentir mas dolor de lo que debía.
Y ese grito que siempre doy, tal vez pidiendo por ayuda, una ayuda que nunca llega o solo pienso que el tendrá piedad de su hija, que aunque sea tendrá misericordia de mi. Pero, nunca lo hace.
-Por favor...
La seques de mis labios me hacen darme cuenta que estoy al punto de perder el poco aire de mis pulmones. No es que me importe pero ¡demonios! No quisiera morir de esta manera, de la misma manera que mi madre lo hizo. A golpes, puños limpios e injustos.
Me duele sentir que soy una carga en esta vida, qué tal ves esa es la razón por la cual mi vida es una mierda, porque sin saberlo estoy maldita de alguna forma o otra.
-Eres una puta al igual que tu madre.
Mamá, cuanto quisiera recordarte hermosa, pero los recuerdos tuyos, los que están vivientes en mi alma, marcados a puños en mi cuerpo, son los mismos Cardenales que adornaban tu hermoso ser, tu sencilla pero hermosa cara.
Diría que amaría tener magia, y poder borrarme la memoria, de esos recuerdos que calcinen mi alma pero no puedo, aunque lo desee con tanto desespero.
