Apareces más de la cuenta,
pienso tanto en vos que ya no sé que pensar.
Todavía no puedo creer que todo haya terminado, pero siempre está tu fantasma vagando por todos los lugares que conozco. Persiguiéndome sin descanso como una melodía pesada, triste y eterna.
No me cuesta admitirme a mí misma que sigo queriéndote (sufriéndote) desde hace tanto tiempo, varios años largos.
Años en los que ocupaste la mayor parte de mi mente, dejándole poco a todo lo demás.
Pero sí me cuesta inventar excusas cuando me preguntan por qué a esta edad "no me gusta nadie". No, a mi no me gusta nadie, me gustas vos.
Me gustabas vos.
No te conozco, ni un poco, a decir verdad has cambiado tanto que no sé como sos. Pero por lo que veo, no tratas de esconder pero sí de parecer. Y cuando alguien quiere parecer es porque esconde algo; entonces todo en mi mente se complica. Porque sos complicad.
La nostalgia me pesa más que todas las horas que he estado sin vos.
Las fotos me devuelven la vida, y a veces quiero simplemente imprimirlas y empapelar mi habitación de recuerdos.
Nunca tuve una caja con fotos tristes, nunca comprendí qué era una "foto triste", pero ahora me doy cuenta.
Y esas no son fotos tristes, son fotos felices.
Pero a mí me dan tristeza.
Y la nostalgia, la nostalgia es lo más difícil, es lo que no me deja dormir.
Ese sentimiento horrible que se traduce a colectivos que van muy lento y dejan un rastro de ilusiones perdidas a cada kilómetro que avanzan.
