Tercera ley de Newton

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"A cada acción corresponde una reacción" sentenció Newton hace siglos y sus palabras se volvieron ley. A la fecha todo mundo tiene ese conocimiento, tal vez no en esos mismos términos, pero es un hecho intrínseco grabado en lo profundo de la memoria del ser humano, por ejemplo, si dos personas que se odian a muerte son encerradas juntas, inevitablemente van a reaccionar mal; si una fórmula explosiva es creada y entregada a los militares, ellos harán bombas y éstas traerán destrucción; si se expone un cubo de hielo al sol se derretirá. Soltar un notición, sin previo aviso, que afecta al mundo del patinaje sobre hielo por entero hará que todos armen revuelo y obvio, las personas involucradas o más allegadas al centro del escándalo reaccionaran; el cómo y qué harán al respecto es algo que sólo les incumbe a ellos.

En Canadá el compromiso entre Katsuki y Crispino causó que un teléfono cayera al piso y una lágrima resbalara silenciosamente por la mejilla de una chica tras ver el último post de la ISU.

Felicitaciones a los campeones Sala Crispino y Yuuri Katsuki por su próximo enlace. Les deseamos lo mejor a estos amados miembros del patinaje artístico #CRISPINOKATSUKI #SALACRISP #YUUKATSUKI

Aquello no podía ser cierto, simplemente no podía. Si bien, ella estuvo ahí hace dos días, cuando la noticia se hizo pública, se negó a creerlo y ver ese anuncio era un recuerdo de la cruel realidad. Unos golpecitos se escucharon en la puerta, pero no respondió, el shock era inmenso. Mientras los golpes se volvían más fuertes, ella trataba de entender cómo había sucedido eso. En su cabeza los recuerdos de los últimos años se sucedían rápidamente, pero no había nada que indicara semejante desenlace. Es cierto, ambos eran amigos y regresaron juntos de quien sabe dónde después de mucho tiempo de ausencia. Sala era agradable y cándida, una "amiga" con quien contar; Yuuri... bueno, él ya no era aquel chico que admiró toda su infancia, después de casi una década se había transformado en otro, pero seguía siendo él, muy, muy en el fondo.

Un sollozo salió involuntariamente y a éste le siguió otro. Quería estar en Japón, exigir una respuesta, pero se encontraba al otro lado del mundo por su estúpida y precipitada decisión que en su momento le pareció buena, pero ya no estaba segura. La puerta se abrió de golpe, un hombre de cabello oscuro y cara de pocos amigos la miró con el ceño fruncido.

–Oye, llevó llamando desde hace rato. ¿Qué rayos...?

La muchacha no quería que la vieran en ese estado, así que se giró para ocultar su rostro; sin embargo, los constantes hipidos la delataron. No fue necesario que dijera nada, él entendió que pasaba y la sorprendió al jalarla en un abrazo.

–Ya, ya –dijo escuetamente, dándole palmaditas en la cabeza. Ella se aferró a éste como una tabla salvadora y siguió llorando, esta vez más fuerte.

–D-duele, JJ, duele m-mucho –murmuró entre espasmos. El canadiense dejó que se desahogara, limitándose a guardar silencio. Ciertamente no era conocido por ser amigable con otros patinadores, pero no era tan insensible como muchos pensaban. Además, desde que su hija nació las cosas habían adquirido un nuevo panorama, por si fuera poco esa niña le caía bien, le recordaba mucho a él cuando todavía estaba formándose como patinador–. ¿Por qué? –preguntó desgarradoramente, tratando inútilmente de tragar sus lágrimas.

–El amor siempre duele –respondió, pero se abstuvo de mencionar que la primera desilusión amorosa siempre era la peor.

–Yo lo amo –declaró y se reanudaron los gemidos con más fuerza.

–Lo sé, lo sé. Estás enamorada de Katsuki –aquello era desafortunado. No sólo se trataba de un sentimiento no correspondido, sino que era prácticamente imposible que le fuera devuelto, no sólo por la edad sino también porque ahora ese japonés estaba comprometido con otra. Inesperadamente los pensamientos de JJ se desviaron hacia su rival, Viktor Nikiforov, preguntándose cómo tomó la noticia. La última vez que cruzó palabra con el ruso fue cuando éste se retiró y para entonces Katsuki ya había desaparecido de la vida de todos los competidores de la época. Un nuevo sollozo le recordó que lo importante ahí era el nuevo miembro de la familia Leroy. Así que recorrió con la mirada la habitación, que aún se encontraba parcialmente vacía, buscando algo para distraerla. Las maletas todavía se encontraban hechas y lo único que se veía a la vista eran los patines sobre la cama matrimonial y aún lado de ellos la medalla de oro recién obtenida en el JGPF.

I can't go backDonde viven las historias. Descúbrelo ahora