Capítulo 70: Dejarse ir.

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No era un buen día para nadie.

Desde que Lexie abrió un ojo por la mañana lo supo; ese sería un día de mierda. Una nueva sesión de quimioterapia ya cada vez más agresiva de Cielo, otro día sin saber ninguna cosa de Gianluca y para peor, su alarma no había sonado cuando debía por lo que despertó varias horas más tarde notando que Adán se perdió la mitad de la mañana de clases, pero como era demasiado tarde y dado todo lo que estaban pasando últimamente, decidió que no pasaría nada por un día que faltara ya que no solía hacerlo.

Nick, por su parte había salido a primera hora de la mañana por algún asunto de trabajo. Ella tenía la sospecha de que no la había despertado a propósito ya que durante las últimas semanas la estaba tratando con demasiada delicadeza; casi como si se tratara de Cielo, lo que le parecía un poco —bastante— exagerado. Sí, había tenido malos días. Para qué mentir, fueron días muy malos pero eso, según ella ya habían quedado atrás.

Tal como le ocurría a la mayoría de sus antiguos pacientes, había experimentado tres de las cinco etapas del duelo lo que la tenía un poco optimista ya que solo quedaban dos y sería libre.

Todo comenzó con la negación, suena cliché pero psicológicamente hablando es algo por lo que suelen pasar las personas al sufrir una pérdida importante, ya fuera la partida de alguien cercano, la muerte o el termino de una relación y ella conocía muy bien de todo eso. Su primera etapa duró hasta el día antes de su último encuentro ya que para ella, las cosas todavía se podían arreglar y solo estaban pasando por un mal momento como todas las parejas, «él no la había dejado, solo se estaban tomando un tiempo».

Luego, cuando en cierto modo, Gianluca la rechazó después de que hicieran el amor por última vez, se hizo presente la segunda etapa: Ira. Lo odiaba, lo maldecía, borró todas sus fotos del teléfono —no sin asegurarse de tener un respaldo en el computador por si acaso, lo que al menos era algo— y ocupaba el tiempo que no pasaba con sus hijos para escribir cartas que nunca enviaría, cartas llenas de odio y resentimiento; cartas que no tenían nada de verdad en ninguna de sus palabras pero que le servían para desahogarse y sacar todo de alguna manera.

Y en ese momento ya se encontraba en la etapa de negociación. Se sentía más tranquila mientras se convencía a sí misma de que tal vez eso era lo que tenía que pasar, que era lo mejor para ambos. Quería creer que tal vez, la vida le estaba preparando algo mucho mejor y se aferraba con todas sus fuerzas a esa idea; no podía sufrir tanto sin recibir un poco de felicidad a cambio, ¿o sí? Una parte de ella rogaba para que esa felicidad llegara en la forma de una cura para la enfermedad de su hija, a pesar de estar sufriendo tanto por ese hombre, estaba dispuesta a dejarlo ir para siempre si eso le aseguraba que su pequeña estuviera bien, pero lamentablemente las cosas no eran así de fáciles.

Solo quedaba la etapa de dolor emocional o también llamada depresión y la tan esperada aceptación. Lo que ella no quería recordar era que a veces esa última etapa tardaba muchísimo en llegar ya que aunque las primeras tres etapas hubieran sido superadas rápidamente, salir de la cuarta era una de las cosas más difíciles que habían, no todos logran llegar a la aceptación e incluso si es que lo hacían, a veces podían tardar años.

—¿Nos acompañarás a la sesión hoy? —preguntó Lexie a Adán mientras los tres tomaban desayuno aún en pijama.

—No creo que pueda hacerlo, tengo que entregar un trabajo mañana temprano y estoy atrasado —se excusó el chico, la verdad era que no se sentía capaz de asistir a todas las sesiones sin derrumbarse pero también era cierto lo de hacer los deberes—. Las acompañaré a la próxima, ¿sí?

La vida sucede (LIH#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora