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El sol aún no salía de su escondite, aquella estrella fabricada para acompañar al extraño sistema del desierto y subsuelo tras el problema que hubo en el núcleo. No le gustaba recordar aquel lugar, el error que cometió en ayudar en el experimento para que después en el fallo succionara todo el agua de su pueblo. Sin embargo, no estaba para esos pensamientos, o por lo menos no estar atento a esos que siempre revoloteaban en su cabeza, era hora de dejar de reposar.

No había dormido, como era de costumbre, había llegado solo hace unos minutos para descansar los pies y cambiarse las vendas, las anteriores quedaron tostadas y en cenizas al tener un problema con sus armas.

Tras mirar un momento su cama con muchas sábanas por el frío de las noches, y sus múltiples almohadas, divisó también la caja que tenía a una esquina tapada con una sabana blanca ocultando sus yerbas medicinales y salsa de ajo se levantó mirándose al espejo que tenía frente a sí, sus ojeras se hacían más notables, pero no estaba cansado o así su mente quería convencerse para avanzar un siguiente día.

Se colocó su gorra sin ponerse la capucha, y abrió la carpa que tenía como su propio hogar algo distante del pueblo cuando era obligado a dormir por Papyrus, su sueño era liviano y difícil de agarrar.

Comenzaría otro nuevo día en su pequeño pueblo.

Just Blard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora