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Presente.

Apoyé la mano en la cabecera de la cama mientras exhalaba un último orgasmo que me dejó agotada. Jungkook no me soltó de inmediato, sino que continuó embistiendo desde su posición, debajo de mí, hasta que él se liberó. Solo entonces aflojó los dedos de mis adoloridas caderas.

Tragué saliva con dificultad y utilicé las pocas fuerzas que me quedaban para levantarme del miembro del castaño y tumbarme a su lado. No sé por cuánto tiempo estuve ahí, con los ojos cerrados y esperando a que mi respiración se regulase, pero a Jungkook le dio tiempo a encender un cigarrillo y llevárselo a la boca. En cuanto el humo llegó a mis fosas nasales, abrí los ojos.

—De eso ni hablar. —me incorporé y le arrebaté el cilindro de papel. Él no hizo más que arquear una ceja y esbozar una sonrisa divertida, para luego mirarme en busca de una explicación— En mi habitación no se fuma.

—Vamos, nena, ¿en serio? Puedes echar luego todo el ambientador que quieras. —estiró la mano para coger de nuevo el cigarrillo, pero lo volví a apartar de su alcance.

—¿Hoy no tienes entrenamiento? —indagué, cambiando de tema. Él asintió sin mucho interés.

—Sí, esta tarde.

—Entonces no deberías fumar. ¿Acaso no sabes lo malo que es para los atletas?

Jungkook rió echando la cabeza hacia atrás y dejando a la vista esos graciosos dientes delanteros que recordaban a los de un tierno conejito. Después se alborotó el flequillo azabache que caía sobre su frente. Tenía un perfil realmente atractivo.

—¿Cómo no voy a saberlo? Estudio Ciencias del Deporte, joder. —contestó, bromeando. Hizo amago de tomar una vez más aquel objeto cargado de nicotina, y esta vez lo consiguió. Lo sostuvo entre su dedo índice y corazón— Sabes que solo lo hago de forma puntual. Mierda, ni que fuese una chimenea andante... —masculló esto último, dando una calada.

—De todas formas, no me gusta que lo hagas.

—No te me pongas pesada con eso de que te preocupas por mi salud, eh.

—Eso me importa una puta mierda. Lo digo porque luego mis padres se vuelven paranoicos pensando que fumo a escondidas.

Por supuesto que la salud de Jungkook me importaba, pero siempre me había costado admitir las cosas, por lo que solía contestar de una manera bastante brusca cuando alguien acertaba de lleno mis pensamientos. Lo mejor del chico que tenía ante mí era que no se ofendía fácilmente. Ambos sabíamos cómo era la forma de ser del otro y no nos tomábamos demasiado en serio los insultos que intercambiábamos.

Jungkook rió.

—¿Cuándo vas a conseguirte un apartamento propio, Vika?

—Cuando tenga más dinero y menos amigos como tú. —respondí sin siquiera vacilar ni un segundo.

Jungkook alzó ambas cejas, fingiendo sorpresa, pero luego esbozó una traviesa sonrisa, dando a entender que no se tragaba ni por asomo mis palabras.

—Qué irónico suena eso, teniendo en cuenta que haces una de las cosas que más te gustan gracias a mí.

Puse los ojos en blanco y le pregunté sin ningún tipo de interés.

—¿A qué te refieres?

—A follar.

Me faltó tiempo para coger la almohada que se encontraba detrás de mí y estampársela en la cara. En qué mala hora decidí perder la virginidad, porque si ya se tomaba confianzas, ahora era incluso peor; insoportable. Pude darle un par de golpes más antes de que interpusiese sus brazos a modo de escudo y me tomase de las muñecas mientras se reía de mí.

•Sinners• || jjk! ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora