Due: ti ho trovato

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A veces te miro y a veces te dejas, me prestas tus alas, revisas tus huellas. A veces por todo aunque nunca me falles. A veces soy tuyo y a veces de nadie.
Cuando nadie me ve- Alejandro Sanz


Mi abuelo tenía razón en dos cosas sobre mi trabajo, la primera, que no era lo mío aunque fuera bueno. Lo segundo, que siendo terco no iba a llegar a ser feliz. Y de ese viejo odio mucho que tuviera razón en todo, por eso cuando estaba arrepentido, le decía en susurros que lo sentía. Si él pudiera ver el fracaso de persona que soy, seguramente me hubiera metido de bastonazos en la espalda para ponerme en orden.

Cuando decidí estudiar administración de empresas, no era lo que de verdad quería. Mis profesores del bachillerato siempre destacaban mis habilidades en los números, me metían en la cabeza que ese era mi futuro y hacían grande mi ego, el que era entonces el más lastimado. Tampoco es que los diecisiete tuviera claro lo que quería en el futuro. Muchos de mis compañeros habían decidio ser dentistas, arqueólogos, traductores o químicos, otros como yo, sólo estábamos interesados con pasar las materias para relajarse lo restante del ciclo escolar. Mi abuelo era de ayuda, pero también entiendo que el ser alguien tan viejo a veces lo llevaba a divagar y olvidarse de lo que tenía por decir.

Yo era jefe de un piso entero en una oficina del gobierno, para ser exactos de pensiones a gente jubilada. Me encargaba que todo estuviera en orden, aunque a veces organizaba mis fiestas al estilo lobo de wallstret, y no era exactamente un estilo de jefe ejemplar. Más porque de la nada, tres semanas antes se me había ocurrido decir frente a todos que Zhang YiXing era un cornudo por mi culpa. Igualmente eso fue chisme de una semana, la siguiente todos estaban con el tema de una secretaria nueva que parecía odiar la existencia humana. Mi trabajo no era el mejor, no me gustaba mucho, pero me daba de comer, un departamento y un auto como "regalo" en la fiesta navideña de la empresa un año atrás. Me daba comodidades para salir los fines de semana y autoregalos chulos que le daban felicidad de momento. Sin embargo, a diferencia de YiXing, mi trabajo nunca me dio un marido.

En la oficina yo conocía a todos y todos me conocían a mí, no sólo por ser si jefe sino por el tipo de persona que era. Pero ellos no sabían que yo soñaba con encontrarme de repente un amor de oficina. Puede sonar ridículo viniendo de mí, pero lo cierto es, que aunque pareciera una víbora, tenía sentimientos como cualquier otro.

Mi turno oficialmente había acabado cuando dejé de lado tema de YiXing. Él parecía feliz en su matrimonio a pesar de haber sido engañado por el único hombre al que amaba, incluso me perdonó y de alguna forma todo estaba bien.

Salí de la oficina con ganas de meterle miedo a los empleados, como si mi sufrimiento tuviera que ser el de ellos también. Conduje tranquilo, eran las siete de la noche y todo estaba en calma a pesar del terror de ciudad en la que vivíamos. Aparqué antes de mi casa y me fui directo a un restaurante que tanto me gustaba, todo porque el WiFi era benditamente rápido, y con lo pajero que soy, había olvidado pagar el Internet en mi departamento.

Entré, el lugar era muy ordenado y bonito, incluso tenía una esquina para cantantes frustrados. Por suerte no había mucha gente, pensé en atribuírselo a la mitad de la floja semana. A penas me senté, el mismo mesero de siempre se paró rápido a mi lado, no espera nada a sacar su libretilla de pedidos y con voz dulcemente acosadora dice:

-Buenas noches, Byun ¿puedo tomar tu orden?

Y una de las cosas de las que me arrepiento en el mundo y tienen nombre propio, son Park ChanYeol. Ese chico es guapo, juro que sí, pero no podías tirar tranquilo una vez, porque inmediatamente quería algo formal o estable. Le rechacé unas miles veces y esas mil veces me insistió más, pero no podía ser malo cuado el lugar era prácticamente suyo. Sino me hubiera tirado a Chan, él y yo seríamos grandes amigos.

SIRIUS »BaekSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora