Tredeci: perdona di amare

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Siempre imaginé que te podría perder, pero es que cada vez que te pueda tener me entregaré sin pensarlo. Es que yo ya sé que te marcharás al amanecer, ya no hay marcha atrás y es que el amor, el amor lastima así.
El amor lastima así - María José y Motel




Una hora.

Esperé una hora al lado de la puerta pensando que KyungSoo vendría hasta ella para tocarla, pedirme perdón y que nos casemos, para luego terminar entre besos en mi cama. Pero no, el cabrón ni siquiera me había mandando un mensaje luego.

Tampoco al otro día.

Ni al siguiente.

O la semana.

Habían pasado ya muchos días para creer que eso sólo había sido un contratiempo, un corazón temeroso y cobarde que le impedía venir a verme. Pero no, él simplemente había olvidado que siquiera yo existía. Y algo que tengo para atormentarme hasta llorar, era revisar cada dos segundos su actividad en el chat; todo el día aparecía como conectado, y sin embargo, no había un mensaje ahí.

Entonces saqué mis propias conclusiones, hice que mi mente dejara de pensar en algo tan imposible como él. Porque aunque me gustara tanto, eso de ninguna manera significaba que lo tendría para mí.

Era complicado, absurdo y algo testarudo de mi parte creer en los milagros ¿y la verdad? El caso tenía todas las de perder por la poca probabilidad de un acierto para mí. Y dolía, pero uno aprende a vivir con eso aunque intente tener una fachada de alguien feliz.

Los días sin KyungSoo eran como intercambios navideños, un día tras otro envuelto en papel de regalo, con un contenido espantoso que jamás habrías querido tener. No había depresión, pero sí pensamientos tristes que de vez en cuando, me recordaban que Aeri sólo era un gato.

Las cinco de la tarde parpadea en el tablero de mi auto, mientras la radio deja escuchar una canción en español que conozco bien. Habla sobre el amor y la forma más bella y sobria en que se presenta. Recuerdo haber buscado la traducción, aunque no era muy buena, aprendí a cantarla como todo un mexicano. Y cantando ahí, retando al semáforo para que me diera el pase, mi mente corre a pensar en una sola persona. Está de más decir quién.

Pienso que si KyungSoo y yo tuviéramos una oportunidad, grandes cosas pasarían. Qué triste que algo que empezaba bien, terminara tan mal.

Aparqué frente a Viva Polo y rogué con toda mi alma por ver a TaeYeon ahí, necesitaba un whisky muy fuerte porque, aunque ahí no se vendían bebidas embriagantes, siempre se puede contar con amigos alcohólicos que ayudan sin pedir nada a cambio. Entro al lugar mirado entre mesas, golpeándome mentalmente por estar buscado a KyungSoo entre la gente, pero aun si no lo veo, yo sigo mi camino hasta el limitado escenario. Mi suerte me deja ver a una chica de cabellos oscuros, largos y un fleco que le da bonita figura a su frente. Ella me mira cuando he sido muy molesto y sonríe, dando una pequeña reverencia.

-Bienvenido a Viva Polo ¿Ya le atienden?

-Eh no -muevo mi cabeza dando la negativa y luego respiro muy profundo-, estaba buscando a TaeYeon.

-Ah, ella está de descanso por el día de hoy, yo voy a ayudarle esta noche.

-¡Genial! Tú...

-Me llamo Jung EunJi ¿gustas tomar asiento mientras traigo un menú? -y de hecho no le respondo cuando ella ya está yendo hacia la cocina.

Ocupo un lugar cercano al escenario y empiezo a debatirme lo que quiero pedir porque quiero disfrutar el espectáculo. Mi móvil suena en la bolsa de mi pantalón, pero lo ignoro cuando veo a la señora Park dando suaves palmadas al hombro de EunJi, para pronto dejarla atrás. Su sonrisa es tan bonita como la de una mamá orgullosa y debo admitir que me gusta mucho la forma en la que me hace sentir cómodo. Sin embargo no es ella quien viene, sino ChanYeol que tropieza entre una mesa y otra, algunos comensales se ríen discretamente, otros lo demuestran a todo pulmón.

SIRIUS »BaekSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora