Eran las 10:00 de la mañana, y me dirigía con desgano a la clase más tediosa de todas: dibujo de figura humana. El aula de arte tenía ese característico olor a papel y lápices, y el ambiente siempre estaba un poco cargado con las ventanas cerradas y las lámparas de escritorio iluminando a medias.
Había un rumor circulando entre los estudiantes, susurros emocionados sobre la llegada de un chico nuevo. No le presté mucha atención; después de todo, la rutina escolar rara vez traía algo realmente interesante. Mientras tomaba asiento en mi caballete habitual, junto al montón de carboncillos y papeles de esbozo, me preparé mentalmente para soportar la monotonía de la clase.
El profesor, como siempre, estaba organizando los modelos anatómicos y ajustando la iluminación para el ejercicio del día. La mayoría de los estudiantes parecían más interesados en sus conversaciones que en la lección. Hoy, nos tocaba dibujar a nuestro compañero, capturando no solo su forma, sino también su esencia en el papel. A pesar de la novedad del día, sentía que nada realmente emocionante iba a ocurrir.
—Alemany con Blues —dijo el profesor, refiriéndose al primer equipo, que serían Eunnice y Josh. Vaya suerte—. Rooney y Lambert.
Miré al chico nuevo con renovado interés mientras se acercaba. Tenía una carpeta de dibujos bajo el brazo y un aire de confianza que parecía fuera de lugar en esta clase.
Nos sentamos frente a frente, listos para comenzar el ejercicio de dibujar a nuestro compañero.
—Hola, soy Théo —dijo con una sonrisa impecable, extendiéndome la mano.
— Aleisha —respondí, estrechando su mano rápidamente antes de tomar mi lápiz.
El chico era guapo, pero se veía arrogante. Su cabello, cortado con precisión y peinado hacia un lado, le daba un aire de madurez, haciéndolo parecer mayor de lo que realmente era. Sus ojos, de un tono azul intenso, observaban a su alrededor con una mezcla de desdén y curiosidad.
Vestía una chaqueta azul marino impecablemente ajustada, que destacaba sus hombros anchos y su postura erguida. Debajo, llevaba una camisa blanca perfectamente planchada, con el primer botón desabrochado, sugiriendo una despreocupada elegancia. Sus pantalones marrones, hechos a medida, se ajustaban con precisión a sus largas piernas, complementando a la perfección con sus zapatos de cuero marrón, pulidos hasta brillar.
A simple vista, su apariencia sofisticada y meticulosamente cuidada era innegable, proyectando una imagen de alguien acostumbrado a ser el centro de atención y a recibir miradas admirativas.
Me dediqué a seguir las instrucciones del profesor; yo primero sería la modelo mientras él me dibujaría. Me senté en la silla asignada, tratando de mantener una pose relajada, pero me sentía incómoda bajo la mirada de Montmartre.
Él me observaba con detenimiento antes de esbozar en su papel. Sus ojos azules eran intensos, y no podía evitar sentirme ruborizada cada vez que nuestras miradas se cruzaban. Su concentración y la forma en que me estudiaba, como si intentara captar cada detalle, me intimidaban.
Al notar mi incomodidad, una sonrisa coqueta se dibujó en sus labios, lo que solo logró hacerme sonrojar más.
—Relájate, Rooney —dijo en tono suave—, así el dibujo saldrá mejor.
Intenté respirar hondo y dejar de pensar en lo intensos que eran sus ojos y en la precisión con la que me miraba. A pesar de la incomodidad, había algo fascinante en la forma en que trabajaba, y me pregunté cómo sería su dibujo al final de la clase.
Después de 20 minutos en la misma posición, el profesor finalmente anunció que el tiempo había terminado. Aliviada y curiosa, me bajé de mi asiento y caminé hacia el caballete de Théo para ver su dibujo.
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El Enigma De Hidden Bennett
RomanceEl enigma de Hidden Bennett "Me dejé llevar por todas sus virtudes, ignorando sus secretos más oscuros y profundos, de los cuales mi vida pendía. Lo amaba, de eso estaba segura. Pero la certeza de su amor ocultaba el temor de lo desconocido." Stran...