Un beso con sabor a cafe y también a sal

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Después de asaltar el refrigerador todos se fueron menos Antuan que había conseguido hacerse un hueco en el sofa de Alec.

—Creo que es una mala idea mi niño, se lo que esa confundida cabecita esta pensando y creo que te haras más daño, olvida de una buena vez a ese imbécil... —Alec le dio una mirada de rechazo total — no me mires así, se que es dificil, recuerda que pase por lo mismo, si pudieras perdonarlo, y no lo digo por el inombrable sino por ti, cuando logres dejar esa parte de tu vida en el pasado entonces lo veras y no sentiras nada.

Pasó una semana desde aquella conversación y Alec no se encontraba a Magnus ni acampando en la puerta de su casa, decidió dejar todo al destino, si de ahí a siete días no veia al moreno entonces olvidaría su absurdo plan y se iría a vivir a Francia junto a Antuan. Recientemente le habían ofrecido un jugoso contrato, pero para ello tendría que cambiar su residencia a otro país, además de que le llegó una invitación para participar en un nuevo evento automovilístico que se efectuaria en el continente europeo.

En el transcurso de la semana recibió una visita desagradable, era su padre,quien despues de años de haberlo ignorado desde que lo hechó de casa al descubrir que era gay le estaba pidiendo que volviera al hogar familiar, empezar de nuevo como una familia y unir intereses, por supuesto, quería meter las garras en la bolsa de Alec, queria fusionar sus empresas con el como presidente.

Alec lo hecho lo más educadamente posible, o sea, llamo a seguridad para que lo acompañaran a la puerta, era nada comparado a como lo había hecho él, aún recordaba como despues de golpearlo por no ser el hombre que quería como hijo lo tomo del cuello mientras lo arrastraba por la casa hasta tirarlo en medio de la calle, dejandolo a su suerte lleno de heridas y seminconsciente, fue una fortuna para él que Max se escapara y lo llevara a un hospital para luego llamar a Jace quien lo llevó con él a su casa, agitó su cabeza alejando aquellos dolorosos recuerdos y siguió con sus obligaciones que eran muchas y urgentes.

El último día que había dado para decidir si continuaría con sus planes llegó y no era que lo estuviese buscando, no, nada que ver, solo fue una casualidad que pasara por el palacio de justicia, después frente a su imponente edificio y que decir de la veterinaria-spa donde presidente miau era consentido, él solo estaba haciendo turismo se dijo, era viernes y luego de caminar como hormiga retornó a su casa, cansado, con ampollas en sus pies pero sobre todo hambriento, de mala gana volvio a salir para comprar su cena y fue ahí cuando lo vio, estaba cenando junto a ella, Isabelle le sonreía mientras conversaban de quien sabe que cosas, ambos parecian llevarse de maravilla como si fueran una pareja de enamorados o al menos asi lo veía él.

Ella lo vio entrar y enarcó una de sus finas cejas y con la expresión que puso al verlo le dijo, "esfúmate" y él lo hizo, estaba completamente desganado y sintiéndose inferior a su hermana como siempre se sintió cuando vivian juntos, ella sonrió sabiendo lo que causaba en él y para rematarlo llevó las manos al rostro de Magnus para besarlo, ella ya sabía que se habían conocido, Magnus le hablaba del guapo piloto de carreras del que estaba enamorado cuando Alec entró al restaurante, ella solo sonreía aunque por dentro estaba furiosa.

Isabelle jamás llegó a cumplir su cometido, Magnus ladeo el rostro desconcertado por la breve mirada que Isabelle mostró y cuando lo hizo vio a Alec saliendo del restaurante presuroso, cuando vio su rostro reflejado en el cristal fue como volver a ver a aquel niño de hace años atras cuando recien lo conoció, se olvido de todo, se levantó y salió practicamente corriendo dejando a Isabelle sola y humillada, la había rechazado, a ella quien tenía a cuanto hombre deseara a sus pies.

Corrió lo más rapido que pudo, definitivamente tenía que ponerse a dieta y ejercitarse, Alec parecia maratonista profecional, le llevaba mucha ventaja, pero gracias al semáforo logro alcanzarlo, no lo dejó avanzar ni un centímetro más, lo tomo de la cintura y lo giro para encontrarse con sus ojos que estaban humedecidos.

Alec lo miro con asombro y trato de alejarse —que haces, sueltame.

—No lo hare, ¿sabes cuánto te he buscado?

— Que me sueltes te he dicho, no, sueltame, sueltameeee — Alec lo seguía empujando y estaba gritando que lo soltara llamando la atención de los transeuntes y Magnus simplemente lo besó para callarlo, lo besó porque lo necesitaba, lo besó porque no soportaba el rechazo del ojiazul y aunque en un primer momento Alec lo trato de alejar, luego de solo segundos se rindió, y fue mágico, fue intenso, era un beso dado ante muchos ojos curiosos que con celular en mano tomaban fotografías de ellos mientras otros aplaudían.

Los labios de Magnus tenían el sabor del café, una bebida que se había vuelto su favorita desde aquella vez que él se la había invitado, sus labios, su lengua, su boca entera sabian a gloria y de pronto la sal de sus lágrimas se conbinó con su sabor favorito, se recriminó por estar llorando y abrió levemente los ojos y vio que no eran solo sus lágrimas, él, Magnus tambien estaba llorando.

Era un beso con sabor a café y también con sabor a sal, era un beso perfecto donde por primera vez Alec pudo sentir amor o ¿tal vez era tanto su deseo que imaginaba este sentimiento?, no lo sabía.

La Velocidad de mi Corazón (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora