Ira

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Robert se acercó a su secretario y le quito la carpeta sin delicadeza, tenía que leerlo el mismo.

Efectivamente se trataba de una orden de restricción, el motivo era tentativa de homicido y las personas que lo habían denunciado y habían solicitado la orden eran, Adam y Marisa trueblood. Robert apretó con tanta fuerza el documento que las hojas se rompieron un poco; no entendía, ¿de dónde sacaron que el había intentado asesinar a su hijo menor?, ¿Dónde estaban las pruebas?, ¿Cuándo hicieron la denuncia?, ¿Por qué después de tantos años su suegros meterían las narices en sus asuntos?, por más que lo pensaba, no encontraba explicación alguna.

— Llama al bufete de abogados, dile a Bane que arregle esto — El secretario obedeció de inmediato, se retiró a un rincón y empezo a hacer las llamadas.  

Robert sabía que con dinero se podía lograr cualquier cosa, y ahora lo estaba experimentando en carne propia, para solicitar una orden de restricción se debían de seguir una serie de pasos que conllevaban mucho tiempo, y lo principal era que quien hiciera la denuncia tenía que aportar pruebas suficientes para demostrar el delito, y aún mas dificil era seguir el proceso judicial y obtener una sentencia favorable del juez.

Sus suegros tenían dinero, eso ya era un punto a su favor, pero dudaba que tuviesen alguna prueba en su contra, era inocente; por más que pensaba, no encontraba motivos para ser denunciado. En ese momento recordo que ese tal Daniel dijo que trabajaba en el despacho de Imogen. La furia que había estado conteniendo explotó, estaba siendo calumniado — HERONDALE, Maldita p..., asquerosa vieja metiche... .

Isabelle que acababa de salir del ascensor, dejo caer el celular y vio con horror todo el alboroto que su padre estaba armando; no había nadie en toda la ciudad que no conociera a los Lightwood, si no lo detenía, quedaría en vergüenza frente a todo el personal médico que estaba observando. Prácticamente corrió hacia él, pero antes de que pudiera tocarlo, una furiosa voz la hizo temblar.

— Cuida tu palabras Robert, no porque seas un anciano me voy a contener, vuelve a maldecir e insultar a mi abuela y te arranco la lengua — Isabelle retrocedió un par de pasos, si la discusión fuera con cualquier otro hombre ella habría intervenido.

Robert miro a Jace y apretó los puños — ¿Cómo se atreven a interferir en los asuntos de mi familia?, quien les dio el derecho a...

— ¿Familia..., siquiera sabes el significado de esa palabra?

Robert se acercó dos pasos, parecía dispuesto a golpear a Jace, pero justo en ese momento llego el personal de seguridad del hospital y lo invitó a retirarse; el escándalo que había armado atrajo las miradas de todo el personal de piso y se sintió avergonzado al tener tantos ojos sobre su persona, tenía una reputación que cuidar, así que decidió retirarse por el momento — Isabelle, me mantienes informado sobre el estado de tu hermano — Dándose media vuelta miro a su hija y ella le correspondió, fue solo unos segundos, pero ellos no necesitaban más para entenderse.

Isabelle suspiro y cambio su expresión para mirar al rubio frente a ella — Jace..., tienes que disculpar a papá, él está muy preocupado por la salud de Max y...

— ¿Preocupado?, tú y yo sabemos lo que está pensando, también sabemos lo que hizo y no olvides lo que tu hiciste, querida hermanita, si no fuera porque tengo que cuidar del pequeño Max te llevaría conmigo a saldar cuentas.

Isabelle tembló, por miedo primero y furia después, furia por no poder controlar sus emociones frente a él, contó hasta tres y cambió su expresión  — No sé de qué hablas ¿Qué culpa quieres atribuirme?..., Jace... — el rostro compungido de la morena podía encender la pena en los corazones de la gente.

— Solo mirando tu cara cubierta de lágrimas sé que has mejorado en tu actuación, pero... — Jace se acercó a Isabelle como si fuera un felino cazando un ratón y ronroneo en su oído — pero yo no soy como él, yo no soy Simon, sí, sé que te has metido en los pantalones de mi cuatro ojos para conseguir información sobre la empresa de Alec, querida hermanita, no olvides que puedo ver a través de tus ojos, se todo lo que haces — Jace palmeo su cabeza con cariño y coloco un beso en su frente antes de retirarse.

A Isabelle le temblaron las piernas, jamás imaginó que su secreto mejor guardado saliera a la luz, había sido muy cuidadosa, tanto que ni siquiera se comunicaban por celular y cada vez que se veían, lo hacían en una ciudad vecina. Además, Simon le había jurado que no le diría a nadie sobre su relación, y le creía, podía jurar que él no había hablado, pero entonces ¿Cómo se enteró Jace?, y si él sabía sobre ello, ¿podría saber también sobre Max? un sudor frio llego acompañado de un estremecimiento, si Jace lo sabía, entonces, la desollaría viva.

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El color naranja era bonito, y las rayas también, tenía un sexi traje de baño con esas características y casualmente era uno de sus favoritos, pero, ese color no se vería bien en Alexander, no en su blanca piel.

Magnus jalo sus cabellos, estaba desesperado, su traicionero celular osaba a quedarse sin batería en el momento más crítico, acababan de llevarse a Alec y nada pudo hacer para detener el arresto, la orden fue firmada por un juez y no daba lugar a refutarla, no sin el procedimiento adecuado, Isabelle había jugado bien sus cartas.

Además, el despliegue de la policial había sido impresionante, 10 policías y tres patrullas para capturar a una persona, y ni qué decir del fiscal que vino en su propia patrulla con tres agentes de la fiscalía. Con un despliegue tan grande de recursos cualquiera pensaría que habían capturado a un peligroso delincuente, sin duda alguna, había corrido mucho dinero para ese operativo.

Era obvio que no había duda alguna sobre la culpabilidad de Alexander

— Tengo que ser detenido, me tienen que llevar a la misma celda que él...

— No tenemos tiempo para tus dramas, encierra al actor y saca al abogado Bane.

La Velocidad de mi Corazón (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora