cuatro.

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Armin se encontraba buscando algunos documentos en su oficina la cual se situaba en su hogar, desde hace tiempo. Eren le convenció con su discurso “Un futuro cercano ” donde mencionó hasta su futura relación y tal vez hijos.

Él castaño pensó que debido a las múltiples tareas en la base de la legión, él rubio no tendría tiempo para esas cosas que en algún futuro, según él, van a suceder. Armin río ante tal recuerdo, era irónico. Raras eran las veces que Armin se adentraba ha aquella ordenada y elegante oficina, aunque fuese para él mismo, pero nunca le había gustado la soledad de su hogar por lo cual mientras los planes del ahora maduro castaño no se convirtiesen en una realidad, él seguiría asistiendo a su oficina en la base.

Sin embargo, después de una rápida limpieza en la intacta habitación anteriormente llena de polvo, coloco sus respectivos materiales y se dispuso a trabajar en aquel cómodo lugar. ¿Por que haria tal cosa?, el motivo tenia nombre y apellido; Annie Leonhardt es la causante de dichas acciones, aunque su frialdad y su propia soledad que la limitaba ha estar en la cómoda pieza que Armin con esfuerzo y un poco de ayuda de su superior, Hanji, habían arreglado.

Mientras Armin se hundía en sus pensamientos y trabajaba en las nuevas investigaciones de Hanji, Annie por su parte se levantaba a las once como ya se había vuelto costumbre.

La rubia miro el techo y por el ruido del agua al caer en el pavimento del exterior, el mal clima no había acabado aunque siempre prefirió la lluvia, añoraba volver a ver aquel sol que siempre admiraba con sus compañeros, en los días en los que se reunían.

—“ Deberías salir de esta habitación, no te haría daño pasearte por la casa o algo asi. Puede causarte problemas mentales tanto encierro”— finalizando aquellas palabras, recordó al rubio tocar suavemente su mejilla mientras le veía con ternura.

—Estupideces—susurro sintiendo la sangre llegar a sus mejillas. Miró al techo y dio una inesperada y estúpida sonrisa, impropia de ella cabe decir.

Miro el buró que había en la esquina, ahí le había indicado que podía elegir un poco de ropa cómoda, debido a que no era permitido que saliese de la cabaña.

Miro su polera blanca y sus pantalones, no se había dado una ducha desde hace quien sabe cuanto, se sentía incomoda. Su cabello con innumerables nudos y totalmente sucio. Bajó del colchón estirando su pequeño y esbelto cuerpo, cabe decir que se encontraba adormecido después de las constantes horas de profundo sueño, si se le podían llamar a las pesadillas de tal forma.

Miro las pantuflas que se encontraban al pie de la cama, se las coloco protegiéndose de la fría madera debajo sus pies y enseguida se encamino al buró mirando todas las prendas que él rubio había conseguido desde que ella empezó su estadía. Sonrió sincera, sentía que no se merecía tales atenciones. Después de todo había asesinado a sus camaradas.

—“Ya no te mortifiques por el pasado, todo esta bien. El pasado es lo que es, pasado— susurro en medio del abrazo del día anterior Armin. Aquellas palabras golpearon fuertemente la mente de Leonhardt causando que su garganta se hiciera una vez mas un nudo que con esfuerzo aquel rubio había podido deshacer en el cálido abrazo lleno de sentimientos por descubrir.

Culpable|| AruannieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora