ocho

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Eran las tres de la mañana, Armin se iría al fin a descansar después del papeleo que tenía que hacer. Cerro la puerta de su oficina, quería dirigirse a la habitación de la rubia para desearle las buenas noches o si se encontraba despierta invitarle  a dormir en su habitación.

Los pasos del rubio se escucharon por lo extenso de la cabaña haciendo eco. Annie se encontraba acostada mientras su cuerpo temblaba, sabía perfectamente que se dirigía hacia su habitación, tendría que hacer una de las mejores actuaciónes para que él inteligente rubio no se percatara.

Tapó su cuerpo con la gran sábana, volteando así su cuerpo hasta quedar viendo la pared. La puerta se abrió y Armin miraba la habitación para luego posar sus orbes en el bulto de cobijas sobre la cama. Él de ojos azules sonrió al verle tan tranquila.

—Buenas noches, Annie—se limito a decir. No quería perturbar su sueño, después de todo la conocía como una dormilona y sabia que no le iría bien si le despertaba.

Salió de la habitación mientras un vago sentimiento de preocupación inundaba su pecho. Algo se aproximaba o quién sabe si ese problema se encontraba ya a la vuelta de la esquina y él aun no se percataba. Sabia que tenia que ver con Annie, pero quiso ignorarlo, quería hacerse creer que ella no lo haría.

Aunque realmente tampoco la iba a detener si ese era el caso...

No la obligaría a estar junto a él, pero, una vez que cruce esa puerta, estará dispuesto a seguir las ordenes de Hanji al pie de la letra cuando ella se enteré, aunque la dejaría avanzar para así lograr su objetivo aunque todo era un simple “Tal vez” .
Él no quería dudar de la mujer que amaba pero las circunstancias y la lógica lo decían. Annie escapara, quieran o no, ella quiere regresar a su hogar.

Abrió la puerta de su habitación adentrándose en ella y no descansar, tan solo esperaría a que ella hiciera el último movimiento para así él solo esperar hasta el amanecer donde calculaba que tal vez estaría en el distrito de Trost para ese entonces, seria ahí cuando avisaría a Hanji.

El sonido de la puerta cerrarse era la señal de Annie para empezar a buscar una salida. Miro el techo buscando alguna respuesta y la única que se le venia era la entrada principal. Asumía que si no hacia ruido podría ser libre, aunque también sabia que Armin se daría cuenta si es que ya no lo sabe.

Abrió la puerta lo mas tranquila posible, mordió su labio inferior en señal de nerviosismo ante la situación. Estaba dispuesta a dejar lo que había hecho en Paradis para volver a lo iniciado en Marley.

Al tener un poco de espacio en el cual su pequeño cuerpo encajaba perfectamente, empezó a caminar con lentitud, el pasillo se llenaba de recuerdos que su corazón o mejor dicho su mente quería aprisionar una vez ponga un pie fuera de esa cabaña. Miro nuevamente las pinturas y cuadros que adornaban la pared mientras avanzaba sintiendo algo de remordimiento al pasar nuevamente por la de su promocion.

Llego a la puerta principal, su mano iba a ser contacto con la perilla cuando había sentido una presencia detrás de ella, justo como en la salida de su cristal. Justo como empezó toda esa aventura. Donde volvió a sentirse culpable justo como se sentía en ese mismo momento al tener la mirada de él hombre a quien amaba en su nuca.

La diferencia es que no era el mismo sentimiento de culpa.

—Annie—hablo Armin con una voz suave. La rubia no volteó y sus manos se encontraban hechas un puño donde la sangre hacia lo mejor para circular.

Su corazón retumbaba fuertemente y de nuevo aquella sensación extraña parecida a la que sintió al abrazar a su padre antes de irse se hizo presente en su pecho, quería llorar nuevamente en sus brazos, que la consolará. Pero no era el momento para sentir eso, era el momento de la confrontación.

—Armin—murmuro ella lo suficientemente audible para los oídos del rubio.

Él chico bajo su mirada observando como sus piernas se movían, quería acercarse una ultima vez a ella antes de darlo todo perdido. Pero nunca se atrevería a decir que desperdicio su tiempo, volverla a tener y esta vez entre sus brazos, fue la mejor experiencia que jamás tendría devuelta en su vida.

Se encontraba ahí a su espaldas, buscando su mirada cuando el tampoco tenia el valor de alzarla, temiendo que en verdad ella desde el principio planeaba irse y aun así se aventuro a hacer realidad sus ilusiones, con lo que había soñado junto a ella sabiendo todos los riesgos que se tomarían al momento de hacerlos realidad.

—¿Lo sabias?—cuestiono Annie con su voz fría pero aun petrificada en su lugar, temiendo el siguiente movimiento del rubio.

—Lo tenia presente, solamente no lo quería creer—argumento levantando finalmente su mirada—Pero, ¿Sabes?, no me arrepiento de nada de lo que hicimos, espero estés consiente de eso.

—Yo tampoco, Armin—dijo nuevamente en el mismo tono que el anterior—¿Piensas que aún soy buena persona?.

—Siempre lo haré, hagas lo que hagas—afirmo él rubio tomando la mano de la chica quien abrio sus ojos con sorpresa—Vete, si es lo que quieres. Pero sabes que no traicionare a la legión. Te doy hasta el amanecer para que escapes, Annie. Y si lo logras, no vuelvas.

La mano de la rubia se sintió fria ante el contacto del chico y la apretó contra la ajena. Aun no podía creer lo que había escuchado, Armin la dejaría escapar. No faltaban mas de dos horas para que el sol saliera, debía apresurarse.

Sus ojos empezaron a arder mientras pensaba el daño que podría haber hecho a la única persona que amaría en aquel sentido en toda su vida, podía pensar en su futuro muriendo a manos de la legión sin volver a ver a su padre. Pero nada le hacia tanto daño sentimentalmente como los recuerdos que construyo junto a él rubio tras de ella y lo que hizo en su pasado.

—Te amo, Armin.

Culpable|| AruannieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora