cinco.

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Sus fríos ojos azules chocaron con los mas cálidos. Era una coalición de miradas que deseaban algo más, sentimientos que no podían describir, era una rara combinación de emociones, emociones peligrosas para Annie.

Sus labios quedaron a centímetros, sus respiraciones mezclandose, llegando a sentir el aliento del contrario. Annie veía con timidez a él rubio, Armin veía sin pudor los rosados labios de la chica quien mantenía en sus manos los platos, aferrandolos a su pecho evitando que cayeran. Miro a sus costados notando como los brazos del de ojos azules le detenían el paso.

—Annie —susurró él rubio sin despegar sus ojos de la hipnotizante rubia que ahora yacía atrapada entre sus brazos.

Annie no era capaz de verle a los ojos, por lo que veía hacia abajo sin ningún punto en concreto mas que sus pies descalzos. Armin levanto su brazo para llevarlo hacia su mentón y ella no opuso resistencia.

Después de todo, no lo había matado... Aquellos ojos azules que demostraban inocencia en aquel entonces le habían hipnotizado de la misma forma hasta actualmente. Se sentía demasiado vulnerable junto a él y aun no lo tenia claro.

—Mirame —habló como si de una orden se tratará pero con un tono suave. La rubia obediente le miro y sintió como sus respiraciones se mezclaban mientras los labios de Armin se acercaban mas a los labios rosáceos.

Los toques en la puerta les hicieron caer a la tierra. Annie se deshizo del agarre del rubio quien soltó maldiciones por lo bajo, tan cerca pero a la vez tan lejos. Unos minutos mas y hubiese logrado su cometido.

Annie tenia su cara roja después de aquel momento, no estaba en sus planes besarlo pero casi lo hace. Dejo la vajilla para al fin servir el alimento viniendo a su mente los recuerdos de hace tan solo unos segundo.

—Leonhardt —hablo la seria voz de la líder del escuadrón de reconocimiento. La rubia no dirigió su mirada hacia ella, seguía cortando el pastel de carne sin embargo sus manos temblaban.

"Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento" repetía su mente mientras sentía la pesada mirada de la castaña encima de ella. Armin dirigió su vista hacia Hanji quien veía con suma frialdad a la pequeña chica detrás de la isla.

Él rubio se dirigió hasta ella y tomó su mano al notar que se encontraba intranquila, pálida y con espasmos. Sabia que ella quería llorar, su actitud lo decía a gritos sin embargo esto a Hanji poco le importaba.

—No entiendo como me convenciste de esto —murmuró la castaña aun con expresión frívola.

—Nunca lo pedí —habló la rubia al escuchar las palabras de la castaña tan claras como el agua —Pudiste haberme matado, si así lo hubieses deseado —declaro con su mirada perdida y ningún tono en especifico.

Hanji le vio de la misma manera. Armin fruncio su ceño y apretó la mano de la chica a su lado haciendo que la rubia le mirara —Sera mejor que vayas a dormir. Guardare la cena, mas tarde podremos comer —sugirió. Sin embargo, ella se retiro de la cocina sin decir nada mas. Ni siquiera le miro.

Él rubio dio un pesado suspiro y miro a su superior. La castaña tomo el brazo del chico llevándole a rastras a la sala de estar —No puedo, no puedo, n-no puedo hacerlo Armin —tomo su cabellera y con lágrimas miro hacia el techo—Si alguien se entera que resguarde a una asesina, si Levi se entera y-yo...

—Hanji-san, mantenga la calma. Lo tengo todo controlado —expreso con tranquilidad él rubio viéndole suavemente —Ella ha cambiado, esta arrepentida y no veo el por que de asesinarle si todo eso paso hace cinco años.

Hanji limpio las lágrimas que amenazaban en salir y dirigió su mirada al chico, una llena de seriedad —¿Valio la pena sacrificar a nuestros camaradas por ella?, ¿Es lo que tratas de decirme, Armin? —él rubio negó con su cabeza y bajo su mirada —Tus acciones me dicen otra cosa. Ya lo habíamos discutido, si ella no habla sobre Marley no tendré mas opción que asesinarle. Pero sabes que no sera en mis manos.

Él chico sintió una punzada en su pecho. Se ilusionó tanto con una vida junto a la chica que se olvido de la cruel realidad del hermoso mundo. Annie es una asesina culpable de las muertes de muchos de sus camaradas, ella no es una invitada es una enemiga.

Pero él no lo quería ver así. Y no es como si lo fuera a hacer.

Hanji dio un suspiro, su mirada le decía tantas cosas que él no se atrevería a decir, se consideraría traición por donde se mire. La castaña se coloco de pie y revolvió el rubio cabello de Arlert.

—Volveré por ella. No mezcles tus sentimientos con los deberes —dio una sonrisa para luego salir de la cabaña.

"¿Que haría Erwin?" se preguntaba mirando al cielo alejándose cada vez mas del bosque.

Annie miraba desde la ventana de la habitación lo opaco que se encontraba el cielo. Quería regresar a su hogar pero ¿Quien le confirma que tan siquiera seguía existiendo?.

Se sentía una asquerosa extraña en esa parte del mundo. No podía aparentar ser alguien normal mientras sus manos seguían manchadas con sangre permanente de los caídos.

"Soy la única culpable "
"Soy una asesina"
"Todo es mi culpa"

"No lo merezco..."

Sus albinas mejillas mojadas y su cabello pegándose a su rostro debido al sudor, sus manos le daban asco se encontraban manchadas pero era lo único con lo que podía resguardarse de las miradas acosadoras que sentía de lo espíritus que vagaban a su alrededor clamantes de justicia.

Su mente le llevó a viajar a una tierra de dolor mientras pisaba los cadáveres de varias personas los cuales traían una capa verde con un escudo de dos alas en su espaldas. Las alas de la libertad, las que ella profano.

—N-no...Perdón, perdón, perdón —exclamaba para luego caer finalmente de rodillas al frío suelo —¡No quería hacerlo! Por favor, disculpenme.

No es momento de disculparse hablo la gruesa voz del rubio el día en que atacaron Trost.

Perdón pedía viendo el cadáver de Marco Bodt en el suelo sin la mitad de su cuerpo. Su vista se encontraba perdida en las visibles costillas del joven y las lágrimas picaban sus ojos.

Sin darse cuenta empezó a gritar mientras recordaba la forma en que había sido devorado a su compañero de promoción.

Armin corrió hasta su habitación y sin aviso previo abrió la puerta. Su corazón se destrozo al verla en aquel deplorable estado. Llorando, gritando y pidiendo perdón.

Él se coloco de rodillas y no supo nada más que hacer que solo abrazarle con todas sus fuerzas. Ella mojaba la ropa del chico mientras se aferraba a su polera balbuceando aun mas disculpas en el pecho del rubio.

—Te perdono, Annie.

Culpable|| AruannieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora