Esa mañana. Esa mañana pudo haberse hecho pasar por cualquier otra. Tanto en Auradon, como en la Isla de los Perdidos.
En Auradon, los pájaros cantaban al son de una alegría incomparable, aleteando con gracia, los arboles meneaban sus hojas con lentitud, el radiante y dorado sol daba una luz cálida y brillante, haciendo resaltar el color de las flores rosadas y amarillas que había en el entorno. El aire, con olor a rosas y azúcar, y el cielo celeste que parecía teñido por hadas.
En la isla, el ruido de espadas chocar, luchando unas con otras, creando agudos sonidos chocantes para el oído. Todos maldiciendose unos a otros, llanto de pequeños niños, olor a suciedad, pescado y licor, acompañado de un cielo gris y tormentoso.
Sin embargo, había algo que hacía que estas dos regiones tuvieran algo en común. Un plan por acatar.
Mal preparaba sus armas, espadas y dagas, ademas de cuerdas y linternas, cualquier cosa necesaria para enfrentarse a lo que sea. Jay se ponía sus guantes de piel, para luego mirar a Mal con ojos de pesar.
Jay era valiente y fuerte, pero mas allá de eso, temía por sus amigos. Habían enfrentado ya a Uma y a Maléfica, pero, ¿Hades?, ¿el inframundo?.
Evie estaba lista, al igual que Carlos, ambos esperaban en la puerta y se aseguraban de no tener espías alrededor.
-Vamos. -dijo Mal decidida.
Caminaron por el pasillo cautelosamente, aunque obvio era que seria difícil mientras cargaban armamento.
-Vamos, de prisa, necesitamos robar el auto. -dijo Carlos apresurandose hasta que choco contra algo.
O mas bien, alguien.
-Pero miren que tenemos aquí.
Los chicos quedaron ojiplaticos ante la presencia de tan inesperada persona.
-Hada Madrina. -balbuceo Mal.
-¿A donde creen que van?. -habló con firmeza.
-Corran. -dijo Jay, y justo antes de huir, fueron tomados por los brazos de unos gigantes sujetos.Los cuatro chicos pataleaban y trataban de safarse del agarre de estos hombres.
-Hada Madrina, podemos explicarlo, no es lo que cree, ¡necesitamos salvar a Ben!. -pataleaba y gritaba Mal.
-¿Salvarme de que?.Mal se detuvo en seco al ver al joven rey ante ella, caminando firmemente y con traje de gala.
-Yo estoy mas seguro que nunca. -dijo extendiendo los brazos con una sonrisa.
Ese no es mi Ben.
-¿Por que pareces muñeco de pastel?. -habló Evie molesta.
-Oh, bueno, tengo que verme apropiado para recibir a nuestro nuevo alumno. -dijo Ben de una manera ciertamente maliciosa.
-¡Ben no sabes lo que haces!. -dijo Carlos desesperado-. ¡Te mataran!.
-¡¿Como pueden ser tan egoístas?!. -habló con exalto la dulce Hada Madrina-. No pueden ser los únicos provenientes de la isla aquí, ¡podemos llenar de dicha y felicidad a otros muchachos!.
-¡Aquella abominación por la que van acabará con Auradon!. -dijo Mal en un grito desesperado.
-Mal... Pensábamos lo mismo de ti.Y así, Ben concluyó con aquella intervención, se dio la vuelta y levanto su mano, en modo de orden para los guardias, quienes se llevaron a los chicos.
-¡¿A donde nos llevan?!. -gritaba Evie.
-¡Ben, por favor!. -grito Carlos.
-¡Sueltenme malditos gorilas!. -jadeaba Jay quien pataleaba y luchaba contra los guardias.
-¡Ben!... ¡Ben!, ¡por favor no hagas esto, este no eres tu!... ¡Beeeeen!.Gritaba Mal sin rendirse. Las jóvenes princesas miraban alarmadas por la ventana, provocando un completo alboroto.
Así transcurrieron cinco largos minutos, hasta llegar a un cuarto sin muebles ni ventanas, donde bruscamente empujaron a los chicos, para así después, encerrarlos.
-Hada Madrina. -habló Ben cortésmente abriendo la puerta de la limusina.
-Pero que caballeroso es usted, majestad. -habló con gracia la dulce mujer, ambos se adentraron al auto.
-Me es un honor poder compartir vehículo con mi bella suegra. -dijo Ben en un tono irreconocible.
-El honor es mio... Benny Boo. -hablo así, la gran bruja, Maléfica, soltando a sonora y malvada carcajada.Este seria un gran día.
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Harry, y la pesadilla de Auradon《HarryHook》
FanfictionEn La Isla de los Perdidos, se cree que la peor descendiente, es nuestra querida y muy popular Mal, quien fue elegida para ir a Auradon. No fue sorpresa para nadie que no tardara en dulcificarse su malvado corazón ante los cálidos brazos del ahora...