¡Hola! Primera noticia del día: ayer me dijeron que tanto yo como una amiga hemos pasado de fase en la 54º edición del concurso de jóvenes talentos de coca cola, lo cual es todo un orgullo :D Me gustaría que mis otras amigas se hubieran clasificado también, ya que escriben de muerte todas, pero no ha sido posible :$ Otra cosa, no está repasado (no tengo tiempo). Y, por favor, he notado una gran decadencia en los comentarios (de 8 a 4, o sea, la mitad), así que me gustaría que retomarais un poco la línea de antes. Me encantan los comentarios, son un gran apoyo y sirven de mucha ayuda, y no cuesta nada ponerlos, así que, por favor...
Bueno, y como el capítulo anterior se me olvidó dedicarlo, lo pongo aquí.
El capítulo 14 está dedicado a Sandra Gómez, mi hermana, que me ha apoyado siempre y con todo. En serio, no sé cómo llegué a conocerte, pero fue genial. Te quiero.
Este capítulo se lo dedico a Vera, que también ha sido una gran ayuda, que me halaga cuando no es necesario (¬¬), y con la que me encanta hablar, porque es como una segunda hermana pequeña, pero que no molesta ^^ Gracias<3
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Capítulo 15.
Pasaron unos segundos de oscuridad hasta que mis ojos se acostumbraron a la leve luminosidad de la habitación.
Frente a mí, Ancel tenía el miedo impreso en la mirada. Y, tras él, había una tercera figura, que nos miraba a ambos con unos gélidos ojos oscuros.
Lucifer.
Una sonrisa que me puso los pelos de punta le cruzaba la cara, y, al estar sumido entre las sombras que proyectaban las paredes, solo sus ojos y su sonrisa se veían bien.
Ancel se giró, encarando a su Señor, pero no dijo nada.
Lucifer dio un paso hacia delante, y tuve que contenerme para no retroceder o hacer algo que empeorara las cosas.
“¡Sabía que esto era ilegal!”, pensé.
Satanás levantó un brazo, y Ancel movió ligeramente su mano hacia la empuñadura de Musitel, por precaución.
Pero, para nuestra sorpresa, Lucifer aplaudió.
Ancel y yo nos miramos con el entrecejo fruncido, confusos, sin llegar a entender qué podía estar pasando.
La amenaza implícita de sus palabras en la visión de los recuerdos de Ancel o Lucifer no se parecía en nada a lo que estábamos viendo.
¿No estaba enfadado? ¿Ni siquiera un poco molesto? Y, además, ¿aplaudiendo? Esto no tenía ni pies ni cabeza.
–Me parece asombroso lo que has hecho, General. Digno de mis aplausos.
Ancel apretó los labios, sin responder. Pude ver la desconfianza pintada en su rostro mientras esperaba a que fuese la única que se hubiera dado cuenta de su reacción.
–Realmente, me has sorprendido, joven. Has sido capaz de invadir mi cabeza, pero me subestimas. Soy más fuerte de lo que tú y tu amiga creéis.
–Leyna también es más poderosa de lo que ninguno cree –intervino Ancel, desafiante.
Sin embargo, fue el primer mal movimiento que hizo Ancel en toda su estancia en el Infierno, llevado por la notable ira que crecía en su interior.
–¿Ah, sí? –replicó Satanás, con una extraña sonrisa–. No me estarás ocultando algo, Capitán.
La amenaza impresa en sus palabras se podía hasta tocar.
Pensé que Ancel vacilaría, que sacaría a la luz mi poder, pero se limitó a sostenerle la mirada y responder con voz firme: