Capítulo 16.

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  • Dedicado a Patricia Pérez
                                    

Capítulo 16.

¡Hola! ¡Feliz día de San Isidro si vives en Madrid! Yo no he tenido cole uajaja :3 En fin, traigo un 16 con una pequeña sorpresita y un Ancel muy cabreado. ¿Queréis saber por qué? Leed :) ¡Pero todavía no! Tengo cosas que decir. La primera es que, como siempre, quiero comentarios. Tres por lo menos. La segunda, y creo que os va a gustar, es que me dejéis vuestros correos en comentarios o por cualquiera de las redes sociales que tengo para la novela. Tengo un regalito ^-^ Y bueno, creo que eso es todo... Siento que se me olvida algo, pero no sé el qué. ¡Ah! Otra cosa. Este capítulo no va repasado, porque tras 230 páginas, he llegado al punto de la novela en la que todo lo que escribo me parece una mierda y me aburre, así que, si leo lo que llevo escrito, me deprimo y me entran ganas de dejar de escribir, pero no lo haré. No otra vez. Así que, siento los fallos. Disfrutad :) ¡Oh, no! ¡Esperad! Ya me acuerdo. Pasaos por aquí y dadme vuestra opinión, que cuando lo termine va a concurso^^ ¡Gracias! Invisible.

Este capítulo va dedicado a Pat, que tanto me amodia. Yo también te amodio, falsa Clary y anatidaefóbica (como yo) :) En fin, gracias por todo ^^

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Capítulo 16.

Ancel me condujo –o me arrastró– por un entramado de pasillos en el que me perdí en seguida.

Cuando ya llevábamos al menos veinte minutos caminando, se detuvo casi de golpe, lo que hizo que casi me chocara contra él.

 –¿Qué? –pregunté, tratando de encarcelar las emociones en una caja cerrada con llave. Me había prometido que no sacaría conclusiones precipitadas.

–La puerta está abierta –susurró Ancel.

Por el tono de su voz, pude descubrir que lo más habitual era encontrarse con la puerta cerrada a cal y canto, lo cual me extrañó, porque la verdad era que no tenía ni idea de adónde daba.

–¿Qué hay detrás?

–Ahora, oscuridad –noté la sonrisa torcida de Ancel.

–Tengo ojos, genio. ¿Qué hay en esa oscuridad?

–Se supone que el establo.

Abrí los ojos.

–¿Y qué pasa porque la puerta del establo esté abierta? A lo mejor alguien se ha olvidado de cerrar porque se le escapaba el caballo.

–Ese es el problema –dijo Ancel, como si fuera obvio,  aunque yo seguía sin verlo–. Que solo hay un caballo ahí dentro.

Y sabía perfectamente quién era. Ares.

Ancel y yo cruzamos una mirada.

–¿Quienquiera que sea el que ha abierto la puerta, crees que seguirá ahí dentro? –inquirí, mientras más preguntas se me venían a la mente. ¿Qué estará haciendo? ¿Quién puede entrar a la sala?

Ancel echó un raudo vistazo a la rendija entreabierta de la puerta, que permitía ver una franja de oscuridad completa. Luego, volvió a posar sus ojos en mí, con una sonrisa de medio lado que me puso los pelos de punta.

–¿Por qué no me lo dices tú? –dijo.

–¡Ah! Por eso tu sonrisa malvada –arqueé las cejas.

Él rio levemente, pero no contestó.

Me quedé un rato con la mirada puesta en sus extraños ojos ambarinos, cubiertos ahora por una cortina de flequillo color castaño.  Después me volví hacia la puerta entreabierta y saqué mi poder.

Al otro lado de la ventana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora