El Gran Frasco de Hierba para Pipa

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Hace muchos años, cuando aún existía el reino de Doriath y los Noldor recién se asentaban en las fértiles tierras de Beleriand, uno de los primeros nacidos planto la primera planta de hierba para pipa, la que era llamada por los hombres de Numenorë, "galenas dulces".

En un principio, Fingolfin trajo desde Aman la hierba imperecedera que, según decían, tenía el poder de otorgar la felicidad del reino bendecido aunque sea sólo por unos pocos minutos, incluso a los Apanonar, los nacidos después. Fingolfin la cultivó con el fin de recordar, aunque sea sólo por un poco tiempo, la beatitud de Valinor y los días de antaño, cuando brillaban las luces de Telperion y Laurelin.

Con el devenir de las eras, la tierra cambió y la semilla de la hierba se dispersó hasta llegar a las tierras de Eriador y asentarse en los lugares convenientes a su ecología.
A fines de la Segunda Edad del Sol, el bardo Etchelion, se hallaba paseando por los verdes prados del sur de Eregion cuando advirtió el aroma particular de una hierba en flor. Un aroma que lo transportó allende los mares hasta costas de perlas y diamantes, donde la beatitud rebalsaba el aire y donde el tiempo parecía nunca ocurrir o ser sólo una leve sensación. Así pasó Etchelion toda una temporada, hechizado por el perfume. Pero cuando llegó el invierno profundo, supo que se hacia tarde y entonces se apresuró y recolecto las semillas que allí yacían entre las otras hierbas y los pequeños brotes de abedules.
En aquel entonces los hombres de Numenorë ya se hacían a la mar y tenían puertos fortificados en las costas de la tierra media, se habían vuelto codiciosos y establecían señoríos en las tierras costeras; desafiando el nuevo poder oscuro de Sauron, que crecía poco a poco y sin embargo, sin fatiga. Fue asi que Nomdil se encontró con el prado secreto de Etchelion y, sin que este lo supiera, cosechó la totalidad de las flores de la hierba. Cuando Etchelion lo supo un súbito calor se encendió en su pecho y ya no deseo otra cosa que dar con el ladrón, se dijo a sí mismo: " sea elfo, enano u hombre mortal, quien haya mancillado mi prado sufrirá mi ira" y dicho esto se dispuso a la búsqueda de las flores que, de un modo u otro lo llamaban, pues fuerte había sido su amistad antes que llegara Nomdil.
Fue así que tras mucho errar por los bosques, llegó Etchelion a las mansiones donde habitaba Nomdil y su gente, y al observar se dio cuenta de la felicidad de los hombres mortales al fumar la hierba y comprendió que su ira había sido inútil, pues en las risas de los hombres, el elfo escuchaba canciones de antaño y de la gloria del pueblo que ahora comenzaba a menguar.
Entonces Etchelion dejo de lado el arco y el carcaj, la daga y se dirijió a Nomdil y juntos pitaron de esa hermosa planta, y el gran frasco de hierba para pipa fue vaciado en nombre de la amistad de esos dos pueblos, los elfos y los hombres.

La Tierra Media: RelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora