Capítulo 11

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Como si se tratara de un visión del pasado, Naru se encontraba en la bañera doliéndose de su zona abdominal por causa del golpe obtenido la noche anterior. Pensaba en la caótica y difícil situación en la que se encontraba.

"¿Cómo se supone que resuelva esto?"

Ese pensamiento resonaba como un taladro a sus sienes las cuales comenzaban a dolerse por el estrés obtenido, se paró y se dirigió a vestirse de inmediato ya casi era hora de su reunión con las chicas en una sala privada del centro, vistió la ropa más ligera en contraste con el frío que se vivía fuera del lugar.

Las escaleras pulcras y relucientes marcaban el camino a una pequeña habitación con una PC, algunos libros clásicos en un viejo librero además de un teléfono de la década pasada. Dentro del recinto se encontraban sus nuevas compañeras de investigación, sin dirigirse la palabra la una a la otra, la chica intimidante de cabello negro se mecía desesperada por la tardanza del varón pues en cuanto llegó su vista lo perforó por un instante, por su parte Abigail se hallaba sentada en el portátil pues la PC estaba fuera de la red de comunicaciones masiva, además muchas hojas estaban resguardadas bajo un pisa papeles de color negro en forma de rosa.

—Ya era hora—musitó Hilda.

—Lo siento—se disculpó el recién llegado.

—Creo que hay mejores cosas de las que hablar—dijo Abbie—como pensar en lo que haremos.

Hilda se relajó un poco, la rubia tenía razón dadas las circunstancias era poco factible tener roces entre ellos, solo bajó los hombros y se inclinó hacia delante para cerrar un triángulo con una silla y dos asientos improvisados.

—Muy bien, ¿alguien tiene la más ligera idea de lo que pasa? —Hilda tenía más que una razón para terminar con el misterio.

—No, he estado investigado todo tipo de cosas que puedan explicar todo lo que vimos—Abigail postró su portátil en su regazo—pero nada. Nada explica que un Pokémon actué de esa manera.

—No es un Pokémon—interrumpió Naru en medio de miradas de desconfianza—no creo que lo sea.

La playera delgada de color blanco en contraste con su cabello negro provocó que el sobresalto de la entrenadora fuera más notorio.

—¿Por qué puedes decir eso? —interrogó la chica de color oro.

—Porque me pateó, pelee con él y a pesar de poder hacerme algo peor decidió sacarme el aire con una patada.

—Eso no prueba nada.

—Los Pokémon psíquicos intentarían alejarse, si se tratara de un tipo lucha podría entenderse, pero no es el caso—respondió Naru cuya mirada se mostraba más profunda.

—Creo que sería la mejor botarga del mundo si fuera el caso—bromeó la chica de pantalones oscuros.

—Continuemos reuniendo información—Abbie dijo para regresar a la razón que el comentario de Naru había ahuyentado—sean más serios con lo que dicen.

Pasaron las horas, sin embargo, las conclusiones no hacían más que alejarse del uso del pensamiento deductivo, en breves momentos habían llenado un archivo de más de ochenta y ocho páginas en un documento electrónico, los dedos de Abbie se encontraban entumecidos al fungir como secretaria. No porque fuera mucho esfuerzo pues, sus notas requerían de un prolongado tiempo frente al portátil, sino por las notas del festival que sin misericordia su jefe le había asignado cuando Robert optó por hacer más trabajo de campo.

Todos salieron decepcionados del centro a tomar un poco de aire fresco, dar solución a un caso en el que la policía no pudo resolver con todos sus medios, era más que agotador además de las consecuencias que de ello podría venir.

Pokémon: Sweet and Bitter StepsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora