Capítulo 4

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Stephen se encontraba frente a la ventana con un wiski en las manos pensando en los sucesos del día, otra vez, en circunstancias normales al conocer a una señorita en edad casadera la habría evitado como a una plaga pero en esta ocasión él había propiciado un encuentro con ella y había disfrutado de una tarde de música en la que incluso terminó cantando, cosa que no hacía desde hacía años, como bien dijo James, pues hacerlo no le traía gratos recuerdos, pero había querido que Lady Rose se sintisera a gusto con él y le pareció un buen método para lograrlo como terminó sucediendo. Y lo peor había sido durante la cena durante la cual se pasó observándola y buscando cualquier excusa para conversar con ella o hablar de ella. Así se enteró de la razón de su tardía entrada en la  sociedad, a los dieciséis años si padre había pensado que era muy joven y a los dieciocho ese mismo padre había muerto en un accidente con su caballo y ella había guardado luto estricto junto a su madre, eso decía mucho de su amor por el antiguo conde. Él no había llorado por la muerte de su padre, su relación era distante y cuando se enteró de su muerte por carta durante uno de sus viajes se encontró con que no guardaba muchos recuerdos agradables de su convivencia con el duque.
Entre las cosas de las que se enteró fue de la afición de Lady Rose a los libros sobre lugares lejanos y exóticos lo que llevó a una curiosa Lady Rose a preguntarle de sus viajes y teniendo a Stephen pensando en lo mucho que quisiera llevarla él mismo a esos lugares.
Era una locura estar pensando en una inocente jovencita cuando al día siguiente partiría con el hermano de dicha dama a lo que sería una celebración de la soltería y en donde estaba seguro Robert esperaba fueran días de desenfreno entre mujeres y bebidas pero a él en esos momentos no le entusiasmaba la idea. Sólo podía esperar que al salir de esa casa, comenzar el viaje y tener una experimentada mujer entre sus brazos las cosas volvieran a la normalidad, él no podía tener tan mala suerte de caer embobado por la hermana de su amigo porque ni siquiera se podría acercar y robarle un beso sin mayores consecuencias, no podría volver a mirar a la cara a Robert después sin una propuesta formal de matrimonio para Lady Rose y convertirla en la duquesa de Sutherland. Ella encajaría muy bien en el papel, había sido criada para eso, sus modales al conocerlo habían sido elegantes y ensayados, su porte la hacía parecer una reina, la sonrisa que le mostró al conocerlo había sido fría y distante como se esperaba de una dama aunque también debería saber que tenía que suavizar su sonrisa ante un duque soltero, pero su alma albergaba calidez como lo había demostrado con el gesto a las doncellas en la sala de música, estaba seguro había sido entrenada para llevar la casa de un noble y ser la perfecta anfitriona con sus invitados, su madre estaría encantada con ella. Ese fue el pensamiento que logró turbarlo ya estaba fantaseando con un encuentro entre ellas y eso era demasiado realista y peligroso para su salud mental. Definitivamente al día siguiente se despediría de Lady Rose y esperaba no volver a verla por lo menos hasta ella que estuviera casada y a él se le hubiera pasado ese enamoramiento. No, el no estaba enamorado se dijo, no podía estarlo.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora