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- ¿Madre el plan no era cazar al duque? - preguntó Rose lo más bajo posible.  

Lograr estabilizar el retumbar de su corazón ante el tono de las palabras de Stephen era un desafío. Esperaré con ansias... Eso tenía que significar algo. Rose quería soñar que la mirada que le dió Stephen cuando la vio bajar del brazo de Robert en su casa significaba algo. 

- Sí. - Respondió su madre mientras se hacían paso entre las personas. 

Saludaron a muchas personas, hicieron muchas reverencias y la libreta de bailes de Rose estaba casi llena. Había llenado con el nombre de su hermano el tercer vals, realmente no quería bailarlo con nadie más que con Stephen. 

Cuando por fin llegaron donde estaba Enma el baile estaba a punto de empezar y Bristol no estaba por ningún lado. Era el cumpleaños de una baronesa muy influyente en los círculos politicos, su esposo un hombre de gran importancia en el parlamento la llevó al centro de la pista e iniciaron el baile. 

Rose se preguntaba con quien bailaría Stephen, estaba buscándolo entre la multitud cuando apareció Bristol trayendo del brazo a la duquesa viuda. Con los saludos hechos y esperando la siguiente pieza de baile pudo conversar con Bristol y notar cómo en ocasiones anteriores lo fácil que era entablar una conversación con él; no habían los nervios o esa sensación de ¿felicidad? que sentía cuando estaba con Stephen. 

- Espero poder tener la oportunidad de bailar con usted Lady Hamilton. - dijo el marqués tomando su libreta. 

- Creo que aún tengo algunos bailes.- respondió Rose. 

- Ningún vals, veo que la están acaparando. - Bristol escribía en la libreta mientras la miraba como esperando una respuesta a ese comentario.

- Nada de eso. Mi hermano insistió en traernos él mismo al baile, el duque estaba tambien con nosotros y eso llamó mucho la atención. Ya sabe usted como es esto, de un momento a otro tenia a un gran número de caballeros llenando mi carnet de baile. - Con una sonrisa intentó restar importancia a la clara muestra de Stephen en acaparar sus bailes. Ella solo quería saber porque lo hacía.

- Y yo he llegado tarde, solo lo justo para ganarme un lugar en sus tan codiciados bailes. - continuó el marquez sonando apesumbrado pero en su mirada podia notar su diversión.

Rose comenzó a sentir cierto remordimiento por estar casi disfrutando de su galanteria.
Siempre era una batalla matener el carnet de baile lleno. Las madres llevaban a sus hijas por los salones saludando y buscando no siempre sutilmente la invitacion de los caballeros. Las pocas afortunadas terminaban sentadas y relegadas a mirar el baile desde la distancia. Y ella siempre habia mantenido un carnet decentemente lleno pero hoy sus parejas eran en definitiva los mejores partidos. Y el mejor partido era Stephen quien habia escrito dos veces su nombre en el carnet y ahora ella no iba a poder concentrase en nada hasta estar en sus brazos. Prueba de ello es que el Marqués estaba hablando y no le había prestado ninguna atención. Los aplausos para el baile de la agasajada junto a su esposo la libraron de responder a cual fuera el comentario que había hecho el marqués y la llegada de su hermano para su respectivo baile la sacó de tan incómoda situación.

- ¿Debería esperar una visita del marqués para acordar un compromiso? - le preguntó Robert.

- ¿Es que ahora piensas casarme con el primero que se asome a tu despacho? - respondió Rose con burla.

- Solo queria saber si estabas interesada y tener mas claridad para cuando comience el desfile en mi despacho.- siguió Robert.

- ¿Desfile? ¿De que hablas?

- Los pretendientes que vienen a pedirte en matrimonio por supuesto. Ya se acerca el final de la temporada y comenzarán a llegar algunos pidiendo mi bendicion. - dijo muy seguro Robert.

Rose solo pudo mantener una expresión serena debido a los años de practica.  ¿Su hermano esperaba muchas propuestas hacia ella? Rose no se podía imaginar a nadie que fuera a pedirle matrimonio en esta temporada. Ella bailaba, reía de chistes tontos, conversaba lo justo y apropiado, cantaba, tocaba el piano y recitaba. No había paseos en el parque, no habia pretendientes. Y el único por el que ella se había decidido no estaba muy dispuesto al parecer.

- Espero no decepcionarte si no tienes muchos en la fila hacia tu despacho. Pensé que no habia prisa por conseguirme un marido en mi primera temporada. Tú mismo lo dijiste. - quizo mostrarse despreocupada pero en el fondo de su ser sabía que esta temporada era para buscar un marido. Ese era el objetivo. ¿Acaso no seria suficiente una buena dote, un buen apellido, ella no sería suficiente?

- Nada podría decepcionarme de ti. Solo quiero verte feliz. Aun si tuviera que soportar a Bristol toda la vida. - continuó Robert. Casi podía verlo entendiendo sus dudas.

- ¿Y sería tan dificil soportarlo? - siguió ella en un afán de alejarse de sus dudas.

- No lo sé. Este es un mundo pequeño. Aqui en Londres todos nos conocemos puedo darte una descripcion de casi todos los caballeros aqui presentes y aun así no se mucho de él. Eso me hace preguntarme qué es el lo que oculta. - Una mirada penetrante de parte de su hermano mostrandole lo mucho que se preocupaba por ella.

- Y yo solo lo conozco de mis reuniones con Enma y la duquesa, me parece un hombre encantador pero no tengo intención de casarme con él. - Rose no creía que el marqués se decidiera hablar con su hermano, no le había dado ningun indicio de un interés especial hacia él, y quizo tranquilizarlo.

- Solo para que sepas he despachado dos  pretendientes. No te preocupes, las propuestas llegarán. - Dijo Robert volviendo a ser el hermano divertido.

- ¿He tenido dos propuestas? ¿Y cómo es que no sé nada? - Rose estaba realmente sorprendida.

- Nadie que te mereciera. Te aseguro hubiera hablado contigo si supiera que alguno te tenía interesada. - le respondió muy tranquilo.

En ese momento la música acabó y Robert la llevó al lado de su madre que aún seguía en compañia de la duquesa y por supuesto ahí estaba el Marqués. Enma y su marido también volvian de la pista de baile y ella solo pudo mirar el carnet para contar cuantas piezas faltaban para el vals. Cinco. Era demasiado, pero sólo le quedaba esperar y rogar para que nada sucediera. Una zapatilla o el dobladillo de su vestido podía romperse, uno pensaría que con lo que costaban serian mas resistentes pero siempre habia una sala para arreglar estos problemas y ella no quería perderse ningún baile con Stephen.
Solo cinco danzas más y estaría en sus brazos. La orquesta comenzó otra vez y ella salió a bailar su siguiente pieza. Atrapar a un duque no era fácil pero ella si había caído en la trampa hace mucho.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora