Capítulo 9

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Ya estaban a la mitad de la temporada y Rose estaba triunfando o casi, sentía lograr todos sus sueños excepto uno. Había ido a cada sala de té visitando a las matronas más respetadas, cantó, tocó el piano, recitó poemas siendo ovacionada y felicitada por su gran interpretación y sensibilidad durante las tertulias y veladas organizadas por Lady Enma y sus amistades, las cuales la acogieron pronto entre ellas, siempre tenía una corte de pretendientes en los bailes a los que asistía, pero no había logrado atraer a su amor a su lado. Lord Edmond Leblanc su conde francés no había dado muestra de querer formalizar un cortejo, la visitaba, paseaban en Hayde park, en los bailes siempre era de los primeros en solicitarle una pieza siendo encantador y ella siempre quedaba embobada y esperanzada en que por fin el se decidiría, pero nunca nada sucedía. Lo peor, sabía que visitaba a Lady Mary y a otro par de señoritas, era obvio que buscaba esposa. Qué necesitaba para que fuera ella la elegida?
Escucho a alguien aclararse la garganta tras ella y al voltear el objeto de sus fantasías se materializó frente a ella.
- Lady Rose perdone mi atrevimiento, podría hablar con usted, en privado?
Rose no entendía muy bien como harían algo así a la mitad de una fiesta con medio Londres al rededor bailando, observando, cuchicheando y lo más importante escuchando lo que se decía en el baile. Debió notar su confusión y con una sonrisa le ofreció su brazo. Rose buscó a su madre con la mirada y la vió conversando cerca, no vio nada de malo en aceptar la invitación si tan solo caminarían al rededor de la sala. Con mucho nerviosismo tomó el brazo que le ofrecía y con cada paso que daban se preguntaba qué quería decirle, estaría pensando en hablar con su hermano para cortejarla pero quería hablar con ella primero? Estaba comenzando con sus sueños nuevamente cuando él habló
- Mañana me marcho Lady Rose.
Sintió que todo el aire a su alrededor desaparecía, se estaba despidiendo. Él parecía esperar una respuesta pero ella no sabía que decir levantó la mirada y supo que le estaba mostrando lo mucho que le afectaba su partida.
Tomando la mano que tenía en su brazo Lord Edmond la sacó fuera a la terraza, estaban en una sección apenas iluminada sabía que no debería estar con él en ese lugar y aún así no hizo nada cuando se le acercó y tomando su barbilla besó sus labios. Era su primer beso y no entendía porque Lord Edmond se atrevía a dárselo si pensaba irse, es que acaso así le pedía que lo esperase? Tenía algún problema por el que debía marcharse apresuradamente? Quería preguntarle tantas cosas. Estaba tan sumida en sus pensamientos que cuando el conde dio un paso atrás se dio cuenta que no había disfrutado su beso. Su primer beso y ella se la había pasado pensando. Había soñado tanto con ese momento y lo había echado a perder. Aunque pensándolo bien el que lo había echado a perder era él porque ella se había imaginado su beso en el salón de su casa inmediatamente después de la proposición de matrimonio con ella diciendo sí y aprovechando el momento a solas que seguro hubieran tenido para la declaración. Ni una sola vez se imaginó besándose a escondidas en una terraza.
-Perdóneme, no he podido evitarlo. Debo marcharme, un asunto urgente reclama mi presencia en casa. Han sido semanas grandiosas al haberlas podido pasarlas en su agradable compañía. Espero pueda perdonar a un ferviente admirador que no pudo dejar de besar labios tan exquisitos como los suyos. Adiós Lady Rose. Como si nada hubiera pasado tomó su mano y besándole los nudillos se marchó.
Rose no entendía nada, cómo es que un hombre al que consideraba un caballero la había dejado en una terraza oscura después de haberla besado. Ahora tenía que regresar al baile sin que nadie se diera cuenta o su buena reputación sería historia.
- Oh Dios que nadie se de cuenta. Rogó
-Quizá yo pueda ayudarla. Escuchó a su espalda.
Con el corazón latiendo a mil al verse descubierta en tan penosa situación dio la vuelta y si pensaba que no le podía ir peor se equivocaba. Si alguien la encontraba con esta persona a solas en la terraza sería su ruina.

Casi perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora