Metamorfosis

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Osomatsu-san no me pertenece, solo uso sus personajes con el fin de saciar mi pasatiempo.

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Estaba harto, desde la preparatoria que no recibía el mínimo respeto de sus hermanos, él que daba tanto amor y ellos como moneda cambio eran miserias, desgracias y vergüenzas.

¿Cuánto más podía soportar eso? Era el más desafortunado de los seis; por eso no le importo pedir un deseo al templo, después de una jordana en busca de Karamatsu gilr's y fracasar como siempre. De regreso a casa se topó con un templo.

¿Qué más da?pensó al momento de rezar.

Pero se había olvidado de algo, Kami puede cumplir tu petición pero no la manera que uno desea.

Ya era tarde y tendría que apurarse o no alcanzaría a ir a los baños públicos, hubiera aprovechado esos momentos y ya; pero no lo hizo y regresaron ignorando al chico para irse a dormir, nada nuevo, todo normal, sus sueños eran de roca y no pudo sentir el poder de la "bendición" en su cuerpo. En la mañana, sus ojos poco a poco se abrieron; a veces veía el rostro de Ichimatsu, su espalda o simplemente su espacio, pero no se esperó al ver un avergonzado chico arisco mirando con asombro.

—Ohayo—dijo soñoliento crispando al joven— ¿Te sucede algo, brother?—su voz sonaba dulce.

— ¿Ku-Kusomatsu?—pregunto tembloroso.

—Mhn—asintió y el morado salió del futón.

Aún con sueño, perezosamente se levantó ¿Por qué sentía sus ropas más grandes? Nada importante debía de ser, hasta que fue a lavar su cara.

— ¡Kya!—un grito femenino invadió el lugar despertando a los otros cuatro.

— ¿Qué sucede?—exclamo entre sueños el mayor.

— ¡Vamos por el campeonato!—vitoreo sonámbulo el amarillo.

— ¿¡Eh!? Ichimatsu ¿Por qué estás temblando?

— ¿¡Quién fue el maldito que hizo esto!?—exigió Karamatsu abriendo la puerta corrediza y sorprendiendo—Osomatsu-niisan ¿Está es una de tus bromas?—cuestionó agarrándole de la piyama al susodicho.

— ¿¡Karamatsu!?—ella asintió, el mayor ante el descuido agarro sus pechos provocando un gemido involuntario.

El de rojo tuvo un derrame ante la reacción cayendo en el futón.

—No-no es gracio-oso, Niisan—los otros solo tuvieron experiencia auditiva para solo ocasionar un sonrojo y un ligero sangrado.

—Ninis, el desayuno ya es...—sus palabras murieron al ver a esa chica.

Cabello negro un poco arriba de la cintura, ojos celestes, piel cremosa y podría decir la talla que tendría de los pechos aun con las ropas holgadas de la piyama.

—Por favor...—se inclinó la señora—Se mi nuera, no importa a quien elijas y si se puede de una vez todos—los hombres reaccionaron ante la propuesta de su madre.

¿Tan desesperada estaba? ¿No podía confiar en ellos para ser capaces de conseguir una novia?

Mommy...

—Sí, querida—no supo cuando se incorporó y ahora le sostenía las manos.

—Gomen, pero soy Karamatsu

KarakoWhere stories live. Discover now