Fiebre

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Osomatsu-san no me pertenece, solo uso sus personajes con el fin de saciar mi pasatiempo.

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Si algo estaba agradecido Ichimatsu es el sistema de la cruda del segundo, nunca recuerda con exactitud los sucesos de anoche. No recordaría los abrazos y el llanto que se originó en la madrugada por una cosa tan simple; era alivio y desesperación a la vez, su plan de mantenerse lejos e indiferente a la situación parecía irse al caño en cuestión de tiempo.

La dolorosa deliraba, la cruda se volvió al instante en una fiebre, eso se debía a que al caminar rumbo a la casa ella se cayó por el río, él iría a sacarla, pero termino a la orilla antes que pudiera lanzarse; ahora ella sufría un incremento considerable de fiebre.

— ¿Entonces se cayó al canal?—cuestionó el mayor, el cuarto solo pudo asentir—Muy bien, ¿Quién la cuida?

—Yo no lo haré tengo que ir a una cita en grupo

—Yo tengo una firma de autógrafos

—Ne, Ichimatsu y Jyushimatsu ¿Pueden cuidarla?

—Hai—dijo en posición de soldado.

— ¿Y tú que harás?—cuestionó el morado al de rojo.

—De compras, no hay compresas de gel...

Iba a hablar de nuevo, ya que en su sano juicio nunca usaron esas compresas de gel, pero fue demasiado tarde y todos se habían ido dejándolo a cargo de que Jyushi no le contagiara con sus minis defensas. El de amarillo llego con un poco de comida caliente rumbo a la habitación que usaban como zona de descanso y también donde el futón individual está, lo pusieron por el riesgo de contagio y porque el segundo siempre fue muy enfermizo teniendo su cara toda roja.

—Nee-san, te traje comida—exclamó con alegría.

La sonrisa se volvió nerviosa cuando sintió la espalda en el suelo y una boca adueñarse de su cuello. Sus ojos se abrieron en par cuando una mano se colaba por debajo de la sudadera.

—Nee-san ¿Qué ha-hace?

— ¿No querías esto? Jyushi-chan—dijo con sensualidad.

—Kara-niisan—habló queriendo recuperar a su hermano—Debe de apartarse—ordenó con gentileza.

Intento incorporarse, pero lo tenía contra el piso y su retaguardia rozando su entrepierna no ayuda mucho para tratarla con dulzura.

—Nee, Jyushiko ¿Quieres jugar?—esa sonrisa ladina mostraba muchas intenciones oscuras.

El beisbolista se puso serio, en un abrir y cerrar de ojos la chica estaba enrollada en el futón con una cuerda, esta se movía con tal de liberarse. Tomó la temperatura la cual era altísima, por lo general, con esos grados de encima deliraba como si no hubiera mañana.

—Nii-san, no es bueno engañar a Ichimatsu conmigo. Nos va a matar a los dos—respondió con una sonrisa.

Obligó a la chica a comer mientras esta contó sobre sus delirios de una chica de hermosa sonrisa. Jyushimatsu escuchó con atención, al parecer le contó fragmentos de los acontecimientos de la noche y con esa información organizaría un plan; su sonrisa siempre ocultaba muy bien sus ideas.

Después de media hora se fue, su turno había terminado; Ichimatsu era el siguiente.

—Tengo calor—se quejó rodando por toda la habitación.

—Pareces un rollo, Kusuko—habló el cuarto— ¿Por qué está así?

—No querrás saberlo, Ichimatsu-niisan—confesó mientras se iba cerrando la puerta con lentitud.

Ichimatsu no pregunto más.

— ¡Tengo un putero de calor!

—Deja de hacer escándalo—ordenó por décima vez mientras se contenía de golpearla.

Solo la descuido un segundo para remojar la compresa, sintió un ligero peso en su espalda, más unos brazos rodearle los hombros.

—Ichi-Honey, eres malo. Voy a morir de calor—exclamó clavando la barbilla en el hueco del cuello.

—Kusomatsu, alejate. Estás con la fiebre...

—No tengo la piyama—dijo sin más poniendo en blanco al chico gato.

El silencio se instaló por varios minutos.

—Eso es...

—Mis pechos desnudos, sí

— ¿Qué no...?

—No voy usar sostén para dormir, no podrán respirar mis Kara-girls.

Karako cayó al piso, el arisco chico cerraba los ojos con impotencia, empezó a quitarse la sudadera.

—Creo que desperté a cierto amigo...

— ¡Cállate, idiota!

Seguía ciego y con miedo la vistió de no tocar nada más que la tela morada, casi le da un mini infarto al sentir algo de carne; pero eso no lo detuvo para terminar, abrió los ojos suspirando de ya no verla semi-desnuda, tal vez cometió un error. Se veía demasiado linda con la sudadera y la cara roja, le recordaba esa vez que se disfrazó para salvarle el pellejo porque el maldito de Osomatsu no se iba de esta misma habitación.

—Mímame—le exigió con un abrazo sofocante.

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—Nii-san, ya me toca—anunció mientras subía las escaleras.

Había tardado para comprar una cuerda nueva, conociendo a Ichimatsu se pondría en modo "Sama" haciendo suplicar al enfermo por una comprensa fría, aunque fuera de la persona del cual está enamorado. Al abrir la puerta sonrió con emoción; no cuestionaría los hechos de ¿por qué Karako tenía la sudadera? O ¿Ichimatsu usar la playera de Karamatsu? Porque los bordes azules en las playeras de manga corta son del doloroso.

Pero ahí están, en un abrazo y dormidos en el desordenado futón, le hubiera tomado foto semanas atrás para vender en la Convención como BL, ahora lo haría como evidencia para que lo escogieran como padrino.

Esa era una de sus prioridades.

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KarakoWhere stories live. Discover now