Viernes

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Osomatsu-san no me pertenece, solo uso sus personajes con el fin de saciar mi pasatiempo.

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— ¿Maquillaje?

—Hai

— ¿Bolsa?

—Hai

— ¿Celular con pila llena?

—Hai

— ¿Silbato contra violación?

—Hai

—Muy bien, Karako. Recuerda llegar antes de las dos, mira por ambos lados, si te sientes observaba aumenta el paso y si eso no funciona usa el silbato.

—Lo entiendo, Pajamatsu; ya me lo repetiste como cinco veces—se estaba cansado de eso.

Hace media hora que ya estaba lista, pero sus hermanos le hicieron imposible esa tarea antes de hacer un riguroso protocolo. En momentos así deseaba volver ser hombre y ser ignorado, pero como dicen por ahí.

No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes

—Ya me voy, se me hace tarde—dijo con prisa despidiéndose de sus cuatro hermanos.

Ichimatsu no estaba para alivio suyo, no sabía cómo actuar ante él y le molestaba tener que sentir otra vez las putas mariposas; habían roto y debía tener una nueva oportunidad en la vida, encontrar la razón de su Life y la Person of heart.

Ya saben, fall in the love.

Llegó al lugar de manera campanante con minifalda negra, una chaqueta café y una blusa azul. Debía de admitirlo, se lo pasó genial en compañía de esas mujeres hasta una le había propuesto con una mano entre las piernas llegar más que las simples caricias, su cara estaba increíblemente roja y no sabía si era por el alcohol o los nervios que provocaba la rubia.

Claro que era por ella, esa fémina derrochaba feromonas que la hacían sentir en otro lugar; su nombre era Ono Jyushiko y realmente buscaba compañía, como caballero que es planeaba ir a su llamado, pero el reloj interrumpió en un beso de lengua.

—Gomen, girl. It's laterexclamó con sensualidad mientras agarraba de su mentón.

—No importa, solo será rápido...

Sorry, pero mis hermanos son dolor de culo—la chica soltó una risa por ese comentario.

Tambaleándose salió del local y fue directo a su casa. Había recorrido las calles en ese horario, pero ¿Por qué se sentía asechada? Tragó en grueso y aumentó el ritmo de sus piernas, con su perfecto oído escuchó los pasos de otro; con la borrachera encima recordó las advertencias de su hermano, busco en su bolso...

¿¡Dónde carajos estaba su bolso!? ¡Demonios! ¡Lo había dejado en el local! Tenía ganas de llorar, su mala suerte de mierda actuó y necesitaba ayuda como siempre; el miedo se esparció cuando unas manos le cubrieron la boca y la alejaron del camino visible. Rasguño, pataleo y mordió con tal de liberarse; pero cuando al fin sentía que sería libre, la persona volvía a someterla para guardar silencio.

—Silencio, Kusoko—no sabía si llorar de alegría o de rabia.

Le había provocado un susto de muerte y durante esos cinco minutos que estuvo en silencio forzado no se atrevió a decir que era Ichimatus y calmar sus nervios; vaya hermano tenía.

—Señorita—escucharon el grito de la persona que la perseguía—Ha olvidado su bolso—abrió los ojos en grande.

Con destreza se zafó del abrazo protector y fue directo al sendero visible.

—Arigato, no debía de molestarse—agradeció.

—No hay de que... Oye me preguntaba si—sus palabras murieron cuando vio la cara de espanto del cuarto.

— ¿Sí qué?—cuestionó con voz de ultratumba.

—Bue-Bueno, si...—esa mirada le ponía nervioso—Mejor le doy mi tarjeta...—dijo con apuro al entregar un pequeño papel en las manos de la chica.

—Buena noche—se despidió agitando la mano y de paso guardo la tarjetita en la billetera.

— ¿La vas a conservar?—preguntó con molestia.

—Sí, podría ser algún agente que quiera contratar modelos—argumentó con arrogancia mientras se tambaleaba.

—Pensé que con el susto se te iría la borrachera...

—Tú sabes como soy, va y vuelve por las emociones

—Es una molestia tratar contigo ¿Qué pasa si es un contratista para un burdel?―se burló.

—Ya quisieras eso, así tendrías sexo conmigo sin compromisos.

—Sigues molesto por eso, Kusomatsu―la chica detuvo su andar.

El alcohol no era aliado del cuarto Matsu.

—Ya no soy ese idiota—confesó mientras sus ojos lagrimeaban—Ya no quiero ser ese idiota enamorado de ti—los susurros no los podía comprender por los gimoteos.

—No es para que te pongas de pesado, no llores—admitió mientras sostenía su rostro.

No lo diría, sus mejillas se enrojecían por la borrachera y por aguantar tanto; durante todo el tiempo se mostró fuerte como un tempano de hielo, incluso cuando el sake le hizo sacar la verdad sobre su mal de amores, pero no era justo.

—Solo jugaste, no quería preocupar a los demás pero al parecer yo no importo siendo hombre—los ojos de Ichimatsu se abrieron—Y ahora que me quiero una oportunidad, una miserable ventaja de ser feliz; empiezas a actuar como si te importó...

—Deja de decir estupideces

— ¿¡Eh!? Tú eres él que las hace, si no fuera por esto, yo ya no...—sus palabras murieron por un abrazo repentino.

—No lo digas—ordenó mientras sus ojos picaban.

— ¿No decir qué?—cuestionó molesto, él lo sabía.

—Nunca lo vuelvas a mencionar—ya no aguantaría más.

— ¿¡Decir qué, Ichimatsu!? Que la vida no tenía sentido, el dolor era demasiado grande para soportarlo, las esperanzas de ser amado y prefería estar...

—Tú estás aquí, estás vivo, nunca fuiste invisible...—expresó el morado mientras lágrimas recorrían por sus mejillas.

En su mente Karako le hubiera apartado y no dirigiría la palabra durante días, había leído las notas que usaba para calmar el peso del dolor y no sabía si entrar en cólera por su comportamiento tan bipolar con respecto a toda esa situación. Pero ahora solo lo abrazaba, porque eso haría Karamatsu.

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KarakoWhere stories live. Discover now