10.

3.4K 538 77
                                    

                  

El color carmín ni siquiera era suficiente para hacerlo centrarse en lo que había hecho. El señor que alguna vez llamó padre estaba ahí, tirado en el piso.

En su mano aún estaba la botella de cerveza que había estrellado en su cráneo, para posteriormente estar entre los tejidos de piel. La sangre aún estaba en sus manos.

No había algún tipo de remordimiento en su mente. Solo estaba la idea de que aborrecía al señor que yacía en las frías baldosas de aquel piso.

Y los recuerdos vinieron, a hacer un remolino dentro de él. A recordarle todos y cada uno de los motivos por los cuales estaba ahí. Los motivos por los cuales fue totalmente necesario -según él- tener sangre tibia entre sus frías manos.

Los continuos gritos a su madre, los moretones que siempre se hacían presentes en la pálida piel de su viejecilla. Los quejidos y los parches para dolor.

Las constantes duchas a las dos de la madrugada.
Los gritos; que empezaban a la misma hora, y terminaban a la misma hora.

Había aguantado, por qué su madre constantemente le decía que lo dejara. Que era algo con lo cual podía vivir; que era su padre, debía respetarlo.

Era como una pequeña reserva de gas. Poco a poco se iba llenando y llenando. El coraje solo le calaba en cada centímetro de su cuerpo. ¿Que podía hacer?

Lo soportó. Lo soportó hasta donde pudo. Pero tocó el fondo, cuando conoció a Kang SaeRa.

Los recuerdos seguían ahí. Su chica. La chica que tanto adoraba.
La que pudo llegar a su corazón, abrir espacio en él y pudo quedarse de manera permanente.

Recordaba cada detalle. Como la había conocido. Como la primera sonrisa que recibió de ella, la recibió de la manera más espontánea posible. Ella no lo había juzgado. Ella lo había escuchado. Lo había apoyado, y lo había ayudado a salir del hoyo en el cual se encontraba. Poco a poco, paso a paso. Sin prisas.

Había tenido dos acercamientos a la muerte de alguien. Su padre, quien yacía en el piso. Y el de su pequeña SaeRa.

El primero, se había asegurado de hacer el sufrimiento de Taehyung más intenso. Recordándole el estado de su amada, cada vez que intentaba ir al hospital a visitarla. Ella tenía una enfermedad algo rara, que limitaba los movimientos de sus piernas, y poco a poco iba llevándose la vitalidad de ella.

Entonces. Perdió el control. Perdió el control al escuchar a su padre maldecir a su madre, y cuando el intento meterse, recibió lo que colmó por completo las cosas.

"Metete en tus asuntos. No tienes una invalida a la cual ir a ver. ¿Ya murió?"

Su dolor fue intenso. Caló en el fondo. Dolió. Y por eso, por ese dolor, por esa acumulación de penas, hizo lo que nunca hubiera hecho con su cabeza fría.

Namjoon se adentró. Tuvo un colapso mental en ese mismo instante. No sabía que hacer. Lo abrumaba la imagen.

―T...Taehyung.― Fue lo que dijo. Lo que pudo obligarse a pronunciar. El menor lo miró, y le regaló una sonrisa con pesar.

Las lágrimas empezaron a salir de los ojos de ambos.

Namjoon sacó su celular. Y Taehyung bajó la cabeza. Él sabía su error, todo lo que había hecho tenía su repercusión. Y lo aceptaría.

―Vete.― Dijo el chico que aún veía la escena.― ¿Dónde está tu madre?

Taehyung señaló la esquina, en donde estaba la madre de él, tenía un golpe en la frente.

Taehyung se levantó, aún un poco aturdido y dejó a su padre en el piso.

―Vete, V. Yo me encargo.― Dijo con voz firme. Tratando de convencerse de que sabría que hacer, pero la verdad es que no sabía que haría.

Taehyung salió. Y en cuanto lo hizo, las lágrimas empezaron a salir sin que pudieran detenerlas. Namjoon no sabía que hacer, así que tomo su celular. Haría la cuartada perfecta, y si él tenía que sufrir en ese momento, en vez de su amigo. Lo haría.

Marcó primero a Jungkook. Su amigo, menor por algunos años, pero que sin embargo pudo decirle exactamente lo que esperaba.

―Vine a ver a Taehyung. Estoy en su casa. Su padre no respira. Ayúdame.― Después de eso, marcó a la policía.

Y toda la pesadilla inicio. De nuevo.

Namjoon fue llevado a la comisaria. Ahí fue interrogado. Dijo todo, mintió, sí, pero dijo lo que vio y como había llegado al lugar.

Taehyung tenía que estar a salvo. Y de Namjoon dependía eso.

― ¿Hay alguien del que sospeches, Kim Namjoon?

―Si. Min Yoongi.








En un mundo en el que se salva al que hiere, y se castiga al que no. ¿Mentir sería una mala idea? Namjoon no lo creyó así.

-

Tal vez» NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora