Capítulo 5- Cenizas y polvo

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Me quede  sentado junto a ella mirando al cielo,  ni siquiera me hubiera percatado del paso del tiempo si no fuera por esas nubes, el viento susurrando… el zumbido de las moscas… el hedor de mi locura…

Locura… me pregunto que es estar cuerdo… la gente llama locos a todos aquellos que no piensan como ellos, pero al fin y al cabo todo es relativo, ideales, puntos de vista o incluso la propia moral humana… todo eso cambia según los ojos con que lo mires, sinceramente  la moral no es nada más que un absurdo código al que muchos se atienen, tan solo para hacer ver que son mejores al resto, tan solo para que aquellos que de verdad comprenden el mundo  tengan sometidos a las mentes inferiores…

Baje la mirada y vi como una chica y su madre huían hacia el este,  en ese momento pude haberlas alcanzado, la madre estaba malherida y apenas podía seguir el ritmo,  ni siquiera me importaba ya… De todas formas yo ya estaba muerto,  morir significa desaparecer de este mundo, solo seguirás vivo mientras perdures en un recuerdo, y en ese momento todos quienes me conocían habían muerto, no era nadie… nadie sabía mi nombre, nadie sabía de mi mera existencia…  olvidado…

Recogí lo necesario. Comida, una par de cuchillos, una espada,  el colgante de María y esas grandes garras metálicas que su padre forjo.  Aún conservo ese colgante…

Salí de la aldea rumbo oeste,  mire hacia atrás viendo la masacre y sin inmutarme seguí mi camino, dejando atrás esta vez algo más que muerte y horror, sino lo que fui y lo que pudiera haber sido…

Diario de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora