Capítulo 11: Sombras y demonios

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Capítulo 11: Sombras y demonios

Una ligera protección bajo la túnica como todos los hermanos, y la daga que me dio Lucius bien afilada y cuidada, algo más corta que una espada. Lucius llevaba la capa medio abierta dejando ver una colección de distintos cuchillos en un cinturón que le rodeaba el pecho, en su mano una daga algo más corta y curvada que las nuestras. Grim iba como siempre, ya había desenfundado sus cuchillas cuando se acercaron los demás hermanos.

Unas fugaces y más que suficientes palabras que susurramos entre nuestros ojos, fueron todo lo que hablamos antes de irnos.

El infinito silencio mientras recorríamos aquellos profundos pasadizos me crispaba los nervios, me sentía en calma, pero aun así algo me inquietaba. A medida que nos adentrábamos la oscuridad se hacía más negra, podía oír la combustión del fuego en la antorcha de Lucius, así como podía oír el cuchicheo de las ratas jugueteando y escondiéndose entre las cuencas vacías de los cráneos que llenaban el suelo... Al llegar a la puerta vimos una reja de hierro sujetada por una polea, Grim tuvo que levantar la puerta mientras los otros pasábamos uno por uno. Incluso un bruto sin cerebro puede ser útil... cuando la dejo cayo aplomo cerrándose de nuevo tras nosotros.

El sonido retumbo por el túnel, salimos por una bodega escabulléndonos entre las sombras, evitando a los soldados y consiguiendo llegar al patio. Lucius y los otros se desviaron por las mazmorras mientras Grim y yo atajamos por los jardines ocultos tras la vegetación. Uno de los soldados decidió aliviarse entre las plantas, nada más sacar su miembro de los pantalones se percató de nuestra presencia frente a él, pero Grim más rápido que su grito hundió una de sus cuchillas atreves de su mentón, sobresaliendo esta por la frente del hombre. Arrastramos el cuerpo hasta los helechos, Grim le escupió sobre la polla y seguimos.

El iba delante, preparado para saltar en cualquier momento sobre un imprevisto, mientras yo le seguía algo más alejado cubriendo la retaguardia. Llegamos sin más percances hasta la brecha en la torre, estaba muy alta pero Grim me ayudo a saltar y una vez dentro baje lentamente las escaleras. Allí estaban, las llaves a mi alcance, solo un gordo roncando me separaban de ellas, saque mi daga. En cuanto volvió a roncar metí la hoja por su garganta tan adentro como pude, el gordo ya despierto sin poder hacer nada intento inútilmente balbucear un grito de dolor, pero únicamente consiguió verse más ridículo aun, retorciéndose en el suelo, vomitando su propia sangre con los ojos desorbitados.

La espiral de las escaleras nos llevó a la parte más alta de la torre, desde ahí pude ver toda la ciudad, los bosques que un día cruce y las luces nocturnas que a pesar de todo seguían tan lejanas. Inalcanzables...

Por un segundo deje de pensar donde estaba, tan solo consciente del peso del colgante sobre mí pecho. Ha veces se me iba la cabeza... Eran apenas unos instantes, un parpadeo donde mi mente se perdía. Algunas veces entre fuego i sombras... otras entre mechones de pelo rubio...

Una robusta puerta de madera nos cortaba el paso. Una patada hubiera bastado a Grim para abrirla, pero tuvo que controlar sus ganas, casi me resulto hasta cómico verle manejando con delicadeza unas ganzúas. Justo antes de entrar vimos como Lucius y los hermanos corrían por el patio devuelta para las catacumbas.

La habitación envuelta en un manto polvo había sido en otro tiempo la alcoba de alguien, pues quedaba una vieja y rota cama. A la izquierda de las roídas estanterías que guardaban mohosos libros y arañas, estaba la mesa. A la derecha una pila de cajas rotas, barriles, basura...

Grim se puso a tirar los libros de la estantería, yo revise la basura. Paso poco tiempo hasta que me fije, bajo la mesa al lado de una muñeca estaba un libro de tapa oscura, rugoso, parecía forrado en piel.

"Grimorio de Kabeel"...

Según las leyendas este era un libro maldito, el cual contenía los secretos de la magia negra, pero no fueron conjuros sino extrañas formulas las que halle, esquemas detallados del cuerpo humano, directrices para lograr despellejar a un hombre sin dañar la piel. Muchas veces haciendo referencia al término "Necrociencia".

Grim me arranco el libro de las manos antes de siquiera entender aquellos macabros dibujos.

- Muévete niño

No hice ningún comentario... Corrimos escaleras abajo pero entonces oímos la alarma. Abajo 2 de ellos nos esperaban, Grim sin la más mínima vacilación salto sobre ellos. El primero cruzo su espada con una de las cuchillas de Grim, pero este le repelió en dos movimientos, el tercer movimiento fue el choque de la segunda espada contra una protección en X de sus cuchillas, al bloquearle i antes de que el otro guardia se incorporase empujo a este contra la pared aplastándole la nuez contra el filo de sus cuchillas. Por suerte me había adelantado y cuando el otro se dispuso para atacarle le corte casi por la mitad cercenando en la zona lumbar y quedándoseme la daga incrustada en su columna vertebral.

Salimos corriendo de la torre dejando tras nosotros sangrientas huellas que con la hierba fueron desapareciendo.

Las campanadas eran como tambores anunciando nuestra muerte, los arqueros disparaban desde las murallas, cada vez veíamos más gente a nuestras espaldas. Corrí tanto como pude, echaba en falta el aire, sentí como mis piernas estaban al límite. Como odiaba esa sensación de mortalidad...

En ese momento Grim me cogió ventaja, bajamos hasta el túnel perseguidos por los gritos de los guerreros, los cuales teníamos en cierta ventaja. Grim levanto la puerta, pero no espero un instante más para que yo cruzara.

-Lo siento niño, pero alguien tiene que darme tiempo... - Grim se fue con una mueca feliz y taimada, la puerta pesaba demasiado...

Diario de un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora