Camelias de invierno y una nariz congelada.

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Lentamente, el pequeño príncipe rubio se encontraba preparándose para salir se encontraba preparándose para salir, poniendose medias de mujer debajo del pantalón, apilando suéteres en su cuerpo, una bufanda de cuero negros , mientras que se ponía sin dedos sobre estos, Deslizando sus pies en unas botas rojas, delicadamente acomodando sus pantalones negros y todos los suéteres que traía debajo de la chaqueta.
Listo para emprender su paseo en este particularmente gélido dia estaba preparado para todo, o al menos eso pensaba. Al momento de poner un pie fuera de los interiores del castillo pudo sentir como el frío lo envolvía completamente, debía hacer mucho frío pues sintió su nariz congelarse al instante así que decidió acomodarse la bufanda sobre la nariz con la mano derecha.

Lentamente la nieve caía, tenía ese aire de melancolía y tristeza ver como la nieve caía desde muy alto con sus altas esperanzas, luego justo al tocar algo se deshacía... podía sentir la nieve acariciando su cuerpo era una sensación de autonomía e independencia escuchar era una sensación de soledad al mismo tiempo, le hacía recordar cosa bellas... cosas emocionantes... cosas vergonzosas... pero sobretodo le hacía recordar cosas dolorosas para el. Sentia unas profundas ganas de llorar, pero las lágrimas no salían, le daban ganas de solo quedarse tumbado alli, pero eso no seria bueno para su salud, no moriría por hipotermia pero tampoco saldría como nuevo.

Los inviernos rusos habian sido los inviernos más fríos que el había conocido, pero que fuesen fríos no significaba que no le gustasen, le encantaba tocar música mientras hacían ventiscas, y mientras no nevara, lloviera o hiciese mucho aire, le encantaba tocar música afuera, la música era algo que realmente se le daba bien. Lentamente levantó su cabeza hacia arriba para mirar el grisáceo cielo, cayendo nieve en sus ojos, respirando nieve, su rostro comenzaba a mojarse por la nieve y su nariz y párpados comenzaban a doler.
«Tal vez debería comenzar a moverme...» Pensó para si mismo mientras lentamente caminaba hacia un arbusto de rojas camelias japónicas... le parece irónico que solo esas flores de suma belleza y elegancia sobrevivieron al invierno, pero después de todo la regla de la vida es el más apto y fuerte- no, con más capacidades de adaptación sobreviven... si, esta mejor dicho así...
Con solo la nieve crujiendo entre sus pies y el suelo, caminando despreocupadamente, dando pasos con 0% de fricción, su cuerpo se las jugo en contra de el, haciendo que cayera sobre su espalda, llenándose todo el cuerpo de nieve, si no estuviese usando medias de mujer, sus piernas estarian ardiendo por el frío de la nieve. El chico se quedó tendido en el suelo por unos minutos hasta que el dolor paso y al tratarse de levantar volvió a resbalar con la nieve derretida a su alrededor pero esta bes cayó sobre su estómago, comenzando a poner de mal humor, decidió ponerse de pie costase lo que costara, haciéndole caer varias veces por la brusquedad con la que se levantaba, luego después de varios intentos, decidió gatear fuera del charco de nieve semi derretida hacia la nieve fresca y levantarse.
«es lo unico que no me gusta del invierno... resbalar con la nieve» Pensó para si mismo mientras se detenía frente al hermoso arbusto de flores rojas cubiertas por una capa de nieve.
Al ver la nieve cubriendo las camelias, Yuri suavemente las sacudió y les quitó un poco de la nieve de encima.

Hacía frío, mucho frío en el exterior. Otabek, inmune totalmente al frío, podía notarlo en el ambiente más que otra cosa. El viento soplaba fuerte y el cielo estaba gris, sin mostrar ni un poco la luz del sol. Era de día y tenía la cortina del despacho totalmente descorrida. El día estaba siendo muy tranquilo, pues estaba claro que los sirvientes y demás personal del castillo tenía demasiado frío como para estar por ahí tocando las narices con tonterías. Así pues y sin decir nada, aprovechó para saltar por la ventana y bajar hasta los helados jardines del castillo.

Caminó lentamente por allí y se acercó a un par de flores. Recordaba las palabras de J.J sobre su origen y la naturaleza. Por lo que quería ver hasta qué punto estaba en lo cierto o errado. Así pues, acercó la mano a una de esas flores y, para su gran desgracia, se marchitó. Estaba tan claro que el vampiro irradiaba oscuridad y muerte que las flores se morían si pretendía tener contacto directo con ellas. Suspiró con cierta tristeza y gran molestia.

-Las cosas no cambian... -apretó los dientes- más bien empeoran.

Aquellos sentimientos, aquellos actos, eran cosas que no quería que nadie supiera o pudiera ver con facilidad, pues demostraban una debilidad muy impropia de el.

Iba a probar suerte con la otra flor cuando, de pronto, escuchó un golpe. El joven se giró y miró en la dirección de la que venía el sonido. Sin hacer ruido, se subió en un árbol y saltó hacia otro delicada y sutilmente. Desde la protección de las hojas, pudo ver al joven príncipe tirado en el suelo y que no podía levantarse. Otabek rodó los ojos al darse cuenta de que más que un chico parecía una cebolla con tanta ropa. Lo miró desde allí, sin poder evitar sonreír divertido. Hasta que, finalmente, el chico "se salvó" de su cárcel de nieve. Lo miró y vio que se acercaba a unas flores para quitarles la nieve. El vampiro miró las flores de aquel arbusto y sonrió suavemente para, rápidamente, saltar y colocarse al lado del mismo y a una distancia prudencial del chico.


-Hermosas flores... -murmuró sin alzar la voz para no asustarle-. Una vez, alguien muy especial, me dijo que las flores más hermosas son aquellas que son capaces de sobrevivir a cualquier adversidad... -sus ojos rojos se posaron sobre una de las flores y acercó la mano, pero no la tocó-. No sé si lo decía por las flores en sí o por qué, pero es una bonita frase, ¿no crees? -comentó mirándolo fijamente.


El escuchar una sutil voz detrás suyo no le exalto para nada, pues había escuchado la nieve crujir el momento en el que se había parado detrás suyo, aunque no la había escuchado llegar.-Naturalmente... los seres vivos nos sentimos atraídos hacia lo más fuerte o lo más débil dependiendo de nuestro lugar...- Dijo sin levantar la mirada de las flores pensando en el arco sin flechas que traía debajo de todas sus capas de ropa mientras miraba la mano grisácea que se acercaba a las flores, sintiendo como sus pantalones se mojaban y por consiguiente mojando las medias que tenía debjo, dejándole una sensación de frío incomoda.-sinceramente pienso que el invierno es más asombroso y delicado que cualquier otra estación del año -dijo en una voz baja ya que se sentía raro hablar en voz alta con todo ese silencio, desenvolviéndose la enorme bufanda, sosteniendo los finales de esta con sus manos cerca de su estómago para que no se mojara con la nieve. - Ciertamente es muy frío... los inviernos rusos son muy fríos...-.Al levantar la mirada y seguir el brazo que aún se asomaba por un costado suyo, se encontró con un hombre de apariencia imponente y sería, un tanto descubierto, puesto que no llevaba una camisa, haciendo que el pensara que estaba en alguna clase de entrenamiento riguroso para soportar las condiciones más extremas.

«no debo de hablar o preguntar más de lo que deberia, no es de mi inconvencia sus problemas o entrenamientos personales, así como las personas se abstiene de preguntar sobre todo lo que concierne a mi pasado, yo me abstendré de igual manera» se dijo a sí mismo mordiéndose la lengua para evitar hacer preguntas innecesarias y que probablemente incomodarian a ambos.  

-¡Joven príncipe! ¿Donde esta joven príncipe? - Una insegura y temblorosa voz repetía esto incesantemente hasta que a lo lejos divisó una figura de un hombre de cabello negro y que aunque no podía ver bien, probablemente traía unas redondas gafas.

-El cerdo me encontró... -dijo Yuri para si mismo en un tono amargo y agrio mientras se volteaba para posteriormente echar a correr dejando caer su bufanda en el acto.

-Disculpe señor altin, ¿ha visto a un joven rubio con apariencia de princesa?- Dijo el joven de cabello negro mientras se acomodaba las gafas en un gesto nervioso -¡¡PERO SI USTED ES EL SEÑOR ALTIN!! -Dijo el joven mientras hacía una reverencia inclinada -Soy Yuuri Katsuki el mayordomo principal de el castillo -El joven Vampiro recogió la bufanda que se le había caído a Yuri, sosteniendola levemente en sus brazos cuando el joven Yuuri se dispuso a estrechar la mano a Otabek, este retrocedió instintivamente haciendo que Yuuri se inquietara por ello.

-Disculpa hay un lugar al que tengo que ir...- Dijo estando ya de espaldas al mayordomo comenzando a caminar sin mirar atrás «eso estuvo bastante cera... un poco más y hubiera..»

Otabek comenzó a caminar a un paso acelerado hacia la dirección en la que el joven príncipe había escapado, buscandole para entregarle su bufanda. Todo parecía ir sobre ruedas hasta que un par de manos le jalaron de el rostro poniendo unos delicados dedos sobre su boca haciendo que Otabek reaccionara y se diera la vuelta inmediatamente alejándose lo más posible de quien fuese que le había tocado. 

«Tal vez aun hay tiempo» se dijo a si mismo con una expresión desesperada «...Tal vez si cortamos sus manos no morirá» se decía con temor a mirar a la persona muriendo pero al mirar no era nada como lo que estaba esperando que pasara.


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⏰ Última actualización: Nov 16, 2017 ⏰

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El invierno más frío. (OtaYuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora