Capítulo 4

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Mientras todos te molestan si parar se espera que con el tiempo las cosas cambien o al menos, que mejoren. Pero nada fue así. Estaba ya en el segundo grado de secundaria y las bromas, amenazas y palizas se hacían cada vez peores. Aunque siempre me mantuve fuerte ante los golpes o insultos, por dentro era cuestión de segundos para que me derrumbara por completo.

La razón por la que me mantenía fuerte, era porque así lo habría hecho mi abuela y yo quería que se siguiera sintiendo orgullosa de mi. No bajé los calificaciones, en vez de eso, las mejoré, aún así del trato de los maestros dependía mi futuro, y muchas veces me reclamaban faltas que no tenía y lo respalde con los apuntes y memorizando lo que los maestros decían.

Por lo que supe, alguien importante había arreglado para que nunca me expulsaran y me dieran el lugar académico que me merecía. Por supuesto que había sido Ale, quien se había vuelto muy popular entre las niñas, todas estaba enamoradas de él, pero eso a mí no me importaba, seguía molesta con él.

Un mes y medio después del inicio de clases entraron dos chicos, pero como siempre por estar tan concentrada en mi misma no puse atención a sus nombres. Nuestro salón era exactamente igual al de primaria, solo que los pupitres eran más altos y compartidos. Uno de los dos chicos se sentó en el antiguo lugar de Ale, justo a lado de Caroline y el otro en el asiento que nadie quería: a mi lado.

—Hola –baje la mirada esperando que también se burlara o me dijera algo –¿Cómo te llamas? –Lo miré sorprendida, no podía creer que no supiera mi nombre. Soy el centro de atención para molestar en esta escuela.

—Señor, Schafer.

—¿Si, maestra? –dijo el chico mirando hacia el frente.

—Le voy a pedir de forma estricta, que no hable con ese adefesio a su lado –todo el salón se rió, ella siempre solía decirme así.

—¿Qué? ¿Porqué le dice así? –se escuchaba muy indignado y yo me atrevía a despegar la vista de mi libro.

—Señor Schafer, si no quiere ser castigado, nisiquiera le dirija la mirada.

—¿Pero de qué rayos está hablando?

—Deja de hablar. Te van a castigar –me limité a decirle. Él me observó.

—¿Porque te dice así?

—¿No lo sabes? –lo miré incrédula.

—¡Azura lárgate!

Ni bien había terminado la frase la maestra yo ya había recogido mis cosas y estaba saliendo del salón mientras escuchaba las risas de todos.

Me dirigí a la biblioteca, sabía que no podría regresar a clase hasta después del receso, por lo que me escondí en un pasillo a leer lo primero que vi. Era un libro de Psicofisiología bastante interesante.

Estuve toda la mañana estudiando y leyendo el libro hasta que escuche la campana del descanso, salí hacia el patio principal, desde que Ale se había ido, no volví al jardín trasero nunca más. Pero, debía pasar por ese jardín trasero, ahí alcance a ver a los dos chicos nuevos de mi clase. El que se había sentado a mi lado, ahora que lo pensaba era raro, ya que había muchos otros lugares mejores; el chico estaba frente a su amigo, se veía enojado y al acercarme comprobé que estaba gritando, el otro trataba de calmarlo.

—Ya, tranquilo ¿Si? Tal vez... –se detuvo al verme.

Sus ojos verdes se clavaron en mi por encima del hombro del otro chico quien se giró y frunció el ceño acercándose a mí.

—Tú –me señaló –¿Por qué te fuiste? ¿Porque te llamó así? No entiendo nada de lo que está pasando –el de ojos verdes se colocó entre ambos.

¿Princesa? |#1| © TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora