Epílogo

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Mal se detuvo una vez que llegó a la puerta de Evie's 4 hearts, dudando en tocar. Antes de arrepentirse, lo hizo.

—Un segundo.

Mal esperó pacientemente. Todos estaban atareados por el baile que se celebraría en la noche, en especial la diseñadora. Tenía aún trabajo que hacer para que todos los estudiantes tuvieran su atuendo completo.

—Hola Mal —dijo la chica abriendo la puerta—.  ¿Lista para esta noche? —preguntó sentándose inmediatamente de nuevo en su escritorio.

—Hola Dizzy. ¿Aún muchos accesorios por terminar?

—No, no muchos. La mayoría ya están aquí sobre la mesa. Dime qué te parecen.

La hija de Maléfica se acercó, observando todos los dijes en forma de corazón hechos de rubíes y pasando su dedo índice sobre ellos, sin decir nada al respecto.

—¿No te gustan?

—No, no es eso —disipó, mostrando con mucho esfuerzo una sonrisa—.  Son hermosos. A Evie le hubiera encantado usar uno así.

—Toma el tuyo  —le obsequió Dizzy, no sin antes dar un suspiro.

Mal tomó uno de ellos en su mano, observando los destellos y reflejos del traslúcido diamante. Todas las chicas habían acordado usarlo en el evento, en memoria a la hija de la Reina Malvada quien desafortunadamente había perdido la vida hace exactamente un mes. Lo cubrió y lo estrechó protegiéndolo, como si se tratara del corazón real de Evie.

—Para los chicos hice esto.

Dizzy levantó una tela, y debajo habían unos discretos pin para la ropa dorados en forma de manzana.

—Dizzy, son increíbles —aduló tomando tomando uno en sus dedos.

 —Gracias Mal.

—Extrañas mucho a Evie, ¿cierto? —preguntó con tacto dejando el pin en el escritorio.

—Si hubiera sabido que la vez que me fueron a visitar iba a ser la última vez que la vería, nunca hubiera dejado que se fuera —dijo cabizbaja, levantándose de la silla.

—Lo entiendo, créeme. Ustedes parecían muy buenas amigas.

—No, era mi hermana mayor.

Mal pudo sentir una punzada en su corazón. Se acercó y le dio un gran abrazo.

—También la extraño, no sabes cuánto. 

Después de unos segundos más, se apartaron para no dejar que los recuerdos volvieran, pues ya habían derramado suficientes lágrimas en el transcurso del mes. Cada que Mal la veía caminando por los pasillos o metiendo sus libros a su casillero, no podía dejar de recordar el momento en que fue traída a Auradon. Fue una decisión repentina de Ben, pues todos estaban seguros que vivir en este lugar era algo que ambas siempre habían deseado. Ese día llegó con una sonrisa que no le cabía en el rostro, pero se desvaneció en seguida cuando preguntó por Evie. Mal nunca había visto llorar a alguien de la manera tan desgarradora como lo hizo Dizzy.

—Nos vemos en un rato, Diz.

Mal salió y observó una última vez antes de cerrar la puerta. Lo único que quedaba de la habitación anterior era el escritorio. Todas las telas, los vestidos, listones, bosquejos, hilos y agujas ya no estaban. Todo lo habían movido de lugar, para que la pequeña no se enterara de quién solía ser la habitación. Cerró la puerta, en la que el el letrero de la antigua línea de diseño solía estar. Ahora sólo quedaba el pegamento adherido a la madera. Cuando iba a seguir su camino, se topó con otra persona.

—Hola Doug, ¿vienes por tu insignia?

—Sí —dijo acomodando sus lentes—. A ella le gustaría que fuera.

—Me alegro que te animaras a ir. Sé... Sé que ha sido igual de duro para ti.

—No te imaginas. Aún siento que la voy a ver en clase de química cuando llego a primera hora de la mañana, o solamente caminando por ahí, haciendo ruido con sus zapatos altos —recordó sonriendo, y luego se encogió de hombros—.  Incluso en el baile de esta noche, aunque sé que ella ya no está aquí.

—Sé que lo estará de alguna manera.






El baile que se celebraría cuatro semanas atrás, fue aplazado por respeto, además de que nadie tendría el ánimo para asistir si lo realizaban antes. Todos estaban en el barco, portando debidamente sus accesorios y hablando unos con otros. Las trompetas comenzaron a sonar, haciendo que todos guardaran silencio.

''La futura Lady Mal''.

Mal bajó de las escaleras del barco, portando el ampón vestido dorado con detalles en azul que Evie le había diseñado. Antes no era de su total agrado, pero ahora no quería quitárselo nunca. Se unió con Jay y Carlos, quienes la esperaban abajo. Cerca de ellos estaban Doug, Lonnie, Dizzy y Jane.

—Lindo vestido —comentó Carlos.

—Es mi favorito, igual que los zapatos.

—Un mes difícil, ¿huh? —recalcó Jay, rodeándola con su brazo, con una sonrisa a medias.

—Y que lo digas. Aún me sigo preguntando qué hubiera pasado si nunca hubiera ido a la Isla.

—Mal  —la nombró DeVil serio, llamándole la atención.

—Ya hablamos sobre esto muchas veces. Deja de culparte, ninguno de nosotros debe cargar con lo que pasó —subrayó el hijo de Jafar.

Una vez más los instrumentos musicales hicieron su aparición, esta vez tocando una melodía distinta.

''El Rey Benjamin''.

Ben salió, agradeciendo los aplausos y la reverencia. Con señas le indicó a Mal subir de nuevo junto a él. Una vez arriba se tomaron de la mano, buscando fuerza.

''Para Evie''.

El vitral se descubrió con un nuevo diseño: mosaicos traslucientes en blanco, negro, rojo y azul formando la silueta de Evie, causándoles a todos una sensación agridulce al hacerlos recordar los momentos que compartieron con ella. La tormenta ya había pasado, había sido para todos un mes entero de duelo y un proceso de aceptación que aprendieron a sobrellevar. La noticia les había caído por sorpresa a todos haciéndolo aún más doloroso, pues cuando el barco atracó en Auradon lamentablemente ya no había nada por hacer.

Desde ese momento, la rivalidad entre la Isla de los Perdidos creció a un nivel sin límite, y pronto tomarían medidas para sacar de ese infierno a todos los chicos inocentes.



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«No te atrevas a cerrar los ojos» | DescendientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora