El Viaje por un sol; la historia de Lestat

Cenizas de Barcelona

Salir del búnker después de todo ese tiempo dentro fue reconfortante, sentir el viento en el rostro y poder ver el sol era perfecto.
No sabía cuánto tiempo estuvimos en el búnker, si las marcas de mi padre era correctas eran más de 3 meses. La barba de mi padre ya era larga, estaba descuidada y ya mostraba algunas canas en ella.
Mi cabello había crecido bastante, era un poco incómodo, después de vivir una vida acostumbrado al cabello corto, el que mi cabello cubriera mis ojos no me gustaba.

Lestat- ¿Podemos ir al peluquero?- mi pregunta causó la risa de mi padre, la risa era tanta que intento no arrodillarse del dolor en el estómago, no entendía que pasaba, que era tan gracioso.

Papá- no creo que sea posible por un Tiempo, pero quizás en casa encontremos algo-

De su cuello salio una llave plateada, acercándose a una puerta quemada y deteriorada, intentó introducirla, pero al hacerlo empujó la puerta la cual se abrió sin ningún esfuerzo.

Papá- bueno, parece que olvide poner la cerradura- una risa escapó de ambos.
Papá intentaba mantener el buen humor para alejar mi mente de lo sucedido en el búnker, mi cabello cubría el hilo que mantenía unida la piel de mi frente.

Papá- debemos encontrar Algo para cubrir esa herida, no quiero que se infecte, sería difícil encontrar un médico, pero buscaremos en la farmacia medicinas para tratar la herida-

Por alguna razón el dolor insoportable había desaparecido, mi mente no lo enfocaba y prefería observar a mi alrededor.
Nuestra casa por dentro no parecía tan dañada como lo parecía por fuera, por fuera un color negro y café decoraban las paredes, como una hoja de papel mal quemada, en cambio por dentro estaba con el mismo color beige original. El polvo parecía estar ahora en todos lados, aquella casa que una vez estuvo limpia ahora estaba bajo una capa de polvo y suciedad.

Al caminar se sentía un sentimiento de vacío, un nudo en el estómago y una soledad enorme. Papá corrió al baño y las habitaciones para buscar cosas que seguro el consideraba importantes, pero para mí la prioridad eran mis libros y y lápices, camine a buscarlos al estante de libros junto a la chimenea, la cual por alguna razón tenía cenizas recientes, aunque no recordaba que hubiera leña, o alguien que la encendiera.

En el piso de arriba mi padre busco en los cajones tanta ropa como la maleta pudiera llevar, 4 cambios para ambos eran suficientes, las lámparas y cerillas eran necesarias además de ocupar poco espacio por lo que prefirió no guardarlas en la maleta; vendas, agua, comida enlatada, una navaja Suiza, medicinas varias, cuchillos que mi padre tenía de colección, dos brújulas, 3 relojes con alarma y 2 pares de zapatos, además de un pequeño espacio aún por llenar de algo útil, fueron todo lo necesario para poder salir de casa.
Yo en una mochila no muy grande y con un color azul muy colorido, decidí echar unos libros, lápices y golosinas, cosas que a cualquiera de mi edad le gustan.
Nos dirigimos a la entrada y nos paramos frente a la puerta cerrada.

Papá me miró a los ojos y abrió la puerta, ambos los sabíamos, el más que yo, era hora de un largo viaje.

La luz del sol estaba en lo más alto, el calor era demasiado fuerte pero había un viento que llevaba consigo un silencio, un gran silencio. Al pararnos en la calle no pude evitar el quedarme congelado ante la escena; toda la calle, la ciudad, las casas, todo parecía estar en ruinas, la calle de planella estaba totalmente desolada, los coches tenían rotos los cristales, y quemados los neumáticos, parecía como si un gran incendio hubiera quemado toda la calle.

Una tos me hizo salir de mi trance, el aire se sentía cargado de polvo, y dificultaba respirar.
Papá al verme tomo una máscara de gas y me la coloco tan cómoda como le fue posible.

Papá- No tengo muy seguro de adónde ir, ni como hacerlo, pero se que debemos movernos para sobrevivir-.

Lestat- porque no vamos al aeropuerto, podemos irnos volando a donde queramos-.