Oportunidades

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Bakugou Katsuki por lo general conseguía lo que quería sin mucho esfuerzo. No había casi nada ni nadie que se negara a hacer su voluntad y lo mejor de todo el asunto era que ni siquiera tenía que pedirlo.

Desde pequeño siempre demostró ser alguien fuerte, tenaz y con un alto deseo por más, por tener más. Tenía un aura poderosa que con el paso de los años creció, y aunque no era algo que le gustara, obtenía lameculos que no le interesaban en lo absoluto.

Su fuerza y poderosa aura atraía a mucha gente y aunque no era una atención que le gustara, la aprovechaba porque, si puedes conseguir que hagan otros las cosas fastidiosas de la vida por ti, ¿por qué no aprovecharlo?

Sin embargo, hubo alguien que se destacó entre todos esos imbéciles y fue alguien que pudo haber llamado amigo si es que hubiera deseado tener alguna vez alguno.

Midoriya Izuku fue su vecino desde que tenía memoria y desde siempre lo admiró. No era el único que lo hacía, por supuesto, pero había algo en ese peliverde de pecas que, le llamaba la atención. Le gustaba que no importara cuanto lo ignorara o cuanto lo usara, seguía tras él, leal; una lealtad que era evidente no se merecía pero, no dejaba de hincharle el ego ser capaz de influir en alguien tanto como lo hacía con Deku.

Al crecer, Bakugou se dio cuenta que aquel quien lo admiraba, había reemplazado esa admiración, por amor. Y Bakugou fue feliz, se sintió con un poder totalmente diferente y se aprovechó. Tomó varias primeras veces del pecoso y aun así, lo que se supone se sentiría bien, no fue tan así porque, no se suponía que disfrutara de las sonrisas, de los momentos que ambos compartían; no se suponía que su piel se erizara al ver a aquel chico mirarle como lo hacía, no era posible que los gemidos tímidos que Deku dejaba salir en la intimidad de una habitación, le hicieran latir el corazón como lo hacía.

No podía estar enamorándose de Deku porque, era Deku, era prácticamente su perro y en el instante en el que Kirishima afirmó con su oh, mierda, Bakugou... te enamoraste del jodido nerd, ¡te enamoraste! no reaccionó como debería. Se dejó llevar por el enojo, por el pánico, por la confusión y negó, negó todo lo que su ser sentía por ese chico de ojos preciosos, labios dulces y piel de seda.

Negó su amor por él y Deku... lo escuchó.

Todo terminó esa tarde y desde hace años, las esmeraldas ya no lo miraban como solían hacerlo, ahora miraban a alguien más y sabía que no debía intervenir, sabía que no era algo a lo que tuviera derecho y por ello, se mantuvo al margen, observó desde la distancia como el que alguna vez fue suyo, ahora era de otro.

Otro que no lo quería, otro que lo engañaba.

Y ese día, cuando por azares del destino prácticamente se estrellaron al estar uno saliendo y el otro entrando a la universidad, fue que por primera vez en años, esmeraldas y rubíes se encontraron otra vez. Sin embargo, las esmeraldas estaban tristes, estaban nubladas y Bakugou apretó los puños a sus costados en un intento por no abrazarlo, justo antes de ir a partirle la cara al jodido bastardo que se hacía llamar novio de Deku, de su Deku.

Porque si, sabía que las lágrimas que ahora derramaba quien una vez lo amó, eran porque se había enterado de una traición, una lo suficientemente significativa como para ponerlo en ese estado, de nuevo.

Y no quería, no debía sentir a pesar de toda la tristeza ajena, ese alivio, esa esperanza por recuperar a quien una vez tuvo y perdió. No era correcto, no lo era pero, nunca fue alguien muy decente, después de todo.

Desde ese día entonces, algo como una amistad trató de formar con el peliverde y agradeciendo que el ahora precioso chico de veinte años fuera tan condenadamente noble, lo logró. No fue fácil porque el más bajo era cauteloso, era precavido y prudente con él, algo que sabía merecía, pero con un esfuerzo que nunca puso por nadie porque nadie realmente le había importado, logró ganarse su confianza y estaba feliz. Feliz porque por quien llevaba queriendo desde los 17 años, valía toda la pena, Deku valía toda la maldita pena.

Asi que, después de dos años como amigos que fueron demasiado tiempo sin besarlo, sin sostenerlo como su ser anhelaba, lo dijo, se atrevió a dejarlo salir, nervioso como nunca antes, nervioso porque Deku en sus manos tenía su corazón.

—Escúchame bien, Deku. Quiero que seas mío y quiero que lo seas para siempre, no existe un antes de ti para mí y... —¡Rayos! Bakugou se reprendió en su mente y suspiró, sabiendo que sus manos, mismas que sostenían ahora el rostro ajeno; estaban sudando y era vergonzoso pero, nunca pensó que declarar sus sentimientos a alguien fuera tan difícil, tan angustiante—. Y quiero que me perdones porque fui una basura en el pasado, lo sé y siento todo lo que te hice sufrir... —dijo, siendo esa la primera vez que el tema de lo que pasaron juntos en el pasado, saliera a la luz. El tema era algún tipo de tabú entre ambos pero sentía, sabía que nada podía comenzar si lo que se necesitaba cerrar, no lo hacía.

—Kacchan, ¿por qué dices todo esto ahora? Es solo que... —interrumpió el más bajo, sintiendo el corazón latir contra su pecho, fuerte; con una energía que le recordó a un Deku adolescente que había amado y había sido traicionado. Aunque ahora las cosas eran distintas, parecían distintas, quería creer que eran distintas, pero no sabía si confiar.

—Deseo que me creas —el alto rogó—, te pido por favor que me creas porque rayos, Deku... yo de verdad te amo, te amo desde que teníamos 17 y eso no ha cambiado y no lo hará. —Bakugou concluyó, siendo temerario y atreviéndose a rozar sus labios con los ajenos, en un movimiento que quizá podría echar todo a la basura.

No obstante, ese roce, ese simple roce le hizo estremecerse de pies a cabeza, poniéndole fin a un anhelo que había mantenido por los más largos tres putos años de su vida; y sonrió, su comisura derecha se curvó hacia arriba, sonriendo como un imbécil, porque no fue el único al que el beso hizo temblar.

Hay personas cuyo pensar es que hay quienes se merecen una segunda oportunidad y hay quienes no pero, el darla es decisión de cada quien ¿no? Nada es fácil, ¿pero qué en la vida lo es? y aunque el camino por delante todavía estaba lleno de incertidumbre, Izuku decidió confiar y si hizo bien o mal en hacerlo, sólo el tiempo lo dirá.

DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora