Acéptalo, así fue...

Capítulo 55

Otro día más, no puede ser difícil en comparación a los quince días que han pasado, pero sé que no sirve de nada darme motivos para sentirme bien, si no lo lograré.
Antes de levantarme de la cama respiro hondo como lo hago ya siempre, como si así pudiera mantener mi mente despejada de todos los problemas. Hace unos días, Scott trató de hacerme sonreír diciéndome una frase, "¿Que tendría la vida de interesante si todo fuera fácil y bueno?". Yo le respondí que preferiría tener una vida aburrida a una tan complicada como la que me tocó vivir, le mentí. Tiene razón, la vida no tendría sentido si todo fuera fácil y todo fuera color rosa, aún así hay vidas de distintos colores, hay unas más negras. Eso es lo que me causa conflicto.

-¡Alison, es tarde!- Pongo los ojos en blanco para entrar a la ducha y pensar que haré el día de hoy. Mis calificaciones han bajado, ya no puedo concentrarme para tocar el piano y en pocas palabras ya no tengo ganas de nada. Todos me dicen que debo tener la frente en alto y asumir lo que está pasando con madurez, es tan fácil decirlo, pero entenderían mejor si estuvieran en mi lugar. Pongo todo de mi, y aún así no lo logro.

Cuando ya estoy lista, agarro mis cosas y voy a la entrada donde se encuentra Mel con los brazos cruzados. Su mirada es triste, yo solo alzo las cejas en señal de que nos vayamos. También mi actitud a cambiado con todos, me he vuelto más distante y no porque yo quiera, hay algo dentro de mí que me está molestando, un enorme nudo que siempre siento en el estómago.

-¿Hiciste la tarea?- Miro para otro lado y asiento, aunque sé que ella sabe que miento. Solo escucho como suspira antes de sacar una libreta- Lo bueno que no era para hoy.

La miro con el ceño fruncido, pero ella solo me tiende la libreta con una media sonrisa. La tarea consistía en tratar de redactar la felicidad en un simple párrafo, que irónico, en este momento la felicidad está más lejos de mí que nada.

-Inténtalo al menos, prométemelo- dice suplicante.

-Está bien- Respondo.

El camino a la universidad no es largo, siempre vamos caminando Melissa, Santiago y yo. Solo que yo a diferencia de ellos que van platicando animadamente, yo voy nerviosa. Cada vez que salgo a la calle siento que estoy exponiéndome, no puedo evitar desconfiar de todos y mirar todo lo que está a mi alrededor como si alguien estuviera siguiéndome, es horrible.

Cuando estamos cerca y puedo ver a varios estudiantes caminando de un lado a otro logro calmarme, me siento más segura estando rodeada de varias personas. Santiago se despide de nosotras diciéndonos que en la tarde iremos todos a su casa y de ahí vamos a nuestra primera clase.
Trato de poner toda mi atención a lo que dice nuestro profesor, pero al saber que no lograré nada, lo único que hago es anotar lo que está en el pizarrón.

En lo que resta de la clase me dedico a mirar por la ventana a las personas que van pasando o cualquier cosa más interesante que la clase. Pero hay algo que llama mi atención, no algo, alguien. Es un hombre de espaldas hablando con un niño, no puedo mirar quiénes son por más familiares que se vean. El hombre se pone de cuclillas dejando ver al chico con el que estaba hablando, mi corazón se cae al suelo al ver que ese niño es Jonathan.
Sin pensarlo dos veces me pongo de pie atrayendo las miradas curiosas de todo el salón, salgo corriendo ignorando los gritos de Melissa y del profesor.
No tardo en llegar al lugar en el que los vi pero no hay nadie.

-¡Jonathan!- Grito tan fuerte como puedo desesperada. Mi respiración comienza a agitarse y mi corazón a descontrolarse, no puedo sacar el celular de mi bolsillo a causa del temblor de mis manos- ¡Jonathan!.

-Hey, todo está bien, todo está bien...- El familiar aroma de Dylan se hace presente, y sus abrazos me sostienen tratando de calmarme.