Lentamente abría los ojos, siempre he tenido la costumbre de pasarme las puntas de los dedos de una forma un tanto suave por los ojos cuando despierto.
Casi por reflejo intente hacerlo, normalmente termino de abrir los ojos ya para poder despertar del todo, pero en esta ocasión tuve como respuesta una dolorosa sensación, como si me pícaramente miles de agujas en mis brazos y esto hizo que me despertara de golpe tratando de levantarme y permanecer sentado pero de igual forma que mis brazos, sentí todas estas punzadas en todo el torso. Comenzaba a desesperarme, yo trataba de moverme pero no podía hasta que mejor trate de tranquilizarme y para cuándo lo logré ya habrán pasado varios minutos pude observar detalladamente el lugar en el que estaba.
Me encontraba de nuevo en aquel lugar oscuro con el reflejo en el suelo, a diferencia de las otras ocasiones, el suelo tenía demasiada agua, esta rosaba mi delicada piel, mojaba las pequeñas prendas que vestía.
Estaba ahí, mirando hacia la nada hasta que…
Se escuchaba un gran alboroto, en el estaba la sirena de patrullas y ambulancias, también se podían escuchar muchas voces, llantos y gritos desesperados.
No sabía de donde provenía todo esto, solo lo escuchaba.
Algo dentro de mi me decía que era momento que me levantará, que sin importar las condiciones en las que este, tenía que ponerme de pie y seguir.
Intenté nuevamente levantar el torso con ayuda de mis brazos pero nuevamente sentí todas esas punzadas.
Intentaba e intentaba, cada intento regresaba a lo mismo… dolor.
Entre todos esas voces y gritos del escándalo se escuchó una voz familiar, esta voz la escuché en un grito demasiado desesperado y con miedo.
Mamá: ¡Tomas!
Era mi madre, su grito, su desesperación, su pánico, todo, me dio fuerza, coraje para poder levantarme, así que cerré los ojos y tome todo el coraje que tenía dentro de mí y grite mientras me levantaba.
En un momento dejo ser existir el sonido de todo el escándalo donde escuché a mí madre gritar mi nombre al igual que dejaron de existir las punzadas que sentía cuando apenas movía un músculo, en lugar de este se escuchaba un llanto de un niño… el cual era yo.
Abrí los ojos y esta vez no me encontraba en aquel lugar oscuro o el cuarto de huéspedes en la casa de Diego, esta vez estaba en mi habitación, no recuerdo haberme acostado en mi cama, no tengo recuerdo de cuando entré a mí habitación, solo recuerdo vagamente sobre estar en los brazos de mi madre.
Intenté calmarme y desaparecer aquel llanto que provenía de mi, pero era imposible, no lograba calmarme, incluso ya me comenzaba a doler la garganta de tan gastada que estaba de tanto que llorado.
Unos segundos después llego mi madre a la habitación y esta se detuvo al verme sentado sobre mi cama llorando, era más que claro que no sabía que hacer.
Dentro de mí sentía una gran culpa por salir el día anterior y regresar en estas condiciones al día siguiente, pero era más que obvio que la necesitaba y ahora más que nunca.
Levante mis brazos en señal de que quería que me tomara en brazos y para ser sincero no sé cómo se me ocurrió hacer aquella acción.
Ella se acercó y me tomo en brazos y decía
Mamá: Por favor perdóname, lo que dije, lo dije sin pensar en lo que realmente estaba sucediendo, necesitabas mi apoyo y no te lo di.
Ella decía esto mientras me acariciaba la cabeza mientas que yo me calmaba estando en sus brazos, estos eran muy delgados y cálidos.
Mamá: Diego me contó todo.
Ese comentaría hizo que por mi columna pasará un escalofrió.
Era más que obvio que yo no quería hablar sobre eso así que la ignore y esta se dio cuenta.
Mamá: Dejaremos está conversación para después.
Mi madre separó y coloco en la cama a aquel niño que aún sollozaba mientras que este intentaba separarse de su madre.
Cuando mi madre logro sentarme en mi cama, esta me veía a los ojos con los suyos llenos de lagrimas y decía.
Mamá: ¿Quieres perdonarme?
No tenía ninguna intención de hablar así que simplemente hice un gesto afirmativo con la cabeza y ella se desanimo un poco al ver que no quería hablar, para evitar este momento y ambiente incómodo ella cambio de tema.
Mamá: ¿Quieres desayunar un poco? ¿Qué tal si me ayudas a hacer tu desayuno favorito?
Yo de forma muy cortante levante mis hombros mostrando indiferencia, no porque este molesto con ella, incluso ya no lo estaba, solo que en este momento no quiero hablar.
Mamá: Ven, vamos.
Se podía notar el cariño y diferencia de cómo me trataba ahora a la de antes. Ahora estaba siendo muy cariñosa y cálida, mientras que antes era distante y cortante.
Me tomo en brazos y me llevo hasta la cocina, cuando llegamos esperaba encontrarme con mi padre y mi hermano, pero la casa estaba completamente vacía salvó nosotros.
Me sentó sobre una barra que se encontraba justo a lado del fregadero.
Ella comenzó a buscar el pan cuando se detuvo por completo y unos cuantos segundos me volteó a ver.
Mamá: Oye Tommy, hay algo que si tenemos que hablar.
Por mi mente me imaginé que me preguntaría el porque estaba en aquel puente.
Mamá: ¿Estas seco?
No me esperaba para nada esa pregunta, de forma muy natural por la vergüenza que me dio me puse muy rojo de la cara y lo se por lo caliente que la sentía.
No dije nada, no sabía cómo contestar, primero porque no sabia, tenía dudas si lo estaba o no, pero no recuerdo haber vaciado en algún momento.
Ella se acercó a mí para recostarme en aquella barra y me desprendió el pantalón deportivo que la mamá de Diego me había puesto, y en segundos palpo la parte del pañal.
Mamá: No, no lo estás. Tendré que cambiarte.
Estaba en shock, la vergüenza me comía vivo, solo se me ocurrió quitarle la mano que tenia encima de mí.
Mamá: Si no lo hago te rosaras y eso estará peor para ti.
Me resigne a que lo hiciera, no tenía salida.
Puso el pantalón en orden y me tomo en brazos y se dirigió a la sala de estar y ahí estaba la bolsa que traía Diego, no recuerdo que Diego haya subido a la camioneta de su mamá con aquella bolsa, me recostó en uno de los sillones de esta.
De ahí saco la bolsa de pañales y de esta saco uno para extenderlo y ponerlo a lado mío.
Mama: Estos te quedan algo grandes, así que tendremos que salir a comprar unos de tu talla, además de que necesitaremos más cosas.
Decía esto mientras desprendía las cintas del mojado pañal que tenía y antes de que levantará la parte frontal del pañal se levantó y me dejó recostado ahí con un pañal mojado con las cintas despegadas, cuando regreso lo hizo con un pequeño paquete de toallas húmedas que utilizaba cuando se limpiaba el maquillaje que se ponía.
Levantó aquella parte del pañal para que procediera a sacar un toallita húmeda y pasarla por toda el área que cubría el pañal, incluso uso más de una para esto.
Cuando terminó coloco el pañal extendido debajo de mí, para pasar la parte frontal por en medio de mis piernas y poder colocar las cintas en su lugar, todo esto lo hizo con un cariño y una delicadeza que no me imaginaba.
Yo solo estaba muerto de vergüenza con un cojín de aquel sofá cubriendo mi rostro que seguramente estará demasiado rojo.
Mamá: Ya terminamos.
Me vio con el cojín en mi rostro
Mamá: No tienes porque avergonzarte, de pequeño también te cambiaba.
Tomas: Pero eso era cuando era un bebé.(Dije muy avergonzado)
Mamá: Pero aún eres y serás mi bebé.
No sabía contestar a eso, solo gire mi cabeza para ver el televisor apagado.
Mamá: ¿Quieres ver un poco la televisión?
De igual forma que cuando me preguntó sobre el desayuno solo movimiento los hombros con indiferencia.
Mamá: ¿Qué te parece si ves la televisión mientras busco ropa que te quede bien?. Porque está te queda algo grande.
Tomas: Como sea.
Mi mamá se acercó al televisor, lo encendió, tomo el control remoto y me lo dio.
Mamá: Busca algo que te guste.
Se retiró hacia el sótano, ahí mi mamá guardaba todo lo que no volvíamos a ocupar.
Yo tomé el control del televisor y trate de pensar que ver y llegue a la conclusión de que no sabía.
Hace mucho tiempo que no miraba algo en el, decidí esperar a mi mamá para pedirle mi teléfono, el cual no recuerdo dónde se quedó.
Mi madre llegó y me vistió con un pantalón deportivo más pequeño y me sorprendí al ver que me quedaba mejor que el anterior, este no era tan ancho como el anterior, también me puso una playera color amarilla sin algún estampado; todo esto lo hizo con el mismo cariño de antes.
Esto comenzaba a gustarme muchísimo, el cariño que recibía de parte de ella.
Tomas: ¿Podrías buscar mi teléfono?
Mamá: Ay Tommy, no estoy segura de que un teléfono sea algo adecuado para tu edad.
¿Pero que?... Talvez si me vea como un infante pero aún tenía 17 años.
Tomas: ¿Qué quieres decir?
Mamá: Mira, ya hablé al médico y ahora tenemos una cita para mañana. Te lo daré si es apropiado para ti.
Esto es muy injusto, yo no pedí estar así.Perdonen la tardanza, no sabía cómo continuarla. Y disculpen si en algún momento del capítulo me desvíe del tema.
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Mi segunda oportunidad
Genel KurguLa historia de cómo pase de tener 17 años a sólo 3.