Introducción

131 4 1
                                    

"En el principio, dos dioses hermanos nacieron de energía pura, Kátaro y Héliro. Estos crecieron en la inmensidad del vacío,

Tras décadas de vacío y a medida que su tiempo vital se acababa, fueron manipulando la materia que encontraban en ese vacío, creando, al fin, un planeta, con formas de vida básicas, las cuales fueron evolucionando, hasta ser bestias de increíble tamaño y poder, como las mantícoras, los oavin, o los poderosísimos dragones. Este planeta estaba atado a una estrella, dando vueltas a su alrededor, y constantemente observado por ellos.

Poco a poco, estos vieron que su energía no era ilimitada, y que cada vez estos se debilitaban más, debido a la enorme cantidad de esfuerzo que necesitaban para continuar con su creación.

Para poder ser inmortales, el más ingenioso de los dos, Kátaro, decidió crear una raza a su imagen y semejanza, los mortales, más inteligentes y avanzados que el resto de criaturas, creadas para el único propósito de servirles a él y a su hermano, concediéndoles a estos la inmortalidad gracias a los sacrificios de energía vital que realizaban los mortales, mediante terribles sacrificios a Kátaro.

Héliro, no estaba de acuerdo con esto, pero no pudo detener a su hermano. Pese a tener una voluntad inquebrantable, no se acercaba al entendimiento que tenía Kátaro sobre la materia y su uso, así que en este periodo se limitó a observar lo que pasó en el planeta con la llegada de los humanos,aprendiendo así de ellos y su comportamiento, mientras que Kátaro se limitaba a solamente a procurar que les siguiesen dando culto, mostrándose como un liberador y un ser superior para ellos.

Los mortales crecían en número exponencialmente, ayudados por los dioses y subyugando a las mayoría de bestias que habitaban el planeta en muy poco tiempo. Ante esto, los dragones, especie muy sabia y poderosa, se revelaron contra los humanos y empezaron a romper los altares a los dioses, para debilitarlos y evitar que influyan en la guerra que estaba en auge.

Los dragones no tardaron en reconquistar el planeta, obligando a los mortales a refugiarse en las entrañas de la tierra, a salvo del dominio de los dragones.

La población pasó a disminuir rápidamente, las malas condiciones del subsuelo no les permitían tener alguna oportunidad para sobrevivir como especie.
Ante esto, Kátaro decidió darles, los nombrados, "Poderes de dioses", a una élite de humanos que sobrevivieron a las penurias del subsuelo. Estos poderes eran extraordinarios, y capaces de romper leyes impuestas por la realidad.

Estos mortales de élite lideraron la reconquista de la superficie, en el proclamado ocaso de los dragones.

Los dragones, liderados por Midos, el llamado "Dragón de dragones", y el más fuerte entre estos, pelearon con valor contra los mortales con poderes de dios. Sus esfuerzos fueron en vano, los mortales les superaban, no solo en número, sino también en poder, debido a sus nuevos poderes de dios.

Los dragones, derrotados, se ocultaron, adquiriendo forma humana o escapando hacia los confines más recónditos del mundo, todo para que su raza sobreviviese.

Cuando los mortales conquistaron de nuevo el planeta, y parecía que todo había acabado, Héliro, después de años de estudio de los mortales y limitándose a observar las atrocidades que hacía su hermano, obligando a los humanos a luchar constantemente para poder obtener su ansiada inmortalidad sin límites.

Héliro adquirió forma humana y se mostró ante los mortales, buscando al más fuerte de ellos, para lo que el llamaba "Una prueba de poder". Él se batió en duelo con cientos de mortales, que, avariciosos, querían la fortuna que él traía consigo, "el premio" que había ofrecido.

Los duelos normalmente no le suponían ningún tipo de reto, hasta que un día, un hombre, humano, se presentó ante él, portando una capa negra, a juego con sus guantes y pelo largo negro como el azabache. Este no portaba una brillante armadura, sino que iba con una simple túnica, y unos pantalones rojo carmesí, que brillaban junto a la sangre que portaba su espada.

Esta fue una batalla legendaria, sus golpes impactaban como balas en el cuerpo del dios y realmente su poder con la magia era sublime. El dios, aunque difícilmente, ganó esta batalla, y, abrumado por el poder que el humano tenía le preguntó su nombre, y cómo es que tenía tanto poder.

El individuo se trataba ni más ni menos, de Aorel, un mortal con poderes de dios, curtido en el ocaso de los dragones y el asesino de Midas, el líder de los dragones. Su poder de dios consistía en que siempre que derrotaba a alguien más fuerte que él, el individuo recibía todo el poder que este tuviese, convirtiendo así a Aorel en el mortal más poderoso del planeta.

Héliro, al saber esto, decidió ofertarle algo. Si él le ayudaba a derrotar a su hermano, Kátaro, tendría un lugar en el palacio de los divinos, como un dios, y el poder para gobernar la tierra.

Aorel aceptó sin dudar, atacando de frente a Kátaro, ayudado también por Héliro.

Kátaro les venció a ambos y les ató al infierno, despojando de casi todo su poder a Héliro, convirtiéndole en el señor de los muertos y trasmutando a Aorel en un híbrido de razas de esa dimensión. Además este le borró la memoria, haciéndole creer que nunca se reveló contra él y que nunca fue humano.

Ahora Aorel es invocado por los humanos, y sellado a aquellos con el poder latente suficiente, para intentar ser héroes, a costa de su propia vida incluso y tentados por el deseo de ser el que consiga ser el más fuerte entre los de su clase." -Su voz sonaba calmada y su suave tono consiguió que el niño cállese dormido.

Mi Demonio InteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora