Interludio

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Walter Helmont: Torre del castillo real.

Un cuervo entra por la ventana abierta, posándose en su brazo enguantado, solo iluminado por una luz de luna de color carmesí. Walter desata cuidadosamente el diminuto papel de su pata, acariciándole la cabeza a la vez, con una expresión seria, y desenrolla el mensaje escrito cuidadosamente y con buena caligrafía

Le hemos encontrado, debe ser él.

Permanece sin expresión en el rostro pero guarda el pergamino en su acicalada túnica y se pone una capa por encima. Sus ojos no son más que oscuridad y sombras de color negro. 

Seguido esto abre la puerta y se decide a moverse. 





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